¿Quién es Mariano Sánchez Soler y cuáles son sus sueños? A mis 62 años me considero un escritor radical. Sigo escribiendo sobre lo que me gustaría leer y con ello trato de responder a la realidad que me ha tocado en suerte. A estas alturas, no quedan sueños por cumplir, solo consolidar el presente. Vivo escribiendo porque, para mí, es la única manera que conozco de seguir vivo en este mundo tan brutal. No me hago demasiadas promesas; intento vivir al día, trabajar y construir. Tengo la suerte de haber llegado a ser lo que me propuse en mi adolescencia.
Hombre polivalente, periodista, novelista y escritor… ¿con cuál se queda si tuviera que decantarse por una? Desde el punto de vista profesional, soy un cronista, un narrador, un periodista literario. La escritura es para mí una actividad total en la que cabe el periodismo, el ensayo, la narrativa, la poesía… Son distintas parcelas de una única posición ante el mundo y la vida.
Ha colaborado en multitud de medios escritos, orales y periodísticos pero siempre llevando la ciudad de Alicante consigo.Como periodista, he trabajado en El Periódico de Catalunya, en la revista Tiempo, en Radio Nacional, en el diario Información… He escrito y colaborado en Interviú, Le Monde Diplomatique, Diario 16, Cambio 16, El País, la Cadena Ser… Son tres décadas de periodismo y literatura.
A veces me preguntan si es complicado escribir desde un lugar como Alicante. Yo siempre respondo que Alicante no es un problema a la hora de crear ficciones, Alicante es el mundo, que diría Leonardo Sciascia (refiriéndose a Sicilia, naturalmente). Es mi ciudad natal, es mi paisaje, me emociona, pero en muy pocas ocasiones es el tema de mis libros. Lo es cuando escribo sobre la destrucción de la ciudad y la memoria. Precisamente, el único libro de ficción en el que me he permitido unir poesía y novela negra es Alacant blues (ECU, 2008), una obra en la que reinvento y reordeno la memoria de mi infancia, mientras denuncio con cierta melancolía y en perspectiva las transformaciones que ha experimentado la ciudad. Se trata de una crónica sentimental planteada como homenaje particular a la gente de mi tiempo, desde la experiencia de alguien que ha vivido la emigración (en Madrid durante dos décadas) y ha madurado fuera de esta ciudad, con toda la carga de vivencias que ello comporta.
¿Sobre qué tipo de escritos a nivel periodístico le ha apasionado escribir o en cuál se ha sentido más incómodo? El periodismo es la fuente de mi creación literaria. Por eso escribo novelas de corte realista que me permiten ir al grano y tratar temas sociales. Me baso en lo que sé. El asesinato en 1980 de la estudiante Yolanda González, a la que conocía personalmente, me golpeó de forma decisiva. Yo tenía veintiséis años y desde el primer momento sabía que debía escribir sobre aquello. Mi primer reportaje publicado en Interviú hablaba de ella. Y así también nació Para matar, la más dura de mis novelas. Algunos de los sumarios más controvertidos de los últimos treinta años (caso Dulce Neus, Urquijo, Batallón Vasco-Español…), en los que he trabajado a fondo como periodista, han sido el material con el que he construido mis novelas.
Siempre he sido un autor a la caza de una historia que contar, y siempre como periodista me he movido en terrenos donde imperaba el crimen y la política. Donde no puede llegar el periodismo ni la historiografía, la literatura de ficción se convierte en la verdadera narradora de lo que significa nuestra sociedad posindustrial. Escribo, pues, novelas realistas, documentadas, inspiradas en personas y sucesos reales; interpreto los hechos, trato de reflexionar…
Cuéntenos de los libros que ha publicado… Son más de treinta libros publicados desde 1983. Mis ficciones y mis libros de no-ficción forman un todo, se complementan. Cada cual escribe los libros que quiere, al margen de su mayor o menor calidad literaria. Yo escribo las historias que me interesan y hablo de los asuntos que me importan. Son, para mí, libros necesarios. Mis libros no tendrían sentido si no fueran instrumentos de conocimiento, de revelación. No escribo historias tan oscuras porque me diviertan. En mis libros de investigación histórica, en mis reportajes, novelas y ensayos se repiten dos temas: la violencia por motivos políticos (también la otra) y los abusos del poder. A mis dos libros sobre el movimiento neofascista y la extrema derecha, Los hijos del 20-N (Temas de Hoy, 1993) y Descenso a los fascismos (Ediciones B, 1998), se suman otras tres obras que, sin proponérmelo a priori, forman una trilogía sobre el poder del dinero en España y la manera en que este poder actúa sobre nuestras vidas: Ricos por la patria (Plaza y Janés, 2001), Las sotanas del PP (Temas de Hoy, 2002) y Negocios privados con dinero público (Foca, 2002). Estos tres libros hablan de los métodos poco ortodoxos que utilizan los grandes poderes (financiero, político y religioso) para mantener su hegemonía. Además de explicar la sociedad que tenemos, los tres plantean problemas cruciales, tales como la necesidad de profundizar en la democracia y en la transparencia para evitar la corrupción y los abusos oligárquicos.
