¿Quién es Antonio Revert Lázaro? Un ciudadano. Sin más. Me encanta la palabra “ciudadano”. Quizá, por añadir algo, un ciudadano preocupado, indignado y dolido, como tantos y tantos millones.
¿Cómo un día una persona dedicada al derecho se dispone a escribir un libro de poemas? Me temo que lo de escribir poemas es muy anterior a que yo incluso iniciase mis estudios de Derecho. Ya desde la adolescencia escribía por dónde podía. Y siempre sentí una atracción enorme por todo lo que tuviese que ver con la “palabra”.Con la comunicación. Es más, cuando yo empecé a escribir, sin duda yo pensaba en ser periodista, más que en estudiar Derecho. Luego me decidí a iniciar esta carrera, con la idea de más adelante iniciar Periodismo, como segunda carrera. Finalmente me agarró el Derecho y ya no me dejó. Por otra parte, uno no decide escribir un libro de poemas. Al menos yo. Escribo poemas sueltos durante años, y en un momento dado, decido reunirlos y sacarlos a la luz. En el caso de este libro, desde luego sí que a medida que iban surgiendo los poemas, como la temática y la inspiración era siempre la misma, intuí que podía ser una buena idea reunirlos en un libro.
¿Qué es lo que desea transmitir a través de sus poemas? Difícil pregunta… no creo poder decir qué quiero transmitir. No propongo “transmitir” un concepto, o ni siquiera un sentimiento. Además, a estos efectos nada tienen que ver los poemas que escribí anteriormente con los que aparecen en “Diego contra la oscuridad”. Incluso dentro del libro hay poemas de muy diversa índole y estilo. Escribo por necesidad. Me golpean determinadas situaciones, me sacuden o me emocionan, me ilusionan, o me conmueven por su belleza o por su miseria. Y desde siempre aparece en mi un deseo de plasmarlo. De darle forma en un papel con palabras, como un fotógrafo que observa una situación y corre a por su cámara para inmortalizarla. Bueno, en los poemas de este libro y en algunos otros de hace más tiempo, es cierto que también hay quizá una cierta intención añadida. Realmente, además de intentar siempre con honestidad cumplir una vocación estética, he arriesgado más, para llegar a la parte más orgánica del lector. A sus tripas.
Presentarle algo contundente, hacerle visible mi grito de desesperación en ocasiones, de denuncia, que quizá conecte con su propio grito (o no). He querido en muchos poemas de este libro ponerle en sus mismas narices el dolor ajeno, en toda su crudeza. Por ejemplo, vi el documental “Schmutzige Schokolade” (se traduciría algo así como “Sucio chocolate”), un documental muy oculto en las redes porque denuncia el papel de las todo-poderosas multinacionales del cacao en la explotación infantil.
Sus presiones para pagar siempre lo mínimo posible a los proveedores, investigando si miran o no para otro lado en relación con la explotación infantil en plantaciones de cacao… No pude parar de llorar; es tan triste… Pues de ahí nació un poema casi como algo natural, como un eco de todo lo que pude ver. Del cúmulo de sensaciones que despertó en mi la visión de aquel documental. Era algo que tenía que suceder.
¿Tuvo problemas a la hora de publicarlo/sacarlo a la luz a través de la editorial? La verdad es que no. La primera y única editorial a la que mostré mis poemas me los valoró muy positivamente y tomó la decisión de publicármelos. Fui yo quien, por diversas razones que no vienen al caso, me decidí a sacar el libro en modalidad de “autoedición”. En realidad no he estado solo, porque he tenido la suerte de estar rodeado de personas muy talentosas que además son amigos míos, las cuales me han ido acompañando, asesorando y ayudando. Participando directamente en el libro, por ejemplo, con la maquetación y diseño del libro, que me parecen absolutamente maravillosos (Jonatan Rodríguez), o con la magnífica labor de corrección ortotipográfica (Fátima Rodríguez). Eso además del papel fundamental de mi esposa, Mari Cruz Reñasco, cuyo criterio ha sido muy importante a la hora de tomar decisiones. Para nada ha sido un viaje en solitario, la publicación del libro.
