Hablar de la autora Marta Robles es hablar de acierto seguro en cuanto lectura se refiere y en esta ocasión nos vuelve a sorprender con su novela publicada por la Editorial Espasa llamada Lo que la primavera hace con los cerezos. El libro va dedicado a tres personas amadas que han sabido sacar lo mejor de ella, Fernando Marías, Palmira Márquez y Miguel Munárriz.
En el prefacio se nos describe lo que necesitamos saber para saber que estamos vivos y se realiza una pregunta al aire sobre ¿qué es el amor? De la mano de Juan Eslava Galán en quien se apoya la autora, se puede afirmar que Safo fue la poeta griega que inventó el amor. También conocemos el porqué del título que va relacionado con un poema de Pablo Neruda. Se hace referencia a Freud y de nuevo a las pasiones carnales (su anterior ensayo). ¿Por qué amor si lo queremos llamar sexo? A la que lo acompaña una frase de Voltaire.
El libro se divide en trece capítulos monotemáticos en el que se habla de personas ilustres que ha elegido Marta para hablar de las relaciones de amor en diferentes épocas. De Los donjuanes que crearon el mito a Los que robaron el brillo (casi siempre a la otra) a otro acabando con una reflexión sobre Grecia y Roma.
Ya en el primer capítulo titulado Los donjuanes que crearon el mito se nos empieza a hablar de las primeras traiciones en cuanto al amor, como el caso de Pedro Grandes, que no puede fallar a un amigo, pero sí pedir a las mujeres de otros. Considerado como el Don Juan del Siglo XXI y se reflexiona sobre cuántos hay como él. Y de la creación del mito de Don Juan desde Tirso de Molina.
“No se debe demandar lo no se puede conseguir”
Tirso de Molina es un hombre dedicado a la conquista a pesar de ser sacerdote. Conocemos su verdadero nombre Fray Gabriel Téllez y su obra maestra El burlador de Sevilla, que no sabemos si habría sido la misma si no hubiera sido cura. Tirso de Molina es el primero que cuenta la historia de un galán de la literatura medieval gallega y sus semejanzas con Imru-al Qays. La autora nos hace hincapié en el origen de Don Juan e invita al lector a que se centre en obras donjuanescas. Se habla también de Don Juan Tenorio y de la afirmación de que las mujeres deben amar y perdonar. La autora realiza una comparativa entre Tirso de Molina y Zorrilla sobre cómo ven el amor.
A partir de este capítulo todos van a tener el mismo esquema una introducción y personajes ilustres a los que Marta ha querido identificar con lo que va a hablar en el mismo. Y es curioso que al finalizar cada uno de los capítulos Marta nos da su punto de vista o da pie a la reflexión.
En Los Donjuanes que crearon el mito se habla de Mozart y Lorenzo Daponte (y el cómo les unió la música), Molière (destaca Don Juan su obra Maestra), Byron (conocemos que tuvo más de 250 relaciones con mujeres) y las relaciones que tuvieron con las mujeres, esposas, madres, amantes, etc.
El segundo capítulo va dedicado a Los atormentados. Marta nos cuenta algo curioso que le ocurrió en segundo curso de periodismo y que tuvo que entrevistar a Alfonso Fraile pintor y que le habló sobre sus teorías sobre la felicidad y el amor. En este capítulo los personajes que se escogen son: Frida Kahlo y Diego Rivera (les une la pintura), Salgari (tendencias suicidas), Artemisa y Agostino Tassi (agresiones sexuales), Jaime Gil de Biedma (que sufre odio por sí mismo), Piotr Ilich Tchaikovski (conocido como el niño de porcelana), Mariano José de Larra (tristeza en alma), Henri de Toulouse-Lautrec (historia del pintor enano), Víctor Hugo (amante de su madre y vida muy atormentada tras el fallecimiento de sus cuatro hijos que refleja en sus obras como Los Miserables), Marylin Monroe (la autora nos habla de las teorías en torno a su muerte y de los hombres que pasaron por ella y el miedo que tenía a pasar las enfermedades mentales de su madre), Sid Vicious y Nancy (conocidos como Romeo y Julieta del Punk)
En curioso y he observado que a través de estas historias Marta también de alguna forma habla de la salud mental y de sus particularidades. Deja caer en algún momento que otro tipo de trastornos, enfermedades mentales, etc. o quizá de los problemas que supone ser diferente. A mitad del libro en dos ocasiones podemos observar fotografías de alguno de los personajes que nos menciona Marta en el libro.
El tercer capítulo trata sobre los más negros. Y se habla sobre los autores noir. Entre los personajes Simenon (sus novelas son fantasmas de su infancia y no sabe mostrar sus sentimientos), Dashiell Hammet y Lillian Hellman (cómo fue su primera cita y la opinión sobre ellos de Rosa Montero), Raymond Chandler (mujeres atentas a su herencia), Patricia Highsmith (basa su escritura en el sexo y deja gran legado, destaca por ser una mujer impenetrable, misógina y misántropa. Y de cómo sus historias fueron llevadas al cine por Hitchcock), Philip K. Dick (escritor de ciencia ficción).
