Se entiende por libro toda publicación unitaria que conste como mínimo de 50 páginas sin contar las cubiertas. Dicho número de páginas se refiere a un solo volumen o al conjunto de fascículos o entregas que componen una misma obra. Obra científica o literaria que forma o puede formar un volumen. Cada una de las partes principales en que pueden y suelen dividirse los textos de los libros.
Libro acéfalo. Ejemplar al que le faltan las primeras páginas, y en especial la portada.
Libro acordeón. Libro plegado
Libro agotado. Aquel del cual no quedan ejemplares a la venta
Libro amarillo. Se designan con este nombre las novelas populares y baratas; el nombre procede de la cubierta con que se encuadernaban antiguamente este tipo de libros, de color amarillo.
Libro anónimo. El que no obstenta el nombre del autor.
Libro apócrifo. Dícese de los libros sagrados no incluidos en el canon por no ser segura su inspiración divina.
Libro clandestino. El que se imprime y difunde burlando a la autoridad.
Libro clásico. Se dice del libro que tiene valor y méritos consagrados por el tiempo, la opinión y la crítica.
Libro cortado parejo. El que carece de ceja, por haber sido cortado el libro ya encuadernado; los cantos de la cubierta coinciden con los de la hoja.
Libro de actas. Libro en que se relata por escrito lo sucedido, tratado o acordado en una junta. Los tamaños normalizados son: A4 (210 x 297 mm) y A5 (148 x 210 mm)
Libro de bolsillo. Libro de dimensiones reducidas. Se le suele llamar también bolsilibro, aunque esta última denominación no es aceptada por todos los bibliófilos.
Libro de consulta. Dícese de los libros que se destinan a la consulta, como los diccionarios, enciclopedias, etc. También se dice libro de referencia.
Libro de coro. Libro de grandes dimensiones en el cual están escritos los salmos, antífonas, etc. que se cantan en el coro; sus hojas suelen ser de pergamino.
Libros de divulgación. Libro que se publica para dar a conocer alguna materia entre el público.
Libro de fondo. Cada uno de los que un librero ha impreso por su cuenta o cuya propiedad ha adquirido en gran cantidad, a diferencia de los de surtido.
Libro de lance. Libro de segunda mano que se vende a precio más bajo que siendo nuevo.
Libro de mano. El que está manuscrito.
Libro de referencia. Libro de consulta
Libro de surtido. Cada uno de los que reciben los libreros para su venta.
Libro de texto. Dícese de los que usan los escolares para sus estudios. // Libro que no lleva grabados ni cuadros, sino solo texto.
Libro elemental. El que contiene los elementos de una ciencia o arte.
Libro elzeviriano. Libro editado por los Elzevirios, actualmente se aplica esta denominación a los libros impresos con tipos parecidos a los usados por los Elzevirios.
Libro encartonado. El que está resguardado con tapas de cartón recubiertas de papel, tela, cuero, etc. También se llama libro en cartoné.
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Libro en cuarto. Dícese del libro cuyo tamaño es igual a la cuarta parte de un pliego de papel de tina. // Libro cuya altura mide 23 cm; si mide de 24 a 32 cm se llama en cuarto marquilla. Antiguamente había tenido los tamaños en cuarto mayor y en cuarto prolongado; si medía menos de 23 cm se decía en cuarto menor.
Libro en dieciseisavo. Dícese del libro cuyo tamaño es igual a la dieciseisava parte de un pliego de papel sellado. // Libro cuya altura mide 12 cm; si mide de 13 a 15 cm se llama en dieciseisavo marquilla.
Libro en dozavo. Dícese del libro cuyo tamaño es igual a la dozava parte de un pliego de papel sellado.
Libro en folio. Dícese del libro cuyo tamaño es igual a la mitad de un pliego de papel de tinta. Con la fabricación mecánica del papel se ha introducido mucha irregularidad en las denominaciones y tamaños; actualmente, el libro en folio mide 33 cm; si mide de 34 a 45 cm se llama en folio marquilla. Antiguamente había también los tamaños en folio imperial o en folio mayor; si medía menos que la mitad del papel de tina se decía en folio menor.
Libro en octavo. Dícese del libro cuyo tamaño es igual a la octava parte de un pliego de papel sellado. // Libro cuya altura mide 16 cm; si mide de 17 a 22 cm se llama en octavo marquilla. Antiguamente había también la denominación en octavo mayor y en octavo menor. // Por extensión, se aplica al formato que se obtiene dando el pliego tres dobleces consecutivos. El primer libro impreso en octavo fue un Virgilio compuesto en Venecia en 1492 por Aldo Manuzio.
