María José Voltes nació en Barcelona. Estudió administración de empresas en la UB y en IESE. En 2014 publicó su primera novela «Los cisnes no tienen alma, los violines sí». A raíz de esta escribió numerosos relatos sobre música clásica. En 2016 colaboró en la antología de Playa de Akaba «Ulises en la isla de Wight», un sentido homenaje a la música de todo tipo. En «La luna huele a lavanda» se aleja de esta línea, volviendo a la narrativa tradicional, que une pinceladas de experiencias y reflexiones profesionales a una historia de ficción que podría ser muy real.
«Escribir responde siempre a una necesidad interna. Siempre hay un detonante que inicia ese proceso y que responde a algo que aún no has expresado o que tienes danzando por la cabeza. No está en mis manos el afirmar si lo que yo escribo tiene valor literario. Solo aspiro a crear o contar historias y a hacerlo aceptable y dignamente. Por supuesto siempre es agradable descubrir a un tercero que disfruta de lo que he publicado o que comparte mis ideas o mis gustos, pero de la misma manera hay que aceptar que no sea así y que además esa opinión sea más o menos rotunda. En cualquier caso la conexión que se crea entre dos grandes desconocidos como son el autor y el lector para mí es mágica, incluso cuando yo misma soy las dos partes».
¿Quién es Maria José Voltes y cuáles son sus sueños? Yo nací y vivo en Barcelona. Estoy casada, mi marido es danés y tengo una hija maravillosa. Estudié en la Universidad de Barcelona y en IESE. Mi felicidad es la de mi familia y mis aspiraciones pasan por hacer bien mi trabajo y disfrutar de las cosas que me gustan. Soy directiva de empresa y me encanta mi trabajo, la música clásica y escribir.
¿Desde qué momento supo que quería dedicarse a la escritura? Yo no puedo dedicarme a la escritura en exclusiva. La escritura es parte de mi vida, una parte importante, pero no la única. Empecé a escribir muy tarde, hace unos cinco años, y tengo como único objetivo hacerlo cada día un poco mejor. Convertir la escritura en una profesión es algo que no me he planteado a día de hoy.
¿Qué significa para usted escribir? Significa disfrutar, aprender, bajar ideas a tierra, construir historias y poderlas contar después.
¿Ha experimentado cambios desde su primera novela Los cisnes no tienen alma, los violines sí, a La Luna huele a lavanda? Son dos historias muy diferentes. Me atrevería a decir con toda mi modestia que la segunda es una propuesta más ambiciosa, más hecha, y también más larga y compleja. La primera era una historia más suave y esta última mucho más real, con varias historias que ocurren en paralelo y que al final confluyen en una. La luna y Mariana, la protagonista, manejan conjuntamente esta historia. Creo que es una propuesta diferente y original, y que cualquier lector puede disfrutar. Y me encantaría que así fuera.
¿Para que tipo de público está orientada su última novela? Para cualquier público adulto. El que la historia se desarrolle en empresas, no quiere decir que sólo sea una historia para economistas. Cualquiera se puede sentir identificado con personajes o situaciones de la vida laboral de cada uno.
¿Tiene presencia en redes sociales? ¿Cree que el uso de las mismas favorece a la difusión de la obra de un escritor? Seguro. Se me puede encontrar en Twitter, Facebook o Linkedin. Es una oportunidad fantástica para conocer gente interesante, intercambiar experiencias con otros escritores o poder hablar con lectores.
¿Tiene proyectos futuros en marcha? Sí. En octubre saldrá un cuento para jóvenes y quiero escribir algo nuevo pronto, pero no quiero escribir por escribir. Es un proceso que requiere de un cierto escenario y un especial estado de ánimo y opino que nunca debe forzarse.
¿Piensa seguir escribiendo? Claro, pero sin convertirlo en una obligación. Detrás de cada obra hay mucho trabajo y hay que tomarse también un respiro de vez en cuando. Aún es reciente el haber visto nacer a esta luna tan especial.
Algo que añadir… Muchas gracias por todo y un saludo.
A ti. Un placer.