Novela intelectual de Ramón Pérez de Ayala escrita durante la estancia del autor en Munich y publicada en 1912.
Reproducción de la vida literaria española en el Madrid artístico y también de ambientes políticos y galantes de la primera década del siglo XX con la intención de presentar el intelectualismo noventayochista con su pesimismo, contradicciones y abulia. El balance será hirientemente negativo.
La acción se sitúa cuando Alberto se despide de Fina en su novela anterior, La pata de la raposa, con la promesa de volver para casarse después de conquistar la gloria literaria en Madrid.
Entre otras actividades en la capital, Alberto es educador de dos prostitutas, Rosina y Verónica. Rosina es la misma lugareña de Tinieblas en las cumbres, solo que convertida en mujer refinada; y aunque no ha abandonado su sugerente oficio, es ahora amante de un señor rico.
Mujer de sensibilidad a flor de piel, Rosina tiene con Teófilo Pajares vínculos vitales, afectivos, y también literarios, pero ella de quien está enamorada es de Fernando. Verónica, su compañera, adquiere una dimensión aún mayor.
Dos momentos cumple destacar: la visita de Rosina al Museo del Prado, acompañada por Teófilo, donde se nos da una popular interpretación del cuadro de Velázquez Las Meninas; y el libro de cabecera de Verónica, Otelo de Shakespeare.
Con la tragedia del dramaturgo inglés se explaya en sabrosas disquisiciones de crítica literaria tras la que se adivina inmediatamente el pensamiento del autor.
En su dimensión de novela clave los artistas madrileños figuran también simpáticamente evocados, con cierta emoción, y a modo de chiquillada va apareciendo una galería de personas más o menos renombradas mediante nombres supuestos o levemente reformados, de tal manera que los amigos de la pensión de Alberto recogen modos de ser y fáciles remedos del mundo intelectual de entonces: Ortega y Gasset, Valle-Inclán, Baroja, Benavente…pero también gentes que hoy no podría identificar el lector porque han dejado de ser populares.
Cargada de argumentos tan productivos, de lances pintorescos, de ambientes tan singularmente concebidos, y de sugerencias intelectuales, tratado todo ello con fina postura satírica, la novela resulta muy entretenida.
El personaje central, Alberto, que no aparece hasta la segunda parte, no evoluciona.
Se trata de estudiar sus reacciones y con ello surge un tipo de mujer muy conseguido, cuya intuición la empuja hacia la redención de su vida. Ni siquiera le pasa algo importante.
Lo que vive el protagonista no está razonado: se acuerda de su novia, escribe una novela y consigue cierta notoriedad, pero sin provecho económico. <<Si no supiéramos más cosas de él por otras obras – escribe Amorós -, Alberto no parecería una figura debilísima: inestable, pesimista, noble, triste…Aquí, sencillamente, se sobrevive a sí mismo, introduciéndonos en la vida bohemia madrileña.
Y todo eso, tratándose de un personaje autobiográfico, plantea muy curiosas cuestiones. Teófilo Pajares sí evoluciona y pasa, acompañado del arte y habilidad del narrador, de un personaje de caricatura a ser un hombre de dimensiones profundas, y se llega a hacer de él un personaje tragicómico con su complejidad humana y literaria>>.
La técnica, aunque realista, está inspirada en un modo directo de la vida que consiste en fragmentar las acciones, simultanearlas o narrarlas de manera paralela, la misma que utilizará después la técnica del contrapunto.
A ello se añade una ácida ironía con la crítica intención de plasmar la realidad española a través de las costumbres, la educación y las ambiciones en el quehacer de todos los días.