Libro en rama. Se dice del libro constituido por un conjunto de pliegos impresos, plegados y ordenados, pero sin encuadernar
Libro en rústica. Dícese del libro cosido o encolado que carece de tapas y solo lleva como cubierta una hoja de papel, generalmente cuché o cartulina.
Libro en sesentaicuatroavo. Dícese del libro cuyo tamaño es igual a la sesentaicuatroava parte de un pliego de papel de tina. // Libro cuya altura mide 7 cm
Libro en treintaidosavo. Dícese del libro cuyo tamaño es igual a la treintaidosava parte de un pliego de marca ordinaria. // Libro cuya altura mide 8 cm; si mide de 8 a 11 cm se llama en treintaidosavo marquilla.
Libro estereotipado. El que, en vez de con tipos móviles, está impreso con planchas metálicas. Hoy se hace extensiva esta definición a los libros impresos por los modernos sistemas de la estereotipia en caucho o por medio del hueco-offset.
Libro imaginario. Libro que solo se conoce por las alusiones o citas que de él se han hecho, pero que nadie ha llegado a ver; unos, por haberse perdido; otros, por no haber existido en la realidad.
Libro inédito. Libro escrito pero no publicado.
Libro intonso. Se llama así al libro encuadernado en el que se han dejado de cortar las barbas de los pliegos que lo componen.
Libro litúrgico. Libro que se dedica al culto en la iglesia.
Libro ómnibus. Conjunto de escritos de un autor, originalmente publicados por separado y después reunidos en un volumen. // Colección de diversos escritos sobre un mismo asunto, de varios autores, reunidos en un volumen.
Libro plegado. También llamado libro fuelle o libro acordeón, consiste en una tira plegada en forma de acordeón, cuyos extremos se hallan sujetos a tapas de madera u otro tipo de cubierta resistente; es común de los países orientales.
Libro prohibido. Aquel cuya lectura estaba prohibida por haber sido incluido en el Index librorum prohibitorum.
Libro raro. También llamado libro curioso, es el que por el corto número de ejemplares impresos o por alguna característica especial (papel, ilustraciones, etc.) merece tal distinción.
Libro restricto. También llamado libro limitado, es aquel cuya circulación se limita deliberadamente, ya por su gran demanda, ya por su valor como obra de consulta, su elevado precio, rareza o índole moral.
Libro único. Se da este nombre a aquel libro del cual solo se conoce un ejemplar.
Libro verde. En sentido figurado, libro inmoral o pornográfico.
Libro xilográfico. El que está impreso en su totalidad con grabados de madera.
Libros bloques. Libros impresos por medio de la xilografía. También se llamaban xilográficos. Se imprimían por una sola cara, en papeles gruesos y con tinta que ha llegado a nosotros amarillenta; su tamaño suele ser el de cuarto mayor o folio menor.
Libros para ciegos. Los impresos en relieve por el sistema de escritura Braille; pueden imprimirse en hojas gruesas o bien de aluminio.
FORMA DE LOS LIBROS
Pueden ser prolongados y apaisados:
Libro prolongado. Es el que resulta más alto que ancho. También se dice alargado, oblongo o vertical.
Libro apaisado. El que es más ancho que alto.
En ambos casos se tiene en cuenta que el título se lee normalmente.
ORNAMENTACIÓN DEL LIBRO
Hay dos clases de ornamentaciones, la clásica y la moderna.
Clásica. Consistía en recargar las páginas con orlas, grandes iniciales, cabeceras, finales, etc. Hoy apenas se usa esta forma de ornamentación, salvo en obras litúrgicas u otras que expresamente se encargan con tales adornos.
Moderna. Se basa más en la abundancia y distribución de blancos, colocación de grabados, etc., habiéndose desechadocasi totalmente las cabeceras, orlas, iniciales historiadas, etc., salvo en casos esporádicos.
Actualmente se tiende a la sobriedad y se trata de iluminar el libro dándole blancos, o sea luz, que descansa la vista del lector y le permite leer con menos engorro y sin distracciones innecesarias.
PROCESO DE PRODUCCIÓN DE UN LIBRO
Las operaciones y los operarios que intervienen en la realización de un libro van desde que la obra nace en la mente del autor hasta su venta por el librero.
El proceso, naturalmente, puede variar, y de hecho varía según las necesidades de una obra o las costumbres de la editorial; sabido es que cada establecimiento tipográfico tiene sus costumbres o sus exigencias, dependientes en todo caso de su fuste o de la importancia de la obra. Por otro lado, en la mayor parte de los casos tales operaciones no se desarrollan forzosamente en un solo taller, puesto que muchas editoriales carecen de talleres; no obstante, las operaciones siguen siendo más o menos las mismas, así como los realizadores.
