Y Sueños de arena comienza así….
Le descubrí por azar y casualidad del destino, seguramente llevaba algunos años conmigo pasando inadvertido, pero nunca había percibido que existía y ese día sin querer, fijé la vista en él, tenía la mirada vaga y perdida, la verdad es que podía haber sido en cualquier parte, pero mi retina se posó precisamente allí, fue solamente un soplo, un instante, pero me pareció ver que se adivinaba o por lo menos se asemejaba el rostro y la silueta, de un caballero inerte, se dibujaba perfectamente los ojos, la nariz, el cabello algo despeinado, una pequeña boca carnosa y su atlético cuerpo musculoso. Estaba algo ladeado y desnudo, era absurdo, lo sé, pero en ese momento no tenía nada mejor que hacer, e intenté sin conseguirlo indagar más sobre él, seguí insistiendo sobre el mismo lugar, pero como si de una magia abstracta se tratara, desapareció.
Lo busqué pacientemente, sabía de su existencia, estaba segura de que mi subconsciente no me estaba traicionando, e intuía también que si lo hallaba, seríamos grandes confidentes y amigos.
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