Hoy es un honor entrevistar en Alquibla a Juan Francisco Mesa Sanz Decano de la Facultad de Filosofía y Letras, en la Universidad de Alicante, además de haber ocupado los cargos en la Dirección Académica del Servicio de Información Bibliográfica y Documentación (SIBID) -v.g. el Servicio de Bibliotecas-; la Dirección del Centro de Estudios de Doctorado y Postgrado (CEDIP), y durante breve tiempo el Centro de Formación Continua (CONTINUA).
«El objetivo esencial de la universidad es la docencia y la investigación»
¿Quién es Juan Francisco Mesa Sanz y cuáles son sus sueños? ¿Ha cumplido alguno de ellos ya? La respuesta a esta pregunta en su auténtica dimensión, al menos en su primera parte, la deberían desarrollar otros, ya que todos somos como nos ven, no como creemos ser. Por tanto, sólo puedo limitarme a lo más evidente: soy Catedrático de Filología Latina en la Universidad de Alicante. O, mejor todavía, pues prefiero identificarme de ese modo, soy profesor de lengua, literatura y cultura latinas, y, por extensión y vocación, de Clásicas, de todo lo que supone disfrutar, degustar y celebrar la herencia clásica que ha modelado nuestra forma de ser europeos y ciudadanos occidentales.
En cuanto a los sueños, los hay en diferentes niveles: personales, profesionales y humanos. Comprenderá que los personales me los guarde, aunque supondrá que tienen que ver con la búsqueda de la felicidad y de la belleza, el transmitirla a mis hijos y poder compartirla con mi entorno más cercano; los profesionales se despliegan en el ámbito de la docencia, la investigación y, por más que pueda parecer en ocasiones sorprendente, la gestión. En la docencia el sueño es conseguir trasladar el amor por el Mundo Clásico al alumnado, transmitirles el interés por desentrañar su lengua, por disfrutar de su literatura, por comprender esa cultura que es la nuestra; en la investigación, cuando se es joven y se inician los primeros pasos, se llega a creer que se realizara una gran obra, definitiva y reconocida; mas el tiempo y la experiencia encaja ese anhelo en una visión más socrática y, creo, más mediterránea, por mesurada en la línea media: se mantiene esa búsqueda permanente, ese permanente esfuerzo por plantear preguntas y tratar de resolverlas, pero desde una conciencia clara de lo inalcanzable de este sueño: siempre hay una nueva meta. El sueño muta así en la asunción de esta realidad sin perder ni un atisbo de curiosidad, ni de entusiasmo, ni de espíritu crítico. En la gestión el sueño es conseguir un funcionamiento equilibrado de las instituciones, siempre al servicio de sus usuarios y respetuoso con los objetivos que persigue.
En relación con esto último, me permitiré relatar la anécdota de por qué acepté dirigir el Sistema bibliotecario de la Universidad de Alicante en su momento: en mi calidad de filólogo el amor por las bibliotecas ha sido constante -incluso mucho antes de ser filólogo, pues de niño perderme entre estanterías o pasar una mañana de sábado en una biblioteca me parecía una experiencia extraordinaria-; por esa misma razón, ya como profesional de la docencia universitaria me preocupaba su funcionamiento y organización, y disfrutaba ideando y comentando en diversos foros cómo consideraba que debían hacerse las cosas; y llegó la oferta. Podría decir que acepté inmediatamente y sin titubear, pero no fue así; lo pensé, pero me di cuenta de que, si expresas la opinión sobre cómo crees que debe gestionarse algo y se te ofrece la oportunidad de tratar de ponerlo en práctica, negarte a ello deslegitima tu propia voz. Esa es la enseñanza de esa experiencia: no aventurar opinión, si no se es capaz de ponerse en el lugar del otro; y no plantear nunca un problema, si no se aportan soluciones a la vez.
Mis últimas palabras dan pie al tercer grupo de sueños, los humanos. El concepto de gestión que he mencionado apunta hacia la búsqueda de lo que José Antonio Marina ha definido como ‘felicidad objetiva’. Para ello, uno desearía haber contribuido a la construcción de un modelo ético universal. Quizá todo esto suena pretencioso, pero trataré de ejemplificarlo con la diferencia que establece Luciano de Crescenzo entre un epicúreo y un estoico: mientras el primero quiere acabar con el hambre en su edificio, el segundo quiere acabar con el hambre en el mundo. Mi planteamiento, muy romano por otra parte, es ecléctico: sin perder de vista el objetivo global e ideal, trabajando de modo continuo para alcanzarlo, mas conociendo su inaccesibilidad, contribuir, desde la parcela que a cada uno nos corresponde, al desarrollo de una actividad eficiente, en el marco de las normas y en democracia. Se cierra así el círculo, porque en el fondo todo se resume en la búsqueda de la felicidad y la belleza.
