Llega a mis manos el libro La senda del ópalo del escritor Jaime E. Expósito y tras leer el libro en unas solas horas, os comento lo que a mí me ha transmitido que no ha sido poco. Es una apuesta de la editorial Esqueleto Negro que está especializada en literatura de terror.
Desde el principio te sientes atrapado por sus líneas, por sus 16 cortos capítulos, y sientes cómo se eriza tu piel conforme vas avanzando en la lectura. Jaime ha querido comenzar su novela con un apartado de agradecimientos dedicado a su editor, a su familia y a los que le animaron a escribir. Acompañado de unas frases de Stephen King y de Mary Shelley (probables inspiraciones para su manera de escribir).
Antes de comenzar a leer la novela nos adentramos en un prefacio en el que conocemos ya alguno de los personajes. Ayira, Yago o Blanca así como un escenario la casa de Hortuño. Desde el principio ya sentimos la tensión que se respira en el ambiente y cómo cada uno de los protagonistas juega un papel primordial. El año en que comienza todo es 1882, pero hay algo que va a romper el ritmo de la historia.
Estos tres personajes nos dan comienzo a una historia trepidante, y terrorífica adaptada para todos los públicos, por el tipo de lenguaje y la claridad en la exposición al transmitirnos todo lo que me llevo con la lectura de La senda del ópalo. Ayira es una sirvienta que conoce Yago en Haití en uno de sus viajes a América, Yago el dueño de la casa y viajante por el mundo y Blanca es una de sus hijas, en la que encuentra en Ayira un consuelo. Pero Ayira tiene malas intenciones y empezamos a adentrarnos en un mundo oscuro y diabólico de su mano.
Dejamos esa historia del prefacio para adentrarnos de lleno en la narración. Y conocemos a Lucas o Luke llamado así cariñosamente por su abuelo. Me parece tierna la figura del abuelo en esta novela porque como yo digo siempre “los abuelos deberían ser eternos” y creo que colocar al abuelo en esta esta trama ha sido un rendido homenaje del autor a su abuelo que lo califica como un ser mágico.
A través de los ojos de Lucas Herrañez va a desarrollarse la narración y sabemos de sus dones heredados, intuición y premoniciones que se reflejan a través de los sueños, aunque también conocemos sus pesadillas. Tampoco en momentos sabes diferenciar si lo que ve es real o es producto de su imaginación. Sabemos que era considerado el raro de la clase, un aventurero y que disfruta con los comics de Flash Gordon. Así como su contacto tan especial con los animales y su curiosidad que le lleva a alcanzar grandes logros. Aprovecha el autor para hacer un guiño a la extinción del oso cantábrico. Me encanta extraer esa información que nos dejan caer los autores detrás de sus creaciones y que dice mucho de ellos. Sabemos que Jaime sigue la saga de la Guerra de las Galaxias, y que hay lecturas que le dejaron huella como La isla del tesoro y Robinson Crusoe. También la predilección por las ilustraciones de Gustave Doré.
“No somos dueños de nuestro destino y creo que no es bueno cambiar lo que el futuro nos tiene preparado”
La escena se desarrolla en Galicia más en concreto en As Caldeiras en A Coruña así como también sabemos que es la Virgen del Carmen la patrona de ese municipio.
Lena Turán es una compañera de instituto de Lucas y se hacen inseparables. Juntos van a clases de repaso de matemáticas con su profesora Virginia. Otro de los compañeros Edu no tan amable. Entre ellos no hay secretos. Lena es una mujer buscadora y una luchadora, no se deja vencer fácilmente. Lo que no saben es que empieza una historia para ellos sin retorno en el que van a tener que superar una situación incontrolable para ellos. Ambos, Lucas y Lena son aventureros y se dejan llevar por la vida. Llega el verano y quieren disfrutarlo al máximo, se van a ver la luna, las estrellas y a montar en bici, pero lo que no saben es que el encontrar una casa abandonada les va a cambiar la vida. Empiezan a aparecer los primeros espectros y los primeros sobresaltos en la lectura con apariciones incluso en transformaciones en los protagonistas de la historia.
Jaime es capaz de erizarnos la piel en todo momento y hacernos sentir lo que están sintiendo los personajes en ese momento para adentrarnos en una literatura de terror que te mantiene alerta en todo momento. Se trata el tema de la muerte, en las reflexiones que se realizan en relación a las estrellas ¿quién muere se convierte en estrella? Y en las observaciones a la luna. Podría ser que el autor sea un apasionado también de la astronomía.
Lucas tiene 14 años y la relación con su madre es muy especial. Es ella quien le aconseja que siempre siga los impulsos de su corazón y es lo que va a transmitirnos Jaime en su novela. La figura de Lucas es muy importante porque a pesar de su corta edad, va a hacer que la gente a su alrededor se sienta segura y protegida. Es su madre la que le regala a su hijo un amuleto que va a estar presente a lo largo de la narración y según el momento que se esté viviendo cambia de color o se enfría o calienta, para protegerlo.
