La Galatea. Novela pastoril de Miguel de Cervantes, publicada en Alcalá de Henares en 1585 con el título Primera Parte de la Galatea.

Una endeble trama central construida con ideales amorosos y el mundo que los rodea (celos, decepciones, situaciones imposibles) sirve de marco a numerosos episodios secundarios, más contrariados que felices, basados en los hallazgos casuales y en los equívocos producidos por el parecido de los personajes.

Casi puede decirse que no hay más argumentos que un continuo sucederse de cuadros y motivos que facilita a los pastores el desahogo de su amor o celos mediante canciones, pero la trama que une la historia central gira en torno a la bellísima Galatea, que es requerida de amores por los pastores Elicio y Erastro.

Apertura de la novela

La novela se abre con las quejas líricas de Elicio en las riberas del Tajo, con los tópicos de la Fortuna y el Amor. Luego aparece Erastro y los dos pastores se ponen a cantar al unísono, y descubrimos que éste que también está preso en las redes del amor y dispuesto a ganarse a Galatea.

En el escenario en que los dos enamorados consuelan sus penas aparecen dos pastores, uno persigue al otro, y asistimos al crimen: <<Levantó el brazo en el aire cuanto pudo, y un agudo puñal que sin vaina traía se le escondió dos veces en el cuerpo>>.

La violenta muerte empezará a interesar tanto a Elicio y Erasmo como al lector, pero entonces Cervantes intercala la primera historia, que no tiene nada pastoril y sí de hidalgos, odios y asesinatos en un pueblo de Andalucía.

El padre de Galatea, Aurelio, tiene, sin embargo, la intención de casarla con un rico pastor lusitano. Galatea pide ayuda a Elicio y la acción avanza mezclada con la intercalada historia de Lisandro, Carino y Leonida; la de Teolinda y Artidoro, y la del ermitaño Silerio con la hermana Nísida entre otras. Cuando se anuncia que el rival forastero va a llegar en el término de tres días, Elicio reúne a todos sus amigos para pedir a Aurelio que no consienta la marcha de Galatea.

Desenlace de la novela

No conoceremos el desenlace porque la parte publicada de la novela termina en ese punto. Unas ochenta poesías están más o menos encajadas en la prosa.

La estructura imita el modelo de la Arcadia de Sannazaro, ya continuado en la Diana de Jorge de Montemayor. Quiso el autor dejarse llevar por las modas literarias de antaño y escribir en los preceptos de un género en decadencia, y huir, tal vez, hacia regiones de la fantasía.

Prometió repetidas veces a lo largo de su vida escribir la segunda parte, pero nunca lo hizo, aunque tampoco abandonó su intención de hacerlo, aún viva cuatro días antes de su muerte cuando redactó el prólogo de su última novela, Los trabajos de Persiles y Segismunda, Cervantes imita los excesos del género en el arte de intercalar historias, en el centro de las cuales está el mundo pastoril.

Y a veces los asuntos secundarios son tan variados que el lector se ve por momentos perdido. Aun así, la novela fue muy admirada por su autor.

Hoy descubrimos en ella la búsqueda de una posible conjunción de lo que la estética de entonces llamaba historia y poesía, términos muy acordes con lo que ahora llamamos idealismo y realismo.

No encontró aprecio entre sus contemporáneos y apenas si ofrece interés y emoción para un lector moderno: hay exceso de desmayos, lágrimas y suspiros, y ausencia de sentido íntimo, en general exento de humanidad.

Más interés puede tener para la crítica literaria el estudio de la identificación de los pastores con personajes de la época: Lauso es, seguramente, el propio Cervantes.

 

La Galatea de Miguel de Cervantes
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Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
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