Hoy os voy a hablar de un libro que ha llegado a mis manos llamado Azumi y publicado por la Editorial Europa Ediciones. Las dedicatorias son muy especiales a Sylvain, a su familia, a sus gatitas y al Universo. Entre los agradecimientos nombra a la Editorial, a Carlotta, Gilda, Alessia, Rachele, Jorge quien le hizo la fotografía de la contraportada del libro (muy llamativa por cierto), al pueblo japonés y a cada lector por escuchar su voz. Y me gustaría dar la enhorabuena a la autora por el diseño de la ilustración de la portada y las portadillas de los capítulos.
El relato se compone de cuatro capítulos extensos y he de deciros que es un viaje a lo más profundo de nuestra alma. Los títulos de los capítulos son: Mirando hacia las montañas, La luz de la ventana, La primavera llegó y La lluvia de verano. Y puede englobarse en la categoría de ciencia ficción unido al conocimiento de uno mismo.
Antes de empezar a contaros lo que ha significado para mi este libro, quiero aclarar unas cuantas cosas. Lo primero que la letra en cursiva, hace que sea el narrador omnisciente participe con el público a lo largo de la lectura, la importancia de la familia, y el crecimiento personal (por la continuidad de expresar los sentimientos y emociones a lo largo de la novela), se retratan en la novela entre muchos otros temas.
El primer personaje que no encontramos en la lectura evidentemente es Azumi, la vemos demacrada y carente de vida. Ella tiene que pasar por un momento complicado de salud y los médicos tienen poca esperanza. La madre lucha porque hagan todo lo posible. Se nos relata cómo es el día en que ocurrió y la charla entre ambas. Es un momento crucial en el que lo desconocido y lo familiar entran en juego.
Es la propia protagonista de la historia la que nos cuenta su vida desde su nacimiento, y a lo que se dedicó para no defraudar a su padre (cuántas veces hemos hecho cosas que no queríamos, pero por agradar a otros lo hacíamos, éste es un caso de ellos). Siente malestar emocional y físico y el diagnóstico médico es claro, un problema en el corazón.
Azumi se enfrenta a muchas enfermedades a pesar de su corta edad y desde siempre se ha considerado una niña especial. Es el momento en que en la lectura empezamos a no saber si es realidad o ficción lo que estamos leyendo. En el que el alma y el cuerpo juegan un papel primordial y entran en acción. La protagonista no es capaz de distinguir la realidad y recuerda el mar.
Tratamos un tema delicado, y es el de la crionización. Y también se trata el silencio en más de una ocasión. Se habla de seres inertes y se siente volar y con una sensación de ligereza impresionante. Es así y de muchas maneras poéticas el cómo la autora define al alma. A partir de ahora se acaba el miedo y el dolor para dar lugar a la libertad.
En todo momento, y en relación con el mar se siente acompañada de agua, y entiendo que es la protagonista la que se somete a un proceso de crionización, aunque más tarde descubriremos que no es a la única que se le realiza. Ella nos habla desde el alma, el cómo se siente mientras se conserva en las cámaras de nitrógeno. Se sabe que ya no sufre y nos habla desde el lado más positivo de la situación. Ahora es momento también para la reflexión y se habla sobre la alegría y de dónde provenimos.
Son momentos e instantes de reflexión, de contarnos cómo es el entorno donde se encuentra, de pena y de calma. Así como momento de encontrarse con sus afectos y del desconocimiento de la duración del viaje. Lo califica la autora como “una ciudad fantasma y un lugar abandonado”. Se siente un pez y se siente libre. Aunque también se siente sola frente a las adversidades.
Tengo que realizar un hincapié en el diseño del libro porque es precioso y al principio de cada capítulo acompañan unas ilustraciones dignas de ser detalladas. Se utilizan muchas palabras japonesas así como tés del lugar, intuyendo que la autora siente predilección por el pueblo japonés ya que llega a nombrarlo incluso en sus agradecimientos.
Llega momento de la tecnología y también se nos habla de ella. De cómo se ve envuelta en ella y de cómo tiene que afrontar el presente. La prosa que utiliza la autora es digna de ser alabada por la metáfora que realiza de la protagonista mientras se encuentra en un lugar que para ella es desconocido. Es momento de que conozcamos a otros personajes y en este lugar damos lugar al conserje que le ofrece una tarjeta y un te de bambú.
La reflexión es una constante a lo largo de toda la narración y un viaje hacia su ciudad interior en la que se encuentra sepultada. Azumi se encuentra anciana. La tarjeta va a ser clave en la lectura y ella misma le va a dar respuestas a muchas de sus preguntas. Se habla del sueño profundo en el que se encuentra y la sensación de sentirse teletransportada entre una realidad y otra. El hilo invisible que separa el alma del cuerpo.
El libro es todo sentir, y dejarse llevar. Es su cuerpo el que emana luz desde su corazón que es la clave y se habla de nuevo de tecnología, para hacer referencia a un dispositivo que ejerce control sobre su cerebro. Azumi es una persona curiosa y quiere averiguar más. Pero al igual que se habla del corazón se habla de la mente que es la responsable de la toma de decisiones. Se nos habla de cómo el alma se transporta y es capaz de ver el cuerpo desde fuera así como bucear en los recuerdos.
