Las Bibliotecas en la antigüedad. Si realizamos un recorrido a través de la Historia de la Humanidad podremos darnos cuenta de la importancia de las bibliotecas como centros de información y de difusión cultural desde épocas remotas hasta nuestros días.

Los antecedentes históricos de la biblioteca se encuentran en la Antigüedad: se trataba de grandes cuartos o salones donde únicamente se almacenaban las tabletas de barro que contenían los conocimientos de la época.

Historia y evolución de las bibliotecas

Está obviamente ligada a la evolución del libro, y de los materiales de escritura. Las tabletas de arcilla son los documentos más antiguos que se conocen, fueron descubiertas en Macedonia y datan del tercer milenio a. C.

Estas tabletas grabadas contenían transacciones económicas, cuentas y textos sobre astronomía, medicina y matemáticas. Con el paso del tiempo, el material utilizado para escribir fue cambiando, ya que las tabletas se deterioraban con facilidad y fueron sustituidas por el papiro, reemplazado después por el pergamino.

La biblioteca más antigua de la que se tiene noticia data precisamente del tercer milenio a. C., estaba en el interior de un templo de la ciudad de Nippur, en la antigua Babilonia, en ella se almacenaban primitivas formas del libro consistentes en tabletas de barro y rollos de papiro.

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LAS BIBLIOTECAS EN MESOPOTAMIA

En Mesopotamia se escribía principalmente en tablas de arcilla, generalmente rectangulares, que se dejaban secar al sol o se cocían después de haber escrito en ellas. Las tablillas se identificaban por el colofón, en el que figuraban las palabras con las que comenzaba la obra.

A veces se añadía el nombre del propietario de la tablilla, y el del escriba. Estas tablas se guardaban lejos del suelo, en cajas de madera o cestos de mimbre a lo largo de las paredes en las habitaciones centrales dentro de los palacios. Las tablas se ordenaban por diferentes materias, por su importancia.

En el dintel de la puerta de acceso se grababan los comienzos de las obras que estaban en esa habitación. Las bibliotecas más famosas fueron la de Nippur, mencionada anteriormente, la de Ebla y la de Asurbanipal.

La biblioteca de Ebla

La ciudad de Ebla se situaba cerca del puerto de Ugarit. En 1975 se descubrieron en el palacio dos habitaciones con 20000 fragmentos de tabletas colocadas de acuerdo con su forma y contenido

en estanterías de madera adosadas a las paredes. En esta biblioteca ya había una clasificación de los materiales, las tablillas tenían una especie de signatura en el lomo para hacer más fácil su localización.

La biblioteca de Asurbanipal

Se llamó así en honor de su fundador, soberano del Imperio Asirio cuya capital fue Nínive. A este rey se le atribuye la colección y preparación de una edición definitiva de literatura cuneiforme. Asurbanipal mostró una gran afición por los textos antiguos y organizó un escritorio en su palacio en el que se copiaron muchos textos.

La biblioteca de Asurbanipal se instaló en el Palacio Real y después de la caída de Nínive permaneció oculta hasta que en 1845 la descubrió el arqueólogo inglés Sir Austin Henry Layard. Actualmente se encuentran muestras de esta biblioteca en el Museo Británico de Londres.

Las tablillas de arcilla se clasificaban por materia y se las identificaba por marcas ubicadas dentro de la colección. Existía un “catálogo” que contenía los fondos existentes, donde se registraba la variedad de temas abarcados en la colección: exorcismos, recetas médicas, presagios astrológicos, etc.

EGIPTO

El libro egipcio es el primero que utiliza la tinta y una materia ligera, el papiro. De esta planta se extraían unas fibras que se prensaban y después se disponían formando una especie de tejido sobre el que se escribía. Los papiros se pegaban unos a otros y se guardaban enrollados formando volúmenes, los rollos de papiro solían tener unos 30 cm de alto y una media de 5 ó 6 m de largo. Los volúmenes se guardaban en estuches de cuero y estos en cajas de madera y ánforas.