El cuarto capítulo hablar sobre los asesinos, en el que los artistas no solo aman, sino que también matan. Caravaggio (autor perseguido, tétrico y oscuro y en el que su pintura reflejaba su estado de ánimo), Nancy Campton (con su libro “Como matar a tu marido”), Anne Perry (escritora británica de género negro).
El quinto capítulo habla de los homosexuales, bisexuales y otras sexualidades diversas. La autora aquí nos habla de que cada sexualidad es distinta y que se pueden escribir también libros sobre las pasiones de los homosexuales. Entre los personajes a destacar: Gertrude Stein y Alice B. Toklas (amor sobre las dos damas), Arthur Rimbaud y Paul Verlaine, Claude Cahun y Marcel Moore (y el libro Confesiones inconfesas. Tienen nombres de hombres, pero en realidad son mujeres), Óscar Wilde y Alfred Douglas (características de ambos y del éxito arrollador de La importancia de llamarse Ernesto de Wilde), Djuna Bames y Thelma Wood (con ellas se habla sobre el modernismo), Virginia Woolf y Vita Sackville-West (se habla de Victoria Woolf como que si no existiera habría que inventarla y de los terrores de su infancia), Francis Bacon y su amante José Capelo y cómo se conocen, Lorca y Dalí el amor que no pudo ser y la historia de Gala que fue la musa de Dalí y artífice de su locura. Pier Paolo Pasolini (conocido por ser director de películas en las que destaca el sexo).
Llegamos al capítulo sexto en el que se habla de los más promiscuos. Las actitudes que tomaron frente al amor, las historias de amor inabarcables y la pareja por excelencia que ocupa gran parte de este capítulo la historia entre Ava Gadner y Frank Sinatra. También se habla de Lope de Vega (no se entiende su literatura sin amor), Benito Pérez Galdós (amante de las mujeres), Gabrielle D’Annunzio (escritor sublime, novelista, poeta y dramaturgo y la historia con las mujeres de su vida), Lucian Freud, Ernest Hemingway (le gustan todas las mujeres), Hedy Lamarr (actriz y mente superdotada más valorada como ingeniería e inventora que como actriz)
El capítulo séptimo va dedicado a las mujeres fatales acuñado por G. Darien en 1867 con el término femme fatale. Entre las mujeres fatales, Marta habla de Alma Mahler (mujer sensible y que inspiró a Klimt), Lou Andreas-Salomé (persona que necesita encontrar respuestas, empaparse de conocimiento y siente pasión por Nietzsche), Colette (mujer culta y libre, de buena educación familiar, critica a los hombres como premisas del feminismo), Lilia Brik (escritora, directora y productora cinematográfica, fue la musa de Mayakovski y podía manipular a los hombres sin esfuerzo).
Capítulo octavo hace referencia a los maniáticos, fetichistas y depravados. Del primero que se nos habla es de Lewis Carroll y de si era pedófilo. También de las formas de excitación sexual llegado a la parafilia. Y destaco una frase que me quedo de este capítulo “No se puede mirar al pasado con los ojos del presente”. Algunos de los personajes de este apartado: James Joyce y Nora Barnacle (se habla de la obra de Joyce, de los celos y de la interpretación del erotismo), Charles Dickens (su literatura tiene que ver con su infancia y el desamparo que sufrió y eso lo refleja en sus personajes), Lewis Carroll (falta sentido común en su obra y hay una verdadera Alice que le inspira para su obra Alicia en el país de las maravillas, considerado como amigo de las niñas), Berlanga y Buñuel (Marta nos habla de ambos por separado. Berlanga como un fetichista sin reparos y sentido del humor. Único, libre, divertido y valiente. Una obra destacada La escopeta nacional recién llegada la democracia y de Buñuel se habla como el surrealismo hecho persona, de su amistad con Dalí en vida y de cómo su cine estuvo volcado en el amor y en el deseo al igual que su vida. Sus obras repletas de sadomasoquismo, fetichismo, sexo y paranoia).
Con el capítulo noveno llegamos a los misóginos, maltratadores, machistas y malvados. Entre sus personajes: Quevedo (en el que la autora afirma que no se puede hablar de Quevedo sin hablar de misoginia. Satiriza a la mujer en sus obras, sin embargo, hay una gran belleza en sus versos), Enrique Jardiel Poncela (descubre sus pasiones y la relación de las mismas con su creación. Busca la mujer perfecta, conocen las mujeres que marcan su vida y se habla de su vida de autoengaño), Pablo Neruda (aficionado al mundo epistolar. No es luz, aunque sus versos iluminen. Es considerado un poeta del amor, no puede estar sin amar. No entiende su vida sin amor), Picasso (capacidad pictórica inigualable, genio y a la vez violento y destructivo), Lennon (a través de Cynthia que escribe John lo conocemos y a su adicción al mundo de las drogas, se arrepintió de haber sido un machista), Burowski (conocemos su autobiografía y en la que no trata bien a las mujeres, se consideró un monstruo que bebía y fornicaba. En cambios su poesía, estremecedora, trasgresora, mágica.