El orden en que se han señalado estas operaciones es el más lógico y comúnmente usado; no obstante, puede que en algunos casos varíen; por ejemplo, no se mencionan las terceras pruebas por no ser habituales, pero es perfectamente posible que una obra, por su importancia o por otras razones requiera una tercera lectura, que se desarrollará de forma similar a la segunda.
En cuanto a los materiales empleados en estas manipulaciones, nada se ha señalado por ser muy variados los que una obra requiere. Por ejemplo, una obra de texto sin grabados ni cuadros es sencilla de realizar; sin embargo, las que llevan figuras y cuadros o tablas se presentan difíciles y complicadas y su realización precisa más operaciones y materiales.
Tampoco se han mencionado otros procedimientos de composición e impresión fuera de los tradicionales en imprenta; no puede ignorarse, sin embargo, que las operaciones y los operarios varían en cuanto aquéllos métodos sean otros. Por ejemplo, la composición puede realizarse en monotipias, en teletipográfos, en fotocomposiciones, dactilocomposición o máquinas de IBM; la impresión puede hacerse por sistemas litográficos (offset), etc. con todo lo cual varían los procedimientos y los operarios, así como los métodos de trabajo.
REALIZACIÓN DEL LIBRO
a) Creación. El libro lo crea su autor (o sus autores, se si trata de una obra colectiva). El autor puede hacer un libro por encargo o por propia decisión; en el primer caso debe hacer las entregas de original en las condiciones preestablecidas con el editor; en el segundo, una vez realizada y corregida la obra, y dispuesto todo el material necesario para su publicación, habrá que colocarlo, para lo cual se dirigirá a un editor, preferentemente a aquellos que editen obras entre las que la suya pueda acoplarse.
Por regla general el editor retendrá la obra de uno a tres meses mientras le da a sus asesores para que juzguen de su bondad u oportunidad (de aquí la importancia de que el autor acierte a la primera con el editor adecuado). Por su parte el editor puede dar a luz libros originales o bien traducciones.
Cuando una obra le es ofrecida le somete a sus asesores quienes la juzgarán y emitirán un informe basado en la importancia de la obra, su utilidad para el público a que puede destinarse, etc. Con este informe, más el de sus servicios editoriales, el editor decide. Si se trata de traducción la dará a traducir, para lo cual elegirá preferentemente un traductor que conozca el tema de que se trate.
Del traductor la obra pasa al departamento de ediciones, donde se estudia el formato adecuado, tipo de grabados, clase de papel, tipo de encuadernación, número de ejemplares que se cree serán vendidos en un tiempo determinado, etc. Seguidamente pasa el proyectista, quien determina el tipo de letra que se ha de emplear en la composición, sistema por el que se ha de componer e imprimir, distribución de medidas, grabados, etc. Una vez tomados todos los datos concernientes a las líneas maestras de la obra, ésta pasará al departamento de corrección literaria, donde se pulirá de todo defecto y se dejará lista para la composición
b) Composición. Puede hacerse hoy día por varios sistemas o procedimientos: linotipias, monotipias, fotocomposición, dactilocomposición, etc. Cada sistema es adecuado para un tipo de obra, según el tiraje, la calidad del papel, la compaginación, etc.
El más usado hoy día es el de la composición linotípica muy extendido; no se usa ya para este tipo de trabajos la composición manual, y el teletipógrafo tiene ventajas en ciertos trabajos, pero no resulta adecuado para obras. Cuando el libro está compuesto en su totalidad será devuelto, junto con las pruebas, al departamento de corrección tipográfica, que procederá a corregirlas. Si se trata de una obra muy complicada es conveniente que el autor o traductor lean también esas pruebas, a fin de que en las de segundas no hayan de tocar mucho, lo cual siempre resulta engorroso, complicado y oneroso para el editor.
Si el autor lee las galeradas, el corrector tipográfico, por su parte, leerá otro juego, pasando después las erratas señaladas por el autor al suyo. Una vez hecho esto se envían las pruebas a la imprenta, donde se procede a corregirlas. Realizadas las correcciones indicadas por el corrector en las pruebas, el cajista compaginador, guiándose, si es preciso, por la maqueta o pauta que al efecto se le había entregado, caso en que la complicación de la obra lo requiera.
El trabajo queda ya en manos del corrector tipográfico, quien revisará todas las pruebas que sean necesarias hasta que el trabajo quede listo para la tirada, que, en todo caso, según las costumbres de la editorial, no deben empezarse sin el <<tírese>> del autor o de persona autorizada.
c) Tiraje. El tiraje puede hacerse también según distintos sistemas, desde la máquina plana a la rotativa de offset, pasando por la litografía y el huecograbado.