Los egipcios llamaron a las bibliotecas “Casas de la Vida”, y se situaban en los templos y palacios reales. Entre las bibliotecas egipcias más notables podrían estar las de Tebas y la de Karnak, aunque investigaciones recientes han dado a conocer otras bibliotecas que fueron famosas, como la de Tell El-Amarna, una ciudad egipcia del segundo milenio a. C.

Sin embargo, no se ha descubierto ninguna de estas “Casas de la Vida” ni los materiales que albergaban debido a su escasa resistencia a los agentes físicos.

GRECIA

El material utilizado en Grecia para escribir era también el papiro, aunque se utilizaban también las tablillas de madera enceradas para la enseñanza. En la época helenística aparece el pergamino como material de escritura. La leyenda atribuye la creación de este material a los bibliotecarios de Pérgamo, quienes, según la leyenda, tuvieron que buscar otros materiales de escritura después de que Egipto prohibiera la exportación del papiro, y comenzaron a escribir sobre pieles curtidas de animales. El pergamino reemplazaría al papiro, ya que ofrecía mayor durabilidad y facilidad para la escritura, además de que el material podía utilizarse por ambos lados.

En Grecia se produjo una enorme difusión del libro y de la lectura debido principalmente a la aparición de la escritura alfabética (que facilitaba la técnica de escribir) y a la extensión de la enseñanza, que llegó a través de las escuelas y pedagogos, y también a través de los sofistas y de los centros de estudio e investigación, como era el caso de la Academia de Platón o el Liceo de Aristóteles.

Estos eran centros en los que se discutía y se trataba sobre filosofía, ciencia, religión, etc., y, además, en ellos se acumulaban colecciones de libros de las que, desgraciadamente, no se conserva nada.

Las bibliotecas dejan en esta época de ser patrimonio de los templos y ya encontramos bibliotecas en casas particulares, como es el caso de la biblioteca de Ulano, cerca de Pompeya, situada en la casa de un noble, que se ha conservado después de enterrarse en ceniza. Esta biblioteca, donde se han encontrado los textos que se conservan de Epicuro, estaba dividida en dos grandes zonas, una para libros griegos y otra para libros romanos. Aunque, sin duda, en Grecia debemos destacar dos bibliotecas, la de Alejandría y la de Pérgamo.

La biblioteca de Alejandría

Alejandría se sitúa geográficamente dentro de Egipto, sin embargo, pertenece a la cultura helenística. Ptolomeo II fundó en el siglo III a. C una institución al estilo griego a la que llamó Museion (Templo de las Musas), que estaba dedicado a la enseñanza y a la investigación. Allí los hombres sabios se reunían, leían, etc. La lectura se hacía en público, en voz alta, por eso era tan importante el espacio abierto, las escalinatas.

No se conoce con exactitud el número de manuscritos que pudo recoger, pero pudo llegar a tener unos 700.000 manuscritos. La biblioteca recogió literaturas de varias civilizaciones de la Antigüedad, así como sus traducciones. La Biblioteca de Alejandría se dedicaba a trabajar con toda esta información, el énfasis, por tanto, estaba puesto en la difusión y no tanto en la conservación de documentos.

Al principio la Biblioteca de Alejandría estaba cerca del Museion, dentro de los recintos del palacio real, pero cuando la cantidad de libros adquiridos sobrepasó su capacidad se decidió abrir una dependencia adicional en el Serapeion (templo dedicado a Serapis).

Los manuscritos se conservaban en salas o habitaciones en nichos de madera o de mimbre, los mejores manuscritos se untaban con aceite de lino. Los manuscritos eran reconocibles por el “sillybos” (al que los romanos llamaron “index”), una especie de etiqueta en la que se escribía el título (que eran las primeras palabras de la obra). El receptáculo de madera donde se conservaban los rollos era llamado por los griegos “bibliotheke”, palabra que pronto adquirió el significado de colección de libros.

