357 Magnum: por ti me juego la salvación de Manuel Avilés no es la primera novela que leo del escritor alicantino Manuel Avilés ni creo que sea la última. Manuel nos tiene acostumbrados a novelas frescas, con lenguaje sencillo en primera persona y si lo conoces sabrás que alguna de sus bromas también está presente en la narración lo que hace más ágil la lectura.
Este libro va dedicado a Carolina y como es costumbre el autor comienza con un apartado de advertencia en el que nos aclara que no le importan los ataques posibles que pueda recibir por su novela acompañados de una frase de Camilo José Cela, así como de la importancia de aprender cada día y de disfrutar de la lectura en el que el lector deberá averiguar si parte de la trama forma parte de la realidad o la ficción.
En el apartado de los agradecimientos, no deja de nombrar a Carolina Roca, a Laura Conesa, a los policías, a las mujeres y nos explica el por qué la novela va dedicada a ellas. También agradece a Antonio Román por apadrinar su novela.
La novela se estructura en 30 capítulos precedidos de un número romano y con citas de Aute, Sabina, Mónica Nombela, Marwan, Laura Conesa, Melendi, Mercedes García, Francisco de Quevedo, Paqui Valenzuela entre otros.
Como era de esperar la novela comienza en Alicante aunque la mayor parte de ella los personajes van a estar en León y Segovia. El primer protagonista que conocemos es a Paulo Vega un abogado que debe ir a resolver unos asuntos de herencias y a poner a la gente de acuerdo lo que no sabe es que otra persona se le va a cruzar en el camino y va a hacer que su destino cambie.
“No es nunca casualidad que la vida te brinde o insista en cruzarte con alguien”
Paulo coge el tren en un Alicante y a su lado una mujer que en principio no le da tema conversación para lo charlatán que es nuestro protagonista. Por la forma de comportarse Paulo guarda bastante similitud con el autor, aunque siempre puedo equivocarme. Los dos están juntos pero sin comunicarse, aunque podemos saber lo que piensan. Paulo lee León el Africano de Amin Maalouf. De Carolina Duque tenemos pocos datos, sabemos que es joven y que se dedica a la cardiología, es más de ciencias. Las primeras coincidencias afloran en este momento.
En el tren suceden casualidades entre ambos personajes y reflexiones en el que se afirma que cuesta dejar la mente en blanco, a la vez que Paulo se considera un personaje culto por leer a Miguel Hernández, por tener un carácter irreductible, desconfiado y por poseer una gran bondad.
En el recorrido, el autor aprovecha para contarnos retazos de la historia (delicados) por los lugares por donde pasan así como los personajes destacables y también la relación entre los comunistas y socialistas durante la Guerra Mundial y la República. A Paulo le encanta la historia pero no es historiador y es momento de contarle los motivos de su viaje a Carolina. Cree que no debe desnudarse a la primera de cambio pero de primeras ya le ha atraído de manera sorprendente aunque la considera una mujer pija y a la que no quiere perder de vista.
“Lo que limita a la gente no es el desconocimiento sobre un tema o la falta de experiencia, sino la creencia o la convicción personal de que no lograrás hacerlo bien”
Carolina es una mujer que va a un congreso a Segovia, y de su mano conocemos las primeras impresiones sobre él, quien le inspira confianza, pero que se encuentra a la defensiva. Él no entiende mucho su forma de pensar, su filosofía, pero hay algo de ella que ya le ha atrapado y que va a hacer que no la quiera perder de vista en ningún momento porque el amor por fin ha llegado a su vida. A lo largo de la narración y durante la trama, Manuel aprovecha para citar a Antonio Machado, Oscar Wilde, etc.
“Todos tratamos durante la vida de recuperarnos de algo que no contamos jamás a nadie”
Pero en la novela también hay momentos para la reflexión, se habla de los silencios, de lo que se piensa, y de las diferencias entre el escuchar y el oír. Pero también hay lugar para la prohibición de hablar de parejas anteriores al principio de conocer a alguien o de que el hombre siempre piensa lo mismo.
Conocemos la infancia agitada de Paulo y las opiniones que merece sobre los curas, la iglesia y los monaguillos al acudir a un colegio de monjas, las canciones de misa, los sentimientos hacia las monjas y la “comida de coco” con la educación regresiva recibida en el colegio, como podréis observar siempre en las novelas de Manuel, la polémica está servida. Y equipara el libro de Las mil y una noches a su historia personal. Es momento en que tanto Paulo como Carolina ya no están en silencio y se cuentan sus vidas. Lo que hace que Paulo admire todavía más a Carolina y viceversa.
La llegada a Segovia supone un punto de inflexión, ella debe bajarse del tren y él debe continuar su camino por lo que afloran emociones como el miedo y el fracaso. Paulo se siente cabreado con su vida y se considera un iluso soñador. Entra en crisis con ansiedad y se condena para siempre al no poder olvidarla.
Ahora la llegada es a León, Paulo se aloja en un parador nacional y la soledad y rumiación porque no puede sacarse de la cabeza a Carolina se apoderan de él. Sabemos que se aloja en la habitación de un célebre personaje literario y llega a la conclusión de que no merece lamentarse que igual la vida le presenta otra oportunidad.
Como no podía ser de otra manera y por la experiencia profesional de Manuel, la historia de su pasado profesional no podía no aparecer en esta novela. Paulo se considera un “perro viejo” y de su mano conocemos la historia de las mujeres en la cárcel. Él no va a resolver un tema de herencias sino una investigación sobre un interno musulmán en la cárcel para eliminar la radicalización islámica. Conocemos a las personas que van a trabajar con él: médicos, psicólogas, etc. Y por experiencia la poca confidencialidad que se guarda en las paredes de la cárcel.
Una llamada de nuevo lo cambia todo y de nuevo las reflexiones están presentes en el que por parte de ambas personas no se quieren adelantar acontecimientos. De la mano de Paulo conocemos la historia de Quevedo y los buenos restaurantes de la zona.
No conozco León y tras leer la novela de Manuel me da curiosidad por recorrer sus calles, porque llegamos al capítulo veintiuno en el que la pasión y la cultura se dan la mano para conocer la ciudad castillo leonesa. Conocemos los monumentos y barrios más importantes de León y la cárcel de Villahierro. Pero también el autor aprovecha para hacer cierta crítica por el trato que reciben los musulmanes por parte de los occidentales.
Carolina y Paulo deben sincerarse y contarse la verdad de sus vidas, lo que no va a ser fácil para ambos. Aunque Carolina ya ha sido avispada y se ha dado cuenta de que él cargaba un revólver. Sabemos la historia de Carolina con su marido y la historia real de su profesión de Paulo. A pesar de que ella lleva una vida que no quiere, en el fondo y a pesar de haber vivido una historia bonita con Paulo no quiere tirar por la borda su matrimonio aunque no le vaya bien, pero también quiere vivir el presente y el momento lo que el autor aprovecha para deleitarnos con el precioso poema de Walt Whitman.
El amor y las casualidades están presentes a lo largo de toda la novela de Manuel, pero también los sucesos inesperados que van a hacer que un final feliz acabe con una trama en la que la diversión, la historia, la salud mental y otros muchos temas dejen constancia para siempre en su novela. La narración acaba con una canción de Sabina y el índice cierra las líneas de la novela 357 Magnum.
De nuevo mi más sincera enhorabuena y darle las gracias a Manuel Avilés por una vez más confiar en mí para la lectura de su novela.