Beatrix Potter nació en South Kensigton en 1866. Recibió una educación corriente y vivió de un modo bastante corriente. Le gustaba narrar historias y dibujar y en 1899 comenzó a enviar una serie de historias de animales ilustradas, en cartas y postales, a un niño enfermo del que era amiga. A medida que pasaba el año, las historias se hacían cada vez más largas. El primero de sus libros apareció en 1900: se llamaba El cuento de Perico, el conejo travieso (The Tale of Petter Rabbit) y hoy es uno de los cuentos más famosos del mundo.
No hay nada sentimental en el cuento de Perico, ni en las docenas de libros que escribió Beatrix Potter con posterioridad. Ésta en otra virtud de la autora: venía el mundo, y especialmente el mundo animal, con gran claridad; sabía que abundaban en él los accidentes y la crueldad y no lo ocultaba a sus niños lectores. Algunos de sus libros son incluso un poco macabros, pero las historias tienden a acabar bien, que es lo que más gusta a los niños: penalidades y trabajos con un final feliz. En realidad, ¿quién no prefiere esa clase de historias?
A la muerte de Beatrix Potter, en 1943, se habían vendido varios millones de copias de sus libros cuadraditos, con sus historias irónicas y sus ilustraciones coloristas. A estas alturas, la cuenta quizá se acerque al millar de millones.
(Breve historia del leer. Charles Van Doren. Ariel, 2009)