No encuentro mejor manera de gritar a los cuatro vientos como lo ha hecho la joven autora malagueña Alba González a través de su libro Todos mis ojos tristes publicado por Alfaguara y con ilustraciones de Sara Herranz, que la salud mental sí importa y que hay que darle el lugar que le corresponde.
A través de sus propias experiencias, Alba a lo largo de sus 144 páginas cuenta al lector sus reflexiones, sentimientos y renacer a los que ha tenido que enfrentarse desde sus doce años de edad. No hay versos más bellos que los que escribe y que necesitan ser escuchados por una sociedad que mira para el otro lado cuando se habla de suicidios, enfermedad mental o depresión.
Su poemario podría englobarse en cuatro grandes bloques: Salto al vacío, Romperse, Recoger los pedazos, Volar para finalizar con una carta hacia ella y un apartado de agradecimientos. El libro va dedicado a todos los ojos tristes y podría resumirse como un canto a la esperanza. Así como de la necesidad de tener que nacer para morir y morir para nacer.
Alba deja fluir sus pensamientos para que dejen de doler y siente la necesidad de encontrarse con el yo que tanto se necesita. El primero de los bloques citado “Salto al vacío”, la joven autora nos relata cómo podemos convertirnos en nuestros peores enemigos llamado “síndrome del impostor” de la necesidad de aprender de los errores y de la importancia de validar nuestras emociones y aceptar nuestro cuerpo.
De la importancia de dejar de girar en bucle a través de nuestros pensamientos y de volver a encajar las piezas del puzle que se han demostrado. Saber decir NO y saber dónde NO. También se nos habla entre líneas de la dependencia emocional y de la manipulación. Cada una de sus letras está escrita con el mayor cariño y te desgarra en el alma cada vez que las lees. Alba nos afirma que el eco de su voz no dice lo mismo que ella y que siente calor en el pecho en forma de presión que en ocasiones le lleva a sentirse apuñada por sí misma que le lleva a olvidarse de vivir.
El diseño del libro es una maravilla, no todo el rato estás leyendo de manera horizontal, hay momentos que tienes que leer en vertical o darle la vuelta porque el poema está escrito al revés. Hay frases que recuerdan a posit, que podrían ser sacados de mensajes e ideas escritos en un corcho de su habitación.
En “Romperse” nos habla de los días en que no se puede más, de la importancia de los abrazos. Ella quiere encontrar respuestas a preguntas y siente confianza en que llegará el día en que se encontrará bien. Pero también siente la necesidad de no escribir más. Se siente cada día peor, además se mira y no se reconoce. La autora afirma que no quiere vivir si está sufriendo y que debe encontrar el sentido de la vida, así como aprender a perdonarse.
En “Recoger los pedazos” Alba nos cuenta cómo era antes de la depresión y del sufrimiento. Siente necesidad de encontrar a ¿quién le cortó las alas? Y soltar las cadenas que le llevan al dolor. Quiere recorrer lugares que no le hagan daño y encontrar explicaciones que nunca llegaron.
En “Volar” podría decirse que es el renacer. Tan necesario quererse como no dejarse para la última. La autora nos considera diamantes y nos dice que hay que saborear las cosas bonitas de la vida y vivir sin miedo y libres de dolor. También nos habla de lo desconocido que hay en nosotros y de qué hacer para recomponerse de nuevo tras los ojos tristes. La autora nos da esperanza y habla de las segundas oportunidades
El poemario termina con una carta para ella en la que se recuerda que acabar con la vida no es una opción para terminar con el sufrimiento, que es necesario pedir ayuda psicológica y vivir la vida, aunque duela.
En el apartado de agradecimientos, Alba nos cuenta qué le llevó a escribir el libro y cómo un email le cambió la vida y a los cuales agradece por arriesgarse con ella a tratar el tema de la salud mental. Nos habla de su fiel perro compañero que siempre le acompaña y de su familia que confió en ella. Sabe que tiene suerte con la que gente que tiene a su lado y que en sus peores momentos le ayudaron a salir de casa y cómo el arte y la cultura le salvaron la vida. Hasta el final Alba da un grito a la esperanza, a través de sus palabras apoyando a la gente que está sufriendo y que para ellos siempre hay un final feliz