Llega a mis manos el libro Cuando fuimos inmortales de la escritora y periodista Gabriela Llanos publicado por la editorial Plaza & Janés. El libro va dedicado a sus padres y le da las gracias por la educación recibida en la que se incluía la música y los libros. Y no es de extrañar porque a lo largo de toda la narración la música sea la que nos acompañe a través de una trama trepidante acompañados de Lola Acosta.
El libro se estructura en tres partes: Puedo cambiar, pero aquí estoy en mi molde, Soy un millón de personas diferentes y Porque esta vida es una sinfonía agridulce… y damos por finalizado el libro con una play list de la novela que os puede acompañar mientras leéis. He de reseñar que cada capítulo lo comienza con una frase de una de las canciones (de las tantas que aparecen en la narración).
La autora comienza presentándonos a dos personajes, Lola Acosta y Peter Russ. Poco sabemos de ellos, pero conforme vayamos avanzando los vamos a ir conociendo más. Ambos personajes se encuentran y Peter se mueve en silla de ruedas. Él es un personaje apático, escéptico, inseguro y sin emociones. Y Lola quiere conocer a su familia biológica. La trama se desarrolla en Londres donde Lola tiene que trasladarse para conocer la verdadera historia de su vida.
De ella sabemos que fue adoptada por los Acosta y que vivía en una mansión en la que nunca terminó de adaptarse. Me ha llamado la atención la cantidad de preguntas que se realiza la protagonista o los que le rodean a lo largo de la lectura, pero sobre todo ella, que quiere saber quién es y de dónde viene. Precisamente por ser una mujer de armas tomar, decide que ella no quiere tener ese apellido y decide llamarse “Lola a secas”.
La escena mientras charla con su supuesto padre se desarrolla en una biblioteca y es la autora la que nos recrea con una gran cantidad de detalles, sobre los personajes, sobre el lugar, el escenario… Peter es una persona que tiene una vida oculta detrás de él y critica a la gente joven y a la música. Él fue una estrella de música pop, pero ya está llegando al final de su vida. Lo que va a hacer que Lola no pare hasta descubrir realmente quién fue su madre biológica. Lola es una buscadora pero también está rota de ilusiones conforme va averiguando la historia de su vida.
A destacar que dentro del libro, podríamos decir que hay otro con la incorporación del Cuaderno de partituras que podríamos calificarlo como otro libro por lo que se cuenta en él. Es un libro que Peter escribió para Lola y que al final de su lectura, le dice, que conocerá quién es su madre, pero primero debe conocerlo a él. Él afirma que Lola no se parece a él ni a su madre. Tal y como relata Peter, su historia no fue una historia de amor sino una “sinfonía agridulce de cuando fueron inmortales” que da título a la novela.
A resaltar la cantidad de personajes que ha puesto en la novela la autora. Leopoldo Martínez de Velasco lo conocemos en el capítulo segundo, él es un director de cine y hermano de Peter de los que llena las salas y conoce a Lola en un hotel. Se nos habla de sus creaciones y la autora aprovecha para realizar una crítica a los plagios en la gran pantalla.
Al lado de su padre una mujer vietnamita, que le pilla de sorpresa a Lola, May que es su compañera de vida durante más de veinte años. Lola tiene un sinfín de preguntas que nadie le puede responder. Ella se siente agotada, nerviosa y sin energía y es Mai también quien le cuenta la historia de cómo conoció a Peter.
Otro de los personajes que aparece en escena Clara Reyes de cuarenta y siete años, una mujer de Soria (de pueblo), y a la que la autora se refiere “poca gente conoce Soria”. Ella es conocida como la Sabrina de Soria, Lady Soria. Ella va a ser otra de las mujeres que va a pasar por la vida de Peter Russ y Lola también habla con ella.
Algunos de los capítulos están relacionados con el cine, es el caso de Bette Davis y Joan Crawford que en realidad son dos perras (la perra vieja y la perrilla chica) acompañados de la mano de Fabiola Ariza. Esta cuenta sus penurias a Lola y sus miserias así como de la relación que tuvo con Peter Russ.
La autora debe ser una apasionada del cine porque en medio de la conversación y casi sin darnos cuenta, se nos entremezclan títulos de películas o bandas sonoras dentro de las propias conversaciones de los personajes. Y se hablan de temas sociales de la época en que se basa la novela como el VIH.
Lola no consigue extraer información certera sobre lo que quiere saber y sigue investigando sobre los “90 del Fetén” y sobre Peter. Tal y como ella nos relata, conforme más lee y se adentra en el cuaderno de partituras menos entiende y se sigue preguntando ¿quién era su madre?
Otros personajes que aparecen en la novela Brianda García de Diego, Beltrán Díaz Guerrero, Cayetana, El Lobo, Silvia Kiss entre muchos otros y a los que conocemos a la perfección por la cantidad de detalles que nos da la autora sobre ellos y en el lugar exacto en el que nos los ubica.
“La felicidad no es más que la ausencia del dolor”
Lola Acosta sigue en su búsqueda conociendo a unos y a otros y averiguando la verdadera identidad de su padre. Ella tiene varios nombres posibles para ubicar a su madre, pero aún en la tercera parte no conseguimos averiguar quién es hasta adentrarnos más en él. Sabemos cada uno de los personajes en el momento que aparecieron en la vida de la estrella del rock, y Lola quiere saber su verdad. Es Leopoldo quien va a facilitar a Lola su encuentro con su madre.
A través de todas estas historias Lola, va a conocer una historia que quizá no le habría gustado saber y en la que se entremezclan el amor, los celos, las envidias y muchas intrigas y secretos que no desvelará nunca, pero en el que queda claro algo, la importancia de la familia y la cantidad de valores que la autora deja impronta en su obra.
Acaba la novela con un epílogo en el que suena Oasis y en el que se habla de que le hubiera gustado que su madre hubiera sido….y en el que se trata el tema de la cobardía. La autora nos regala la play list de su novela por si quieres ponértela mientras lees la novela y un apartado de agradecimientos a sus amigos de los 90 por revivir esa década con ella, a Jorge Benavides y a Fernando Marías. También a su familia y a los grupos musicales por formar parte de su juventud.
¡Mi más sincera enhorabuena a la autora por la sensibilidad con la que nos presenta Cuando fuimos inmortales y en el que el ritmo de la prosa es ideal para su ágil lectura!