Y hablar del poeta por excelencia de la época postromántica junto con Rosalía de Castro en el siglo XIX es hablar de Gustavo Adolfo Bécquer, nacido en Sevilla en 1836 y fallecido en Madrid en 1870.
La poesía de Bécquer les sirvió como influencia a poetas posteriores como Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez o Rubén Darío. Se podría clasificar su poesía como “viva”, cuyos versos gozan de una belleza extraordinaria que todavía hoy día sigue maravillando a los lectores que se sumergen entre sus líneas.
Bécquer quedó huérfano a muy pronta edad y en su adolescencia se decantó por la carrera de Humanidades además de hacer sus pinitos en la pintura. En el año 1854 coge sus maletas y su marcha a Madrid, con la idea de formarse en el mundo literario, pero su primera publicación Historia de los templos de España, no tuvo el éxito que se esperaba. Y probó con el periodismo y con la adaptación de obras de teatro.
Su primera leyenda la conocemos con el título de El caudillo de las manos rojas y empezó a escribir sus Rimas. La etapa más provechosa de su carrera fue de 1861 a 1865, años en los que compuso la mayor parte de sus Leyendas, escribió crónicas periodísticas y redactó las Cartas literarias a una mujer, donde expone sus teorías sobre la poesía y el amor.
Más adelante se centró únicamente en sus Leyendas y sus Rimas, publicadas en parte en el semanario El museo universal. Pero con la revolución de 1868, el poeta perdió su trabajo, y su esposa lo abandonó ese mismo año.
En Madrid, fue el director de la revista La Ilustración de Madrid, en la que también trabajó su hermano como dibujante. Tras el fallecimiento de su hermano al que tanto le unía, la poesía de Bécquer cae en picado y confía en Narciso Campillo para que publique sus originales.
Las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer
Su obra se centra en sus Rimas inspiradas en Heine. En el momento la crítica literaria no apostó por esta obra, pero más tarde se dieron cuenta de que se equivocaron.
Ochenta y seis composiciones conforman el total de las Rimas. Las primeras fueron publicadas por los amigos del poeta en 1871, y se tomaron la licencia de añadir algunas correcciones y cambiaron el orden del manuscrito original para pasar a llamarlo Libro de los gorriones.
El contenido de las Rimas
Si tuviéramos que dividir las Rimas lo haríamos en cuatro grupos diferenciados:
De las Rimas I a la XI, es una reflexión sobre la creación literaria y la poesía.
Rimas de la XII a XXIX, amor y sus efectos en el alma del poeta
Rimas XXX a LI, el desengaño y el desamor
Rimas LII a LXXXVI, la muerte y su decepción con el mundo.
No sabemos si Bécquer quiso poner un prólogo a sus Rimas, pero éstas se presentan precedidas de Introducción Sinfónica.
La prosa de las Rimas
Sencillez y musicalidad es lo que engloba la poesía de Bécquer, unida a la sensibilidad que transmite hace que este poeta sea reconocido universalmente por su belleza en sus letras ubicados en un plano real que desbarata y deforma.
De todos es conocida la Rima XXI en que escribe cuatro versos extraordinarios en los que le da la belleza a la propia poesía.
¿Qué es poesía?, dices, mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul,
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía… eres tú.
O la Rima LIII en la que volverán las oscuras golondrinas…
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres…
¡esas… no volverán!.
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día…
¡esas… no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar, …
como yo te he querido…; desengáñate,
¡así… no te querrán!
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