En este terreno, Los Franco, S. A. (Oberon, 2003) y Los banqueros de Franco (Oberon, 2005) también indagan en algunos de los aspectos menos estudiados de la dictadura, el círculo íntimo del general y la capacidad corruptora de la dictadura. Mi última obra, La transición sangrienta (Península, 2010), es una investigación histórica sobre el verdadero precio de la transición política española, con 591 muertos y más de dos mil heridos de bala en apenas siete años. Un hecho que, hasta el momento, nadie se había interesado en desvelar. Desconozco el porqué. Quizás se deba a “la contaminación” que supuso reformar el franquismo para instalarse en el capitalismo democrático, mediante pactos y sin romper con el pasado.
La transición sangrienta es el resultado de más de treinta años de trabajo y la elaboración de una tesis doctoral que tardé casi una década en concluir. He recurrido a la verdad judicial, a los hechos probados recogidos en sentencias y documentos oficiales. Después, los datos han sido contextualizados y explicados a través de fuentes testimoniales, periodísticas, históricas… El objetivo de un libro así es que la gente sepa la verdad de la manera más amplia posible.
En cuanto a mi obra narrativa, lo que conozco y descubro como investigador se convierte en un material excepcional para mis novelas, en cuyas páginas la realidad y la ficción forman un todo indivisible. Así queda patente en Carne fresca (Ediciones B, 1989), Festín de tiburones (Plaza y Janés, 1990), Para matar (Almuzara, 2008), Lejos de Orán (Zoela, 2003), La brújula de Ceilán (Almuzara, 2007), en Nuestra propia sangre (Rey Lear, 2009), Premio de narrativa Francisco García Pavón, o en El asesinato de los marqueses de Urbina (Roca, 2013), Premio internacional de novela negra L’H Confidencial.
¿Ha recibido reconocimiento por su labor profesional? Si, como periodista y como novelista. Tengo varios libros literarios y periodísticos, como son: Premio Internacional de No ficción Rodolfo Walsh, Premio de Narrativa García Pavón, Premio de la Crítica Literaria Valenciana, Premio L’H Confidencial de Novela Negra. Premio Profeta en su tierra, entre otros.
¿Qué piensa del trato que se tiene en Alicante acerca de la cultura y en relación con las bibliotecas y centros de documentación, archivos, etc.? ¿Qué mejoraría? Alicante, como otras tantas ciudades medias, tiene una carencia manifiesta en materia de cultura. Y no hablemos en materia de bibliotecas y difusión de la lectura. Es una cuestión de prioridad política. Las iniciativas siempre han venido de asociaciones privadas. Los distintos gobiernos municipales hasta ahora han demostrado una auténtica falta de interés por esta materia., Y la carencia es, sigue siendo, enorme.
¿Cree que la Historia está condenada a repetirse? La historia nunca se repite. Los fenómenos históricos nunca vuelven de la misma manera; se renuevan, adquieren características nuevas… aunque reflejen actitudes viejas que creíamos superadas. Ahí está la xenofobia, el racismo, la homofobia…
¿Qué nos puede contar de su última novela, El asesinato de los marqueses de Urbina? Es mi última novela negra basada en hechos reales. Es la versión del caso Urquijo que la policía no quiso investigar. Sigue la pista del dinero y cuestiona el móvil del crimen. Es una novela negra en estado puro, quizás la más ortodoxa de cuantas he escrito, la más Hammettiana.
¿Cree que las editoriales ponen demasiadas trabas para la publicación de las novelas? Depende de las editoriales. Son empresas privadas que deciden qué publican y qué no. Lo suyo es un negocio para ganar dinero. Es lógico que publiquen aquellos libros que, según ellos, les puede dar beneficios. Verlo de otra manera es una ingenuidad.
¿Cuánto tiempo tarda en documentarse para la publicación de sus novelas? Depende. Yo suelo tardar entre dos y tres años en cada novela, pero la tarea de documentación puede venir de lejos, algunas más de diez años.
¿Tiene proyectos en marcha? Siempre estoy trabajando, cuando acabo un libro me lanzo en picado sobre el siguiente proyecto y, a veces, trabajo en varios libros a la vez. En estos momentos estoy escribiendo un nuevo libro de poemas, tengo un volumen de relatos casi terminado y he comenzado a documentarme para mi próxima novela.
¿Qué piensa de Alquibla, https://www.alquiblaweb.com como página de difusión de la cultura? Me gusta. Es una mirada muy interesante. Desde una perspectiva distinta. Enhorabuena.
Algo que añadir. Ser escritor es una manera de estar conectado a la realidad del mundo, para reflexionar sobre nuestra sociedad y comprender las consecuencias de nuestros actos. La escritura, tal como yo la practico, es una actividad social, de contrapeso crítico frente a tanta estupidez organizada. A mí también, como a otros escritores que conozco, la literatura me ha salvado la vida.
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