Se habla de sus padres. De cómo los oía al fondo y de nuevo la soledad como uno de los temas principales de la novela, y de la que se habla en varios instantes. Es momento de recuperar su pasado y enlazarlo con su presente para atar cabos. Y de nuevo la percepción de emociones y sentimientos la encuentra en otro entorno, a través de los sentidos y de su llamada “vuelta a casa”. Califica este estado la autora como que todo está en su sitio, como un viaje extraordinario en un entorno inhóspito.
La paz espiritual también está presente, pero también el tema del abandono. De cómo debe luchar por dejar de ser un número y que se ocupen más de ella desde un plano que ella no puede controlar. Y se habla de Él. En el lugar en el que se encuentra el tiempo se suspende y se desarrolla la calma.
“Quien carece de todo, nada perderá”
Es momento de hablar de su padre, y de la relación que mantiene con él. De la enseñanza que vino a aprender de él. De la falta de confianza al contarle las cosas y de ocultarle por temor. Del camino para sanar las heridas, abandonar el dolor y enfrentarse a un destino incierto. En el que se sintió vacía y en el que debía empezar de cero. Grandes reflexiones en las que se nota que parte de la autora hay detrás de todo esto. Debe como yo sentir inquietud por estos temas y trabajarse de manera espiritual por la forma en lo que lo transmite.
La protagonista nos habla en todo momento de cómo se siente, de sus emociones, heridas, y de que se acostumbró a vivir silenciosa y apacible. Y de cómo el universo se maneja y en el que estamos expuestos a explosiones continuas. Es momento en el que la protagonista hace un alto en el camino y decide tomar las riendas de su vida y retomar el control, pero esto no es camino fácil y debió ser complicado para la autora escribirlo porque se habla de los sentimientos y los pensamientos relacionados con el dolor.
La trama está unida a Tokio y es momento de volver al presente. Se habla de la habitación en la que se encuentra y sus recuerdos unidos a la tecnología así como del dolor por la carencia de sus padres en la que se siente culpable por su enfermedad. Y no está hablando de otra cosa la autora que del viaje del alma.
Llegamos a la primavera para dar comienzo a lo nuevo, al igual que las flores renacen en primavera. Y en el que debe reencontrarse con ella misma. Es momento de alejarse del dolor y afrontar la soledad y rastrear el pasado para aprender de él.
La autora ubica una Biblioteca en la trama para localizar los recuerdos del pasado y en el que nada es igual cuando se despierte y se habla de los libros que no estaba acostumbrada a leer. Se transmite pena y todas las emociones a nivel profundo que os he ido comentando anteriormente y el fracaso de su padre. También se siente culpable del dolor. Y se reflexiona sobre el pasado y el futuro.
Se habla de la “flor del cerezo” quizá también por el amor con todo lo relacionado con Japón y el cambio y la prueba de que ella estuvo allí. Reflexiones sobre los errores y los aciertos, del cómo vivir con paz y armonía y del momento en que se dio cuenta de cómo le amó su padre.
“Eso es la vida, el sendero hacia la evolución”
Es momento de relatar cómo se sintió liberada y de cómo lloró con el alma. Se habla de la luz y la energía y de su relación con el mar. Es momento de imaginar una pantalla en la que se proyecta su mente y sus pensamientos, emociones y sentimientos.
Se habla del Dr. Hashimoto, personaje real, un médico recordado principalmente por realizar la descripción de la enfermedad del tiroides y de cómo vivió el duelo. Así como del departamento científico de su padre en el que ocurrían cosas raras y del que se tenia que hacer cargo. De cómo eran capaces de alterar el ADN para frenar el proceso de envejecimiento y el cómo volver al tiempo y encontrar las respuestas.
Llegamos a otra estación y ahora es momento de verano. En el que es momento de sanar su dolor. Y de resolver asuntos que le han tenido preocupada en relación a su padre. Se habla del arrepentimiento de ella por no volver a buscarlo.
“Si el cerezo se dirige al sol, sus flores se desprenderán y al río siempre volverán”
El libro trata del reencuentro de vidas olvidadas, de descubrir nuevas emociones. De cómo la autora se enfrenta a un nuevo inicio al desprenderse de sus apegos emocionales y del experimento de reencontrarse con su flor del cerezo. Momento de entendimiento y de reconocimiento de personas que le llevó toda una vida.
Hay un momento en la narración que es el padre (ya fallecido) hablándole a su hija, muy emotivo en el que se abraza con el alma. Del que se habla que ella pudo rescatarme y él le defraudó al cambiar el destino. De cómo la hija tenía que encontrarlo y el sentimiento de Azumi de plenitud total en el que solo emana amor. Las emociones de nuevo le invaden y se encuentra con el ser de su padre con amor y de cómo la plenitud se ve envuelta en la luz.
Podría resumirse todo esto en que el alma y el cuerpo se unen y que Azumi tiene una misión, pero que lo más pronto posible debe despojarse de ella para vivir su vida y renacer. De cómo la ciencia ocupa los rincones ocultos y de que hay que buscar la verdad. En definitiva, una historia preciosa entre padre e hija unidos por un hilo invisible como su destino sin posibilidad de separarse.
¡Mi más sincera enhorabuena a Akari Berganzo!