James Joyce primogénito de una familia de arraigada tradición católica y nacionalista, estudió en el colegio de los jesuitas del Belvedere e ingresó en 1898 en la Universidad de Dublín. Después de graduarse en 1902, vivió un tiempo en París y volvió a su ciudad natal al año siguiente, en que murió su madre; abandonó definitivamente Irlanda en 1904, acompañado por Nora Barnacle, su compañera de toda la vida.
Tras una breve estancia en Zurich se trasladó a Trieste, donde permaneció hasta 1915. En 1907 publicó en Londres su primer libro, una colección de 36 poemas breves de corte impresionista titulados Música de cámara. Por entonces empezó a escribir asimismo la que sería su primera obra narrativa: Dublineses (1914).
Los quince relatos que la integran están ambientados en el medio social del que provenía el propio Joyce: la pequeña y mediana burguesía de Dublín y su motivo unitario y recurrente es de algún modo la frustración.
Pobres en cuanto a su acción, las narraciones describen más bien procesos y vivencias interiores en un clima negativo y pesimista. Entre 1914 y 1915 apareció asimismo publicada por entregas en la revista The egoist, la novela Retrato del artista adolescente.
La figura casi autobiográfica del protagonista es explorada por el autor desde los años de infancia hasta el momento en que abandona Irlanda para dirigirse a París.
Aunque todavía no hubiera madurado la técnica de la “corriente de la conciencia” que con tanto éxito emplearía en el Ulises, Joyce reproduce cada una de las etapas de la evolución espiritual de su héroe atendiendo hasta los mínimos detalles lingüísticos que las caracterizan.
En 1915 compuso su única obra dramática, Exiliados (1918) cuyo tema central es el alejamiento de la patria y el exilio voluntario del artista. Son los años de trabajo en el Ulises, su obra maestra y una de las novelas fundamentales del siglo XX, que fue parcialmente publicada entre 1918 y 1920 en la revista The Little review y apareció en forma de libro en París en 1922.
Auténtica epopeya de la vida cotidiana moderna, el Ulises registra las peripecias interiores y exteriores de tres personajes cuyos destinos se entrecruzan en el curso de un solo día el 16 de junio de 1904: el agente publicitario Leopold Bloom, su mujer Marion cuyo célebre monólogo interior en el capítulo final del libro es considerado uno de los máximos logros técnicos de la narrativa joyceana y el joven maestro y escritor Stephan Dedalus, protagonista ya del Retrato del artista adolescente.
En torno a estas tres figuras se agrupa un gran número de habitantes de Dublín, con los que entran en contacto aquel día. A cada capítulo de la obra corresponde una técnica expositiva diferente que incluye también el teatro y la disolución de la escena en un juego de preguntas y respuestas; otro rasgo característico es la referencia, perceptible sobre todo en la estructura general del libro, a la Odisea de Homero, que relativiza y parodia el escenario moderno.
En 1923 inició Joyce la composición de Finnegan’s wake (El despertar de Finnegan), obra que constituye la culminación de su experimentalismo en el campo de la literatura y de la que dio a conocer diversos fragmentos durante su redacción pero que no apareció de forma definitiva hasta 1939. La dificultad de este libro reside en el lenguaje que el autor creó para escribirlo, una especie de amalgama en las que resuenan ecos de sesenta idiomas.
La producción literaria de Joyce que rompe con toda la tradición del siglo XIX, supone también una inquietante indagación psicológica, a menudo casi ininteligible que bucea en los rincones más íntimos de la personalidad humana y desintegra el lenguaje y la expresión en aras de una constante búsqueda experimental, decisiva en la plasmación de las nuevas técnicas narrativas de la época moderna.
