No he leído un poemario tan profundo como el que os presento ahora y que recién termino de leer llamado Poemario para valientes escrito por Iván Botella. Un poemario contado en primera persona y que ha ayudado al autor a sacar sus sentimientos y mostrarlo al mundo para curarse y que estoy segura va a ayudar a mucha gente.
El libro comienza con un Cupido con dos flechas y va dedicado a su gente querida pero sobre todo a él. En el prólogo y de la mano de Alba Olmos conocemos a Iván porque es ella (su gran amiga) quien nos cuenta cómo es él. También al poemario lo acompaña una banda sonora que puedes escuchar a través de un código qr y que son canciones que le han acompañado a lo largo de su vida.
Es de una gran valentía mostrarse tan abierto a través de sus poemas y mi reconocimiento a Iván por tan bello libro que se divide en nueve capítulos titulado bajo un concepto amplio. Los capítulos se titulan: aceptación, esperanza, confesión, reproche, renacer, duelo, resentimiento, líbido y perdón. Acompañando a los capítulos una frase que da inicio a cada uno de ellos.
En la aceptación, el autor reflexiona sobre las heridas del pasado, y cómo a través de ellas se hizo fuerte, de las inseguridades que saca a través de la escritura, de los abusos que empezaron en 2001, fruto de vivencias y pelea con sus demonios, de las veces que tuvo que estar callado, del respeto, de sentirse pequeño y de las historias de su vida a través del poema El de lo que soy.
Esperanza, se rodea de la magia de la vida, de los recuerdos que le recuerdan a Él, de los instantes, de la almohada llena de lágrimas, de la sensualidad en el poema El del mapa de tu cuerpo, el cómo quería y de cómo conoció a la persona de sus sueños hecha carne.
El capítulo dedicado a la confesión, poemas sobre cómo se encontraron en tiempo y vivencias, conocemos el término pareidolia, cómo pasó las noches en vela, de cómo juntos formaban el océano, de no poder vivir sin Él, de querer y odiar a partes iguales, de que la ciudad no es lo mismo sin él, del enamoramiento de su sombra y de cómo aprendió a alinear las constelaciones al conocerlo.
Y de la confesión llegamos al reproche, al infierno. Al no hacerse ilusiones porque no va a suceder, de la falsa verdad y las mentiras del alma, de las noticias que llegan y duelen, y del aprendizaje a través del ensayo/error. De la muerte como la salvación por volver a verlo y de las lecciones llamadas elecciones que tuvo que aprender a la fuerza con la frase “que tengas suerte”.
Con el capítulo cinco llegamos al renacer, en el que el autor debe hacer su camino y explorar nuevos horizontes inexplorados. El poema Victoria me encanta porque es en el que el autor puede verse y retratarse así como creérselo y en el que afirma que para querer hay que quererse “Me quiero y te quiero”. Del luto con la marcha de su vida y de cómo renació de los escombros. Cambiar el miedo por valentía y de que su mirada es otra. Así como de las ganas de vivir, de que no le sobran y que tiene más ganas de él que del otro.
Me ha llamado la atención que a mitad de los poemas nos encontramos con el epílogo escrito por Irene Santana en el que se habla de a quién va dirigido y se nombra la aceptación, la esperanza, la confesión y el renacer. De que no se trata de cambiar sino de renacer y evolucionar así como transformarse y de la valentía que hay detrás de ello. También hay una aclaración con una fe de erratas en el que se nos dice que el libro acababa aquí pero el autor sintió la necesidad de añadir el año que tuvo de vivencias y heridas y que tuvo que escribirlas para que no le doliera en el futuro, y así no tener miedo de nuevo a los quince años.
La comprensión lectora nos aclara qué es lo que ha querido transmitir, y se nos dice que es una recopilación de poemas en diferentes etapas de su vida, poemas para él mismo desde los catorce años y su avance evolutivo. De las experiencias complicadas que tuvo que vivir y que no podían ser expresadas. También da las gracias a su psicóloga Rocío y de la importancia de disfrutar de la vida y poner límites.
Después de todo esto, llegamos a un capítulo llamado El duelo que empieza con una carta al Iván de hace un año con la que la terapeuta le daba el alta aunque después tuviera una recaída con la marcha cuatro meses después de Él de su casa. Los poemas que vienen a continuación son dolorosos y con mucho sentimiento. Escribe al yo de ayer, cuando estallo por los aires y la última carta entre otros. Iván se enfrenta a una situación difícil y debe crecer de golpe y dejar de hacer felices a los demás dándolo todo o a aprender a decir no y complacerte a ti mismo. De lo que le ayudó a sacar su mejor versión protestando y llorando si hacía falta. Recordar quién eres y volver a empezar la vida después de Él al que se dirige como el monstruo que temía.
Llegamos al capítulo dedicado al resentimiento, donde se describe la ausencia que dejó su amado en su cama, sus besos y de la dificultad de olvidarlo. Así como la necesidad de amarlo en silencio. De cómo sentía morir en cada fin de semana y de cómo empezó de nuevo. De llegar a oler la colonia que usaba “One Milion” y de que el brillo de sus ojos no dejaran de brillar. Se nombran dos fechas: octubre en el que le juró amor eterno y todos lo vieron y la necesidad de arrancar fechas de su memoria así como encontrar el enemigo en sí mismo y diciembre. También reflexiona en positivo diciendo que amó y fue amado y se acuerda de la ciudad llena de recuerdos.
El capítulo octavo hace referencia a la líbido, de cómo tuvo que enfrentarse a sus primeras relaciones sexuales después de Él y qué sentía. Empezó a darse cuenta del lado de su cama lo iba a ocupar quien él quisiera y de las nuevas ilusiones, así como la vuelta de la sonrisa a su rostro.
El último capítulo va dedicado al perdón, en el que se ve volando en un sueño, y en el que su huida fue un abono para su vida. Así como el no arrepentimiento de sus intentos por tratar que no se fuera. De las recuerdos buenos que pasó junto a Él y en que el camino ha hecho su propósito. Iván sigue creyendo en el amor porque lo ha tocado y ha sido muy feliz y se despide de su monstruo para dar por finalizado el poemario.
Los agradecimientos van dedicados a los que leen los poemas y se llevan la mano al corazón, a los que creyeron que no podía y a los que han hecho que llegue ahí. También un recuerdo a su yaya, a la que se dirige como la que más brilla, y nunca le falló y a la que recuerda cada día.
¡Mi más sincera enhorabuena a Iván!