El autor nos recrea los edificios y escenas por las que pasan los personajes con tal detalle que pueden ser capaz de verlos y sintiéndolos a la vez que vas leyendo La senda del ópalo.
Una escena cambia el ritmo de la narración y es Lucas quien aparece en un hospital. Todo a su alrededor es abrumador y no reconoce nada. Él cree estar metido en un sueño horrible y lo único que quiere es volver a casa lo que no sabe es que lo que está viviendo no es un sueño sino es real. La aparición de su abuelo le hace confirmar que está atrapado en un mundo paralelo, y que no se encuentra ni en el mundo de los vivos ni en el de los muertos. De él va a extraer habilidades desconocidas para él y no está solo, es momento de conocer a otro personaje que es el sepulturero Víctor Lafuente, encargado, como el mismo califica, de las ánimas.
Lucas tiene una misión y no va a ser fácil volver a casa, ya que tiene una labor encomendada, él tiene un don el de estar de estar entre los dos mundos y conectar con los espíritus. Para él es difícil asimilar todo lo que le ha ocurrido en poco tiempo. Y en el centro de todo, la familia Hortuño que desaparece sin dejar rastro.
“A veces hay cosas que no nos gusta hacer, pero hay que hacerlas”
El adentrarse en la casa abandonada no va a ser tarea fácil por las escenas que se suceden en ella. Lucas tiene que mantener la calma en todo momento ya que él ve solo seres que han fallecido, pero sabe que su abuelo lo acompaña cuando lo necesita. Hay un diario el de Lena que también juega un papel importante en la novela y es Inés la mujer de Yago quien va a descubrir los ritos satánicos de Ayira. Lucas tiene un encuentro con Blanca y es ella quien le agradece que gracias a él tienen la esperanza para volver a la vida. Se relata como un viaje al pasado porque empezamos en 1985 y nos transportamos a 1882.
Hay sustos, silencios, apariciones y escenas de terror dignas de ser llevadas a la escena cinematográfica en los que Lucas y el amuleto de ópalo están presentes en todo momento, la simbología y el inframundo, dan vida a una novela que desde ya recomiendo a los lectores. Así como el mensaje que he extraído detrás de ella, dedicado a que somos más fuertes de lo que en ocasiones pensamos. Lucas debe superar la batalla y es Lena quien desde el mundo exterior ahora debe unirse más que nunca a Lucas para ayudarlos. Es una red en la que deben ayudarse entre todos, para salir de esa pesadilla.
La relación de cartas que se escriben entre Lucas y Lena me ha causado ternura también porque cómo estando tan cerca pueden estar tan lejos. La bondad de ambos hace que el amor prime por encima de todo. Y los pasos que den tienen que ser decisivos no puede haber pasos en falso. Lucas sufre, pero su percepción y perfección de los dones le va a ocupar toda su vida. Hay que romper un maleficio y está en manos de Lena y de Lucas el deshacerlo, y el uno sin el otro no lo pueden lograr. La tensión se mantiene en la narración en todo momento y es increíble cómo en tan pocas páginas nos hace sentir tanto el autor de esta novela.
Deben encontrar pistas, hacer el camino al revés para encontrarlas y hallar el paradero de Ayira. Lo que ocurre que esas hazañas les van a llevar por caminos desagradables y en otros se va a abrir el camino. Hay momentos duros, en los que Lucas tiene que apoyar a otros personajes a enfrentarse a situaciones duras, pero en ningún momento ves que desfallezca. Hay oportunidad también para la sorpresa y que no todo lo que se ve es lo que hay.
Todo se va colocando en su lugar y la vida empieza a ponerse en orden cuando de repente ocurre otro suceso y el portal que había abierto el abuelo para la conexión entre los vivos y los muertos se tiene que cerrar. La oscuridad se ha marchado y “todo parece” que vuelve a la normalidad.
Lucas se vuelve a empoderar y se enfrenta al miedo por última vez mirándolo de frente, sin frenos. Sabe lo que quiere y va a ir a por ello. No os puedo comentar mucho más porque haría spoiler pero es preciosa también la manera de acabar a través de una carta hacia Lucas.
Acabamos el libro con un epílogo dedicado de nuevo a la bondad de su abuelo y al perdón. También con un paseo de nuestro personaje en el que se encuentra con una sorpresa inesperada. Cierra el libro un índice con todos los capítulos del libro.
Darle mi más sincera enhorabuena al autor de este libro Jaime E. Expósito y a la Editorial por confiar en él porque me ha hecho vibrar en cada letra y en cada capítulo hasta llegar al final sin pestañear. No es un género que lea a menudo, pero sentí inquietud al ver la portada y gracias a él creo que me engancho a la literatura de terror. Lo recomendaré sin ninguna duda. ¡Desde estas líneas mi más sincera enhorabuena!