¿Qué piensa de los escritores y de la cultura en general en nuestro país? Pienso que es muy difícil en España cumplir una vocación de dedicación vital a la cultura. Vivimos en una sociedad que no da importancia a los valores que lleva consigo la cultura. Nos gobiernan personas que, en muchísimos casos, no se creen que una sociedad que cultiva la cultura, la fomenta y la cuida, es una sociedad más rica. Más avanzada y moderna. Pueden alardear de pensar así, pero mi sensación es que en absoluto se lo creen. Prima además lo mercantil. Hay una concepción utilitarista de la vida, desde la cual algo como escribir poemas o pintar cuadros no parece la mejor opción. De hecho, parece un “salto al vacío”, que un/a joven se plantee dedicar la vida a fabricar “productos culturales”. Hay muchísimo talento por todos sitios, muchísima ilusión, pero el dinero (al menos hasta ahora) siempre ha ido antes a salvar a un club de fútbol que a apoyar un proyecto cultural. No es que esté yo en contra del deporte, ni del fútbol en particular; pero utilizo el ejemplo porque es un deporte cuyos clubes deben millones de euros a Hacienda y a la Seguridad Social y en el que concurre algo tan sorprendente (por no decir otra cosa) como que no es obligatorio contratar a las mujeres futbolistas, y sí a los varones, con todas las consecuencias que esto supone.
¿Cree que las nuevas tecnologías van a hacer que desaparezca libro en papel? Desconozco la respuesta. Hay muchísimas personas que saben más que yo sobre este tema. Lo que sí que pienso es que, si hubiera de desaparecer el libro en papel, en absoluto se trata de algo inminente. Ahora mismo, la sensación que tengo es que le queda mucha vida aún. A mi, por ejemplo, algún amigo me sugirió que publicase los libros en formato electrónico, que se pudiese descargar, por ejemplo, desde la red. Y, no sé si me estaré haciendo viejo… pero lo cierto es que siempre tuve la ilusión personal de ver el libro en papel, no tenía la más mínima intención de que mis poemas se pudieran leer en una pantalla de ordenador.
¿Piensa seguir escribiendo? Seguro de que sí. Últimamente no escribo demasiado. Los poemas de este libro se han ido gestando a lo largo de cinco años. Y en 2014 escribí solo dos o tres poemas, que fueron los últimos que vinieron a ser incorporados a “Diego contra la oscuridad”. He tenido épocas mucho más prolíficas, donde en un mismo día, paseando por el Retiro de Madrid, nacían dos o tres poemas.
¿Prefiere enfrentarse a un juicio o perderse en la lectura de un buen libro? Jajaja… El Secretario Judicial tiene en el acto de juicio un papel de fedatario público. Es una garantía del justiciable, en la medida en que se constituye como mecanismo jurídico de control de la actividad jurisdiccional, a través de la fe pública. Y con los medios de grabación de juicios que actualmente se están poniendo en marcha, resulta algo no demasiado complejo desde nuestro punto de vista, lo relativo al acto de juicio. Ya de hecho apenas estamos físicamente en la Sala de vistas para levantar acta. En cambio, la dirección de toda la plantilla del juzgado, los actos de conciliación previa al juicio en la jurisdicción social y alguna otra más de las múltiples competencias que nos han sido atribuidas a los Secretarios Judiciales, sin duda son mucho menos sencillas que todo lo concerniente a los juicios, y a veces menos placentero que leer un libro.
Pero he decir que tengo mucha suerte: me apasiona tanto mi trabajo, como la lectura de un buen libro. Supongo que cada cosa tiene su momento.