Existen varias leyendas que cuentan cómo se destruyó la Biblioteca de Alejandría, pero no hay hechos históricos que lo atestigüen.

La comunidad internacional, por medio de la UNESCO, ha financiado el Proyecto de Reconstrucción de la Antigua Biblioteca de Alejandría. Este proyecto nació en 1974 y el sueño se hizo realidad recientemente con la inauguración de la Biblioteca Alexandrina.

Cuenta con un espléndido edificio y la Sala de lectura más grande del mundo. Además, alberga importantes tesoros, muchos ya digitalizados, en una clara vocación de facilitar el acceso a sus colecciones.

La Biblioteca de Pérgamo

La Biblioteca de Pérgamo fue fundada, en esta ciudad de la costa de Asia Menor, por Átalo I, aunque no se desarrolló totalmente hasta el reinado de su hijo en el siglo II a. C. Esta Biblioteca estaba organizada alrededor de un templo en honor a Atenea.

La Biblioteca de Pérgamo tuvo, según Plutarco unos 200.000 volúmenes, y llegó a rivalizar con la Biblioteca de Alejandría. La tradición atribuye a esta biblioteca el empleo del pergamino como material de escritura.

ROMA

El libro romano es una réplica del griego. El soporte más utilizado es nuevamente el papiro, sin embargo, también utilizaron las tablillas de madera enceradas, llamadas “Codex”, que irían desplazando al papiro. El codex tenía una disposición diferente de los textos, y se formaba mediante la unión de dos o más tablillas, atadas por uno de sus lados (de manera que se podían cerrar sobre sí mismas), la cara interna se untaba con una capa de cera para así poder escribir sobre ella con un punzón. El codex terminaría imponiéndose sobre todo gracias al cristianismo.

En Roma hubo, además, se comenzó la comercialización del libro, que dará lugar a la aparición de librerías editoriales, talleres donde se fabricaban y vendían los libros, donde los esclavos copiaban los textos. Además, se organizaban lecturas públicas, a modo de campañas de publicidad para dar a conocer las novedades. Había gente especializada, además, en acudir a las audiciones públicas, retener los textos en la memoria para después escribirlo y venderlo. Ya entonces había problemas de propiedad intelectual por el plagio de obras.

Los libreros eran a la vez editores y tenían su propio taller de copistas, conformados por esclavos que normalmente eran griegos letrados..

Además, en Roma aparecieron las primeras bibliotecas públicas. En el año 39 d. C. se fundaron en Roma varias bibliotecas, entre ellas la de Asinio Polión, ubicada en el Templo de la Libertad, que es considerada como la precursora de la biblioteca pública.

Augusto creó dos grandes bibliotecas, una de ellas situada en el Pórtico de Octavio y la otra en el Palatino, junto al Templo de Apolo, ambas eran bibliotecas públicas.

Otra biblioteca pública muy importante fue la Biblioteca Ulpia, creada por el Emperador Trajano, donde también se conservaban documentos públicos, por tanto, es probable que fuera, además, un archivo histórico. Al frente de las bibliotecas públicas estaba el Procurator Bibliotecarium a cuyas órdenes estaban los bibliotecarios que trabajaban en cada una de ellas.

Estas bibliotecas públicas, se construían al lado de un templo y tenían una sección latina y otra griega y aunque fueron usadas y apreciadas por los ciudadanos, no alcanzaron la importancia de las bibliotecas privadas de los patricios y ricos romanos.

Las bibliotecas públicas de esta época se construían generalmente después de una batalla victoriosa, los emperadores construían la biblioteca, abierta al público, donde existía un sistema de préstamo con fianza económica. Las bibliotecas públicas desaparecen con la Roma de los Césares y no volverán a aparecer hasta avanzado el siglo XVIII.

Las Bibliotecas en la Antigüedad
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Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
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