De nuevo Akari Berganzo vuelve a sorprendernos con su novela recién publicada Ameyali: una voz silenciada, una obra intensa que refleja la realidad y con la que la autora quiere dar un grito para que la sociedad se conciencie más sobre las injusticias y se luche a favor de las personas víctimas de la situación social en que vivimos.
Tras su novela Azumi, llega Ameyali con la que pretende inculcar los valores que a ella le transmitieron e inculcaron su abuela y su tío y que va dedicada a las personas para que se vean identificados en el libro y sanen sus heridas. La autora nos realiza una aclaración diciéndonos que está escrita con jerga social para darle más realismo a la novela. Y no hay que ver nada más que la portada para entender el significado de la historia.
La lectura comienza con una introducción en la que se nos habla del cómo se trata con falta de respeto a las mujeres, animales y niños y cuyo objetivo es crear conciencia en una sociedad e integrar la paz y el amor. No es un caso real (aunque lo parezca) pero sí un reclamo a hacer justicia, y a tratarnos con respeto y construir una sociedad ética y empática. Así como la importancia a no juzgar ni condenar.
No es raro que a mitad de la narración veamos notas periodísticas e imágenes para ilustrar los capítulos y que ha utilizado de manera gratuita con fines comerciales. La autora hace que el lector viva la trama y es en muchas ocasiones, donde el propio narrador habla con el lector.
Su estructura se compone de cuatro capítulos titulados: Las voces de la sociedad, Una rebanada de pastel, El instante, La oscuridad y la lectura es de prosa ágil y sencilla. Cada una de las noticias va acompañada de un titular que nos va ubicando en qué momento de la narración nos encontramos. Eso sí hay tramos que son duros, lo vais a notar cuando lleguéis a ellos.
Desde el primer capítulo vemos a una niña sufriendo y preguntándose ¿por qué a mí? Y ¿por qué hago siempre mal todo? Niña que ha sufrido de malos tratos por parte de unos padres que no estaban preparados para educar y que delegaron en ella responsabilidades que no le correspondían. Ella se siente abandonada y siente un gran resentimiento social por el cómo le trata la sociedad y que podemos leer a través de su Diario que “se cuela” en mitad de los capítulos.
En el segundo capítulo: Una rebanada de pastel, Pedro Pérez Pinzón tiene que investigar el caso de dos mujeres solteronas: Petronia y Juana que se encuentran inmiscuidas en una investigación y en la que es difícil encontrar defensa. De nuestra protagonista sabemos la historia de cuándo nació por lo que le contó la madre y el miedo que siente se transmite a lo largo de toda la trama como ella califica “todo tan difícil, por eso no me quieren”.
Ameyali es una niña que busca el cariño de sus padres, pero no lo encuentra, y es por ello que se culpa. Ella se siente sola y sabemos las emociones que siente a través de la lectura y es el momento de conocer el nombre de la protagonista que da título a la obra. Se habla de los malos tratos de los padres a los hijos y de la aparición de un ser de luz que la envuelve en su oscuridad para arroparla.
A lo largo de la narración nos encontramos fragmentos en cursiva en los que entiendo se hablan de las historias, sueños y recuerdos de los protagonistas, y por las diferentes etapas por las que se va sucediendo la trama, y a los que en ocasiones se habla con el lector o se le deja que él mismo saque sus propias conclusiones. La autora nos muestra las emociones a flor de piel de una niña que lo único que buscaba era ser feliz.
Reflexiona sobre cómo habría sido su vida y los sueños que nunca llegaron, de los malos recuerdos que tuvo de su padre. De su infancia robada y de cómo es hoy, así como la historia de su madre prostituta que la condicionó toda su vida. Ya que, como consecuencia del comportamiento de su madre con ella, ella lo repitió con su hija.
Conocemos la historia de la madre y cómo falleció sin que nadie le ayudara y se entremezcla la historia de un can al que la autora le da vida y desde el que se reflexiona que la humanidad debe madurar y tener más empatía. Aunque no tenga odio se habla sobre el abandono social.
“Pese a la resistencia, la vida nos arrastra a todos por igual”
De los esfuerzos de la niña por entender la posición de sus padres, pero de tener una resistencia interna que le llevó a tener moratones emocionales y ser conocida como la “hija del olvido”, una niña que clamaba la atención de sus padres desaparecidos y de la necesidad de buscar culpables porque ella merecía dignidad.
Llegamos a un cuarto capítulo en el que la niña sigue reflexionando y aquí ya la vemos más empoderada en la que afirma que el problema no es ella sino ellos y se vuelve a preguntar ¿cuál es su delito? Se habla sobre las agresiones físicas y psicológicas, del dolor de las palabras y un cuerpo magullado de por vida por quien se supone debía cuidarle y que sigue doliendo en su alma. La investigación se retoma con la aparición de un cuerpo maloliente y conocemos los principales sospechosos de dicho crimen.
El can de nuevo reaparece con sus patas doloridas de andar tanto y de cómo identifica los aromas y el agradecimiento al hombre que le salvó. También llama la atención la escena de una niña jugando con el respaldo de una mujer luminosa que la protegió que podría finalizar con la reflexión que todavía hay gente buena en el planeta.
La novela acaba tal y como empieza, con ¡Querido diario! En el que de nuevo y una vez más, se reflexiona sobre lo que esa niña hizo mal y la historia de malos tratos por parte de su padre a su madre.
“La paz llega y la maldad mora en aquellos que se olvidaron de amarse a sí mismos”
Mi más sincera enhorabuena a la autora sobre todo por poner en boga toda la crítica social que se entrevé en la novela y que debe ser para concienciar a la sociedad por los problemas actuales. Y para que de una vez por todas se haga justicia en los temas que se tienen que actuar contra la violencia infantil, animal y sexual.