¿Cual es la metodología que utiliza a la hora de ponerse a escribir? ¿Puede ser leído por cualquier persona? No tengo ninguna metodología. Sí puedo contar cómo se gestan normalmente mis poemas. Así, diré que me encanta escribir sintiendo el calor de aquello que disparó en mi la necesidad de escribir. Un flash, una persona, una vivencia agradable o desafortunada, algo tremendamente horrendo o bello… De hecho, me da mucha rabia sentir que se me está viniendo encima un poema, y no dispongo de tiempo, o de un papel y un bolígrafo para plasmarlo, para dejar que se quede en un papel, y así evitar que se vaya para siempre. Suelo doblar el folio por la mitad, porque me asusta un poco el folio entero en blanco. Entonces empiezo a escribir en esos folios doblados por la mitad, como si fueran cuartillas de un libro. Luego, después de ese primer “disparo”, doy mil y un retoques al poema. Pero ya siempre desde el esqueleto que nació directamente desde determinada emoción o visión. Creo que eso queda siempre a salvo.
Y en cuanto a lo de si mis poemas pueden ser leídos por cualquier persona, es una pregunta que me encanta. Eso me han dicho algunas personas, y también lo dijo, literalmente, mi querido amigo Daniel Gil, en la presentación del libro en Alicante, cuando le tocó intervenir. Y a mi me parece un “piropo” enorme. Me parece un éxito, si realmente lo he conseguido. Para mi es algo positivo. Está claro que hay poemas de distinta naturaleza en el libro. El lenguaje, el tono, la finalidad… en cada uno de los poemas es distinto. Yo no soy en absoluto experto en Literatura. Con toda la humildad del mundo, quiero decir que, en algunos momentos, un cierto tipo de poesía que caminaba por las senda de lo críptico y la erudición, ha robado a muchos ciudadanos la maravillosa posibilidad de disfrutar con un poema. De la poesía. Me he encontrado incluso con personas que leen muchísimo, y que sin embargo te dicen, casi con pena “… pero la poesía, no sé… no la entiendo”. Me parece un reto precioso lograr poner la palabra al servicio de la comunicación. Que exista una intención estética, pero que el poema, el discurso, llegue al lector, cale en él. Que, literalmente, “le moje”. Para mi, en este sentido, fue decisivo encontrar en el camino a un poeta como Ángel González. Fue casi una revelación para mi, descubrir sus poemas.
¿Con qué poema se quedaría como favorito de su poemario? Pensé que me preguntarías por poemas de otro… Me da un poco de pudor, elegir uno mío. En fin: cada uno es de un tiempo dentro de estos cinco años, de un momento concreto, son como hijos tuyos, y no puedo renegar de ninguno de ellos. Pero siento especial cariño por un poema que hay en la tercera parte (“Saturno devorando a sus hijos – exposición de acuarelas”), que tiene el título “XVII – Plaza de Cataluña: Clavel en una carga policial”. Por muchas razones. Por ejemplo, por cómo nació, ya que casi me lo regaló el poema una chica que en aquellas cargas policiales contra concentraciones del movimiento 15-M, en plaza Cataluña dijo en Televisión que había visto a un policía llorando mientras sus compañeros realizaban la carga policial. Aquélla imagen me pareció siempre brutal. El drama de unos policías que también son ciudadanos, y que acaban formando parte de un sistema cuestionado porque podría estar sobrepasando los límites de lo aceptable en cuanto a respeto de derechos de los ciudadanos. Por supuesto que siempre hablo aquí también como ciudadano, no como Secretario Judicial. Me siento muy identificado con esa situación. Es el mismo dilema que puede tener un Secretario Judicial o un juez adoptando resoluciones en un procedimiento, por ejemplo, que conduce a que un banco eche a una familia a la calle porque no puede pagar la hipoteca. Nosotros aplicamos la Ley. Es una garantía del Estado de Derecho que estemos sometidos en nuestra actuación al imperio de la Ley. Pero a veces es duro, es tremendamente difícil hacer coexistir nuestra parte profesional con nuestra opinión personal sobre leyes. También estoy satisfecho con el poema porque creo que conecta con la primera y la segunda parte del libro, con la infancia. Y porque pienso que dentro de tanta oscuridad de esa tercera parte, aquella estampa del policía llorando nos pone a todos ante el reto de asumir el protagonismo del presente como sociedad. Para mi es como un chute de dignidad. Un ejemplo de la grandeza que hay dentro de cada ciudadano, de su tremenda dignidad, en unos tiempos en que se le quiere hacer responsable de todo, en particular de esta mal llamada crisis. Que no es una crisis, es una auténtica estafa, un robo.
