Henri M. de La Fontaine (1854-1943) nació en Bruselas. Se convirtió en uno de los principales juristas de Bélgica; comenzó su largo trabajo en la causa de la paz y participó en la reforma de las causas liberales.
A lo largo de su carrera en el Senado mostró un interés permanente en la educación, el trabajo y las relaciones exteriores.
Como primer senador, presentó un proyecto de ley para la reforma de la educación primaria. En la legislación laboral, apoyó la aprobación de la jornada de ocho horas.
En asuntos exteriores, solicitó la demanda de arbitraje entre los combatientes de la Guerra de los Boers y dio su apoyo legislativo a la Sociedad de Naciones, a la creación de una unión económica con Luxemburgo, al desarme, y a la resolución de las controversias internacionales jurídicamente.
El Instituto de Cooperación Intelectual, puede haber sido influencia del plan de La Fontaine para una unión internacional intelectual, junto con el que proponía la creación de los organismos internacionales que lógicamente seguirán la aceptación de las ideas internacionales, entre ellos, una universidad, una biblioteca, una lengua, un parlamento, un tribunal, un banco y las cámaras de la mano de obra, comercio, la inmigración, y la información estadística.
La Fontaine se convirtió en miembro de la Unión Interparlamentaria tan pronto como alcanzó la elegibilidad para un órgano legislativo nacional.
Entre 1894 y 1915, gran parte de sus trabajos más importantes fueron los relacionados con el internacionalismo. El Manuel des lois de la paix, fue un código del arbitraje aprobado por el Congreso Internacional de la Paz.
El Pasicrisie internationale: Histoire des documentaires arbitrages internationauxm es un libro sobre el arbitraje, que incluye los acuerdos y reglamentos, impresos en su totalidad o en parte en sus idiomas originales. Su exhaustiva y cuidadosamente editada Bibliographie de la paix et de l’arbitraje international, que contiene 2222 entradas, apareció en 1904.
En el Internacional de la Judicatura habla de los elementos esenciales de una corte suprema del mundo.
Desde Washington, después de la invasión alemana de Bélgica en 1914, escribió en una carta privada: «Los pueblos no están despiertos…[Hay peligros], que harán que la organización del mundo sea imposible.
Las instituciones internacionales deberían ser, como las nacionales en los países democráticos, establecidos por los pueblos y para los pueblos».
La Fontaine fue un destacado portavoz de los derechos de la mujer.
Fue nombrado secretario de una escuela técnica de las mujeres jóvenes, escribió La Femme et le barreau, defendiendo una avanzada posición del lugar de la mujer en la profesión jurídica, y fue Presidente de la Asociación para la Educación Profesional de la Mujer.
En el período anterior a la Primera Guerra Mundial, La Fontaine inauguró un ambicioso plan bibliográfico. Junto a Paul Otlet estableció en 1895 un Instituto Internacional de Bibliografía -«la casa de la documentación»-, un gran centro de información documental universal, que recibió el apoyo del Gobierno de Bruselas, precedente de la Internacional Federation for Information and Documentation (FID).
En este proyecto, se formularon las soluciones modernas acerca de la clasificación y catalogación de la información (catalogación decimal universal).
En un vasto plan de recuperación de información, en el que se proponía presentar, índices y proporcionar información para la recuperación de documentos publicados en cualquier parte del mundo.
En esta Cámara se desarrolló una metodología universal de la clasificación y produjo algunas obras de referencia, en particular en las bibliografías de las ciencias sociales y la paz.
Conocedor, en los años finales de su vida, del desarrollo de nuevas soluciones tecnológicas, abogó por un mundo interconectado a través de la información, mediante instrumentos capaces de diseminar el conocimiento y enriquecer el capital humano del planeta.
(Fuente. Revista Cejillas y Tejuelos. Artículo escrito por Sandra García Pavón)
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