Cada uno de estos sistemas requiere moldes y procedimientos particulares, por lo que al estudiar las líneas maestras del libro habrá de determinarse cuáles serán estos sistemas.
La más pulcra impresión del texto se logra con composición manual y tiraje en una buena máquina plana; sin embargo, tal sistema de composición no resultaría rentable hoy día, y la máquina plana va siendo aventajada, si no en calidad, al menos en cantidad, por otros sistemas de impresión modernos, cual el offet.
d) Encuadernación. Una vez tirados los pliegos, éstos se plegarán y se procederá al cosido o encolado; el primer sistema es, con mucho, el preferible por muy moderno que resulte el encolado. (Se asegura que un libro encolado suspendido en el aire por una de sus hojas, antes se rompería ésta que desprende del lomo; quizá sea cierto, pero no parece que sea un sistema aceptable en una obra que se destine a consulta o a ocupar un lugar en la biblioteca; en este caso, nada como el cosido, aunque sea mecánico).
Sin embargo, para algunas obras baratas se usa el encolado. Este extremo debe estudiarse previamente y sopesar los pros y los contras de cada uno y otro sistema según la clase de obra, el precio a que pueda venderse, etc. se determinará asimismo previamente la clase de encuadernación: rústica, encartonada, con sobrecubierta o sin ella, con faja o sin ella, etc.
e) Distribución y venta. Finalmente, el libro, en su periplo de formación, queda hecho cuando sale del taller del encuadernador. La editorial lo recibe, lo examina y lo pone a la venta a un precio también determinado previamente.
NOTA HISTÓRICA
La historia demuestra que el hombre siempre ha querido dejar constancia de sus pensamientos y hechos por medio de la escritura, y para ello se ha valido de los más extraños medios; los caldeos, escribiendo sobre ladrillos que juntaban como las hojas de nuestros actuales libros, llegaron a formar grandes bibliotecas, como la de Asurbanipal; después el hombre escribió en las piedras, donde dejó reflejada su manera de pensar en inscripciones, como las de los antiguos egipcios o las de los pueblos escandinavos en Suecia; los antiguos habitantes del valle del Nilo descubrieron el papiro, sobre cuyas hojas se escribió durante mucho tiempo; al papiro siguieron las tablillas de marfil y madera cubiertas de cera, como las usadas por los romanos, a las que siguió el uso del pergamino y la vitela.
Los primeros libros propiamente dichos parece que proviene del siglo III, los llamados códices, escritor por los monjes en sus scriptoria. Los copistas profesionales trabajaban para los reyes, los grandes señores y los libreros, pero los más importantes copistas fueron los monjes de los monasterios, gracias a cuya meritoria labor de copia la humanidad puede contar hoy con obras clásicas que en otro caso se hubieran perdido para siempre.
En los primeros años del siglo XV se imprimían libros xilográficos en Europa, lo que se hacía por una sola cara con planchas de madera en las que se habían grabado a punta de buril los caracteres. De aquí a la invención de la imprenta y a la producción de libros en grandes cantidad solo había un paso.
El primer libro impreso de que se tiene noticia fue el Sutra del diamante, realizado en China, en el año 868, por Wang Chieh; utilizó tres tipos de planchas: madera, piedra grabada y metal. Fue hallado en 1907 en una gruta de Tum Huang (China) y lo componen siete hojas unidas que forman un rollo de 4,90 m por 30 cm.
Se cree que el primer libro impreso con tipos sueltos fue la Biblia de 42 líneas, hecha por Gutenberg en colaboración con Juan Fust. Otros creen que el primer libro fue el Misal de Constanza.
Se calcula que desde la invención de la imprenta hasta el año 1900 se habían impreso alrededor de veinte millones de libros en todo el mundo. A partir de 1900 pasan de doscientos mil los impresos por año. La producción actual, teniendo en cuenta los modernos sistemas de producción de libros y la expansión de la cultura es mucho mayor. España viene produciendo un promedio anual de 15.000 títulos en estos últimos tiempos, habiendo alcanzado ya, en el año 1973, la cifra de 21.595 títulos, según datos del INLE.
El libro, pues, instrumento de cultura por excelencia, está llegando a todos los rincones del mundo gracias a un invento que en el siglo XV se produjo en Maguncia (Alemania).
Me inquieta un poco el caso del «libro inédito». Si no se ha convertido en libro, en realidad no es libro, y por consiguiente es sólo imaginario… Será porque sigo entendiendo el libro como un objeto, no como un texto (añado que por eso mismo me parece un contrasentido hablar de libro electrónico, claro).