¿Tiene alguna anécdota que contar? Bueno… ahora que me preguntas, me está pasando en las últimas semanas algo en relación con los poemas que me parece muy divertido. Me preguntan algunos lectores, después de leer el libro, que si tuve una infancia difícil. Y resulta que por supuesto que tuve una infancia muy feliz. Lo que pasa es que tengo una visión de la niñez, sobre todo ahora como padre, como algo un poco oscuro y dramático. Hay una cierta amargura en lo que tiene que ver con la infancia, por muy feliz que uno se sintiera, cuando era niño: tiene que ver con cómo transmitimos inconscientemente nuestros miedos, nuestras frustraciones; cómo los niños funcionan como pajarillos indefensos ante nuestros errores, por más que sean inconscientes. Cómo están sometidos a nuestros juicios, a nuestras expectativas, y cómo su pureza se va manchando con todo eso. Cuanto más nivel de consciencia adquiramos a todos los niveles, menos daño causaremos a los niños, a nuestros hijos. Desde la consciencia y el amor, nuestra relación con los niños será mucho más sana y menos castradora y mutiladora. Cuanto más logremos sanar como adultos, con más calidad amaremos a nuestros hijos.
¿Qué le gustaría transmitir a sus lectores cuando vayan a ponerse a leer? Solo faltaría que me creara yo expectativas sobre lo que el lector debe recibir de mis poemas. Desde luego sí que creo que detrás de Diego contra la Oscuridad hay un grito que quizá pueda llegar a quien se acerque a leer los versos que contiene. No sé si conseguiré que le alcance. Hay un alarido de indignación. No nos pueden vender la moto diciendo que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Es absolutamente miserable decirle eso a la gente. Y es falso, solo que los grandes medios de comunicación no tienen la libertad e independencia necesaria para decirlo (no sus trabajadores, a los que reconozco toda su profesionalidad y honradez). Hay cientos de economistas silenciados en Televisión y en los grandes medios que vienen dando una versión muy diferente de esto que algunos llaman interesadamente “crisis”. La crisis no es como la lluvia, que llega como por azar. Hay responsables del sufrimiento que vemos, tienen nombre y apellidos.
Por último confío en que haya también algo de luz en “Diego contra la oscuridad”. Algo de esperanza. Para mi, ser consciente de lo negro que está el panorama, no es algo que me deprima o me hunda. Ser consciente de lo que de verdad pasa, aunque a veces sea duro, me activa. De verdad. Me devuelve dignidad como ciudadano, me envalentona y me lanza a la batalla por nuestros derechos, por el futuro de toda la generación de mi hijo. No me paraliza una visión descarnada o cruda de la realidad. No sé si tiene que ver con aquello que dice el Evangelio de que “la verdad os hará libres”.
¿Qué piensa de Alquibla (https://www.alquiblaweb.com) como página de difusión de la cultura? Pues me encanta. No solo por su papel fundamental en todo lo que tiene que ver con la difusión de la cultura. Es que me agrada mucho la forma en que presenta los textos, consigue que todo resulte tremendamente atractivo. Destaca a mi juicio con acierto las manifestaciones de los entrevistados que pueden parecer más sugerentes o importantes. Particularmente, me gusta mucho cómo combina la parte humana con la literaria de cada uno de los escritores a los que pone voz.
Algo que añadir. … Sí. Quisiera animar a todos/as que aún no han descubierto el placer de leer poesía que se dieran una oportunidad, en ese sentido. No demos la batalla por perdida. La palabra, y también la palabra con forma de “poesía” nos pertenece. Como también nos pertenece el futuro. Con esto quería concluir: hay sitio para la esperanza, más allá de la oscuridad de estos tiempos. Caminemos juntos, despertemos… Desde una dignidad recuperada, los ciudadanos ganaremos pacíficamente esta guerra.