Con Los más liberales llegamos al capítulo décimo en el que se nos habla de cómo diseñar el amor perfecto que es antinatural y de la capacidad de mantener relaciones abiertas que dicho por psiquiatras es de tener una mente muy precisa. Destacar a Allen Ginsberg y Peter Orlovsky (se conocen de manera fortuita, hay muchas cartas de ambos y el amor basado en franqueza, comprensión y generosidad), Simone de Beauvoir y Sartre (Sartre es fiel al amor desde la libertad y no desde la posesión, desde la pasión y con mucha transparencia
Y de los liberales a los triángulos amorosos en el capítulo undécimo en el que se habla de las terceras historias y sus protagonistas: Henry Miller, Anaïs Nin y June Mansfield, Paul, Jane y Cherifa (triángulo que nunca fue), Los Schumann y Johannes Brahms (amistad) y el duodécimo los que robaron el brillo al otro (casi siempre a la otra), en el que la autora habla de cuando las mujeres se han convertido en enemiga de los hombres y su historia ha sido ocultada. Robert Capa y Gerda Taro (se nos habla de la historia de ella y sus fotografías realizadas en la Guerra Civil Española y con las que recupera su lugar en la historia de la fotografía), María Lejárraga y G. Martínez Sierra (ella promotora del feminismo y él firma lo que ella escribe. Llama la atención esta historia porque a pesar de ella defender a las mujeres siguió escribiendo para él), Mary y Percy B. Shelley (la autora nos cuenta la historia de cómo ella escribió la obra magistral Frankenstein y cómo se la adjudicó él y como se sentía ella). Si de algo se habla en este ensayo es de sentimientos.
Marta acaba con un capítulo en el que ella misma se lo “autorregala” como una reflexión sobre Grecia y Roma y las idealizaciones en esa etapa. Primero se nos habla de Grecia en el que había ocho tipos de amor y de cómo las féminas no lo tuvieron fácil poniendo algunos ejemplos. Se habla de Atenas como la ciudad de las mujeres ocultas, a lo que se dedicaban y a quién decidía en el momento del matrimonio. Conocemos el significado de las pórnai y las hetairas. También aquí se nos da algunos nombres como Aspasia de Mileto (su inteligencia asusta a lo masculino, pero está protegida por Pericles y del amor de Sócrates a Diotima, principal representante de la cultura de lo femenino en el mundo patriarcal), Safo de Lesbos (la mujer que al principio hablábamos de inventa el amor), Friné (la salvó el “efecto halo”, fuente de inspiración para numerosas obras de arte y con su fortuna quería reconstruir Tebas pero no le dejaron por prostituta) y pasamos a Roma en el que no importa lo que hagas sí quien lo sepa, y en el que hombres y mujeres son libres y pueden hacer lo que quieran, las meretrices son mal consideradas. Cátulo y Lesbia (116 poemas, léxico erudito y vulgarismo, felicidad y amor a Lesbia, pasión y recreación), Marcial (persona más crítica de la sociedad romana desde sus sátiras agudas).
Damos por finalizado el libro con un epílogo en el que la propia autora nos cuenta que ha sido una apuesta arriesgada escribir este libro y nos habla del empujón que le dio el llegar a sus manos un libro de Rosa Montero y con todo lo que coincide con ella. Además de destacar alguna de las cualidades de la escritora. Marta separa la obra del artista y lo que quiere con sus libros es despertar emociones en los demás. También del camino al hablar de la gente en su novela. Nos habla de la cultura de la explicación y del aprendizaje y de la importancia de separar los prodigios de los horrores de los seres humanos.
La autora acaba con un apartado de agradecimientos, en los que nombra a Pablo García Cuartango, Juan Eslava Galán, Daniel Martín por ayudarle con la revisión y el contrastar, Davíd Cebrián por ayudarle con el título del libro, Pilar Cortés su editora, María Olivera que le ayudó con la documentación, Nacho García y Freud, y hay un apartado muy bonito en que se dirige a su familia más directa, a su hijo Ramón por escucharle en voz alta, a su hijo Luis por su mirada de artista y a Luis su marido y con quien sin su lectura sería incapaz de entregarlo. Da por finalizado el libro una extensa bibliografía de quince páginas.
¡Mi más sincera enhorabuena a Marta, nunca dejes de sorprendernos!