Nos guste o no: el trabajo de los escritores y escritoras se está fusionando cada vez más con el sector de los ‘influencers’. De manera que ya no es suficiente –ni siquiera necesario– saber escribir o tener buenas historias para contar. La imagen personal y el seguimiento en las redes pueden construir o destruir una carrera literaria y, por eso, una de las principales preocupaciones en el sector es la de mantener esa imagen lo más impoluta posible.
El ámbito literario es especialmente sensible a los vaivenes de la ‘cancel culture’, como también lo es al tedio o al ‘olvido’ de las redes sociales. Una escritora o un escritor pueden recibir de pronto todo el calor de las redes debido a una publicación singularmente exitosa o a la atención repentina de los grandes medios y, pasados un par de años, entrar en la cuesta abajo de su influencia online y encontrarse de espaldas a los principales grupos editoriales.
A partir de aquí, ya es muy difícil remontar el vuelo. Quien nunca haya tenido la atención y el mimo de Random House, Planeta o Anagrama, todavía tiene posibilidades de convertirse en la ‘nueva cosa’ por algún azar. Pero, quienes ya estuvieron arriba y no lograron quedarse, llevan grabada a fuego esa historia en la frente. Ahora, cualquier editorial sabe que sus libros no funcionaron bien, ni siquiera en esos grandes grupos que tienen el mundo a sus pies.
La atención a las redes sociales, el nuevo arte
El cuidado de las redes sociales y la imagen online resulta entonces esencial para poder disfrutar de una carrera literaria longeva. Y este cuidado consiste ante todo en dos acciones: mantenerse relevante día tras día y no cometer errores. Ambas son tareas titánicas, requieren de una enorme dedicación y perseverancia.
La necesidad de mantenerse relevante en las redes se entiende ante todo como una recolección diaria de ‘likes’, retweets, comentarios y menciones. Si solo se publica un libro cada dos años, hay que tratar de rellenar el Instagram con algo interesante cada día. Quienes han nacido con una cara bonita, se bastan y sobran con un selfie diario. Quienes no tienen esa suerte, en cambio, tendrán que inventar: un chiste, un proverbio, un comentario ingenioso.
El otro requisito es no cometer errores. Un comentario a destiempo, un romance equivocado o una torpeza en las redes pueden suponer el final precipitado de una carrera que podría haber sido brillante. Por eso es tan importante proteger la propia presencia online. En internet, no existe aquello del papel y el lápiz. En internet, los errores no se pueden borrar.
La ciberseguridad al rescate de la imagen personal
Con la enorme importancia que puede presentar una sola coma mal puesta en un post de Facebook desafortunado, más vale prevenir que curar. Por eso, la nueva literatura requiere de una atención especial a los sistemas de seguridad digital llamados a proteger nuestras cuentas en las redes sociales. Hay que mantener a buen recaudo lo que nos permite ganarnos el pan.
Las cuentas de quienes tienen mayor influencia en el sector son objetos frecuentes de intentos de hackeo, así que uno de los primeros requisitos pasa por protegerlas con una contraseña robusta. La verificación en dos pasos mantendrá esta contraseña a salvo en el caso de que se produzcan filtraciones, y un VPN mexicano protegerá las credenciales de nuestras redes.
Nota al margen. Si se leen estas líneas desde cualquier territorio donde la censura gubernamental esté siendo muy severa –hay varios en América Latina–, el VPN puede servir además para acceder a información exterior que de otro modo estaría vetada. Conviene tener prudencia, sin embargo, ante las medidas restrictivas que pueda haber en cada lugar.
¿En qué estábamos? ¡Ah, sí! Con independencia de lo que escriba cada quien, entonces, debemos recordar que las redes sociales son ahora nuestro cuaderno. Recordar que son ellas las que nos abrirán o cerrarán las puertas del mercado editorial. Recordar, en fin, el mundo en el que estamos. ¡Sonreír, aplaudir, subir un selfie, y no olvidarse del ‘like’!