¿Que si se han cumplido? Si mi vida concluyera en este momento de la entrevista, rotundamente sí. En lo personal; en lo profesional, donde me quedo con el recuerdo que antiguas alumnas y antiguos alumnos me han manifestado que se acordaban de las clases de latín que compartimos -la mayor satisfacción que se puede obtener de la enseñanza-, más que con el grado administrativo alcanzado, que también, o con la satisfacción del deber cumplido en los cargos; y en lo humano. Ahora bien, espero que todavía me queden mucha felicidad que compartir, muchas generaciones a las que transmitir conocimientos, muchos nuevos horizontes que desvelar y muchas preguntas que formular, así como celebrar muchos avances en esa felicidad compartida en sociedad.
Me permito apuntar para concluir esta larga respuesta que la Crisis del COVID-19, en medio de la que le respondo a esta entrevista, supone un reto enorme que debemos afrontar como sociedad, a nivel local y a nivel global. Los retos de mejora de nuestro funcionamiento colectivo son muchos y puede hacerse, pero también podemos caer en las garras de una involución que sustituya por panem et circenses -es decir, por la felicidad individual y subjetiva, en ocasiones alienante- la búsqueda de esa felicidad objetiva que sólo puede ser colectiva, compartida, global.
Ha ocupado diferentes cargos en la Universidad de Alicante ¿Qué cargo ocupa en la actualidad? Efectivamente, he desempeñado diversos cargos en la Universidad de Alicante. Ya he mencionado que el primero fue la Dirección Académica del Servicio de Información Bibliográfica y Documentación (SIBID) -v.g. el Servicio de Bibliotecas-; de él pasé a desempeñar la Dirección del Centro de Estudios de Doctorado y Postgrado (CEDIP), tras cuya reestructuración al implantar el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), dirigí un breve tiempo el Centro de Formación Continua (CONTINUA). Dejé este último puesto para presentarme a las elecciones a Decano de la Facultad de Filosofía y Letras, puesto en el que acabo de traspasar el ecuador del segundo mandato.
¿Qué aspectos cree que se deben mejorar en la Universidad en cuanto a difusión cultural y actividad literaria? ¿Cree que se realiza lo suficiente en cuanto a esa área? Cualquiera que conozca la extraordinaria oferta cultural de la Universidad de Alicante en general y de la Facultad de Filosofía y Letras en particular, tanto en el campus como en las sedes, como en las colaboraciones que se llevan a cabo por toda la provincia, me atrevo a decir que se realiza más que suficiente. Quizá, si de la pregunta cabe interpretarse la posibilidad de hacer más, eso siempre es posible. No obstante, considerando que el objetivo esencial de la universidad es la docencia y la investigación, y que es un importante agente cultural de nuestra provincia, pero uno más, es más que probable que el auténtico reto esté en la comunicación y en la coordinación de las ofertas. En cuanto a las mejoras, no tengo suficiente información como para realizar un juicio; siempre hay que mejorar, lo perfecto es la muerte por qué supone el final del camino, pero subjetivamente no sabría decirle. He de subrayar, desde luego, el esfuerzo que ha realizado la Facultad de Filosofía y Letras por medio del desarrollo de todo tipo de actividades, puesto que nuestra transferencia de la investigación se liga muy directamente a las actividades culturales; y también hemos incrementado el esfuerzo en comunicación para que se difundan, se conozcan y se disfruten.
«El reto del profesor universitario de filología latina hoy en día es, junto con la actualización permanente en metodología docente, en investigación y en herramientas tecnológicas, mantener la existencia de su propia disciplina».
¿Qué nos puede contar de su experiencia en calidad de Director del Servicio de Bibliotecas en la Universidad de Alicante? ¿Cómo definiría la biblioteca universitaria? ¿Cree que se tiene un estereotipo en cuanto a la figura del bibliotecario? He comentado antes que este cargo fue mi primera experiencia de gestión. Eso marca mucho en la trayectoria profesional de una persona y, por ello, veinte años después de que iniciara esa tarea todavía se mantiene muy viva en mi recuerdo y en mi bagaje experiencial. Y es que fue una inmersión completa en esta tarea.
Cuando se me propuso el cargo, las universidades se encontraban en pleno debate sobre la definición del modelo de biblioteca que deseaban tener. Salíamos de un modelo controlado por los departamentos universitarios, en ocasiones poco respetuosos con la función pública de una biblioteca y con el acceso a los fondos no sólo de la sociedad en general, sino incluso del propio alumnado; la solución abogaba por la aplicación de modelos estrictamente bibliotecarios, es decir, la identificación de la biblioteca universitaria con una biblioteca pública; así mismo, eran los tiempos germinales de lo que posteriormente sería denominado Centro de Recursos para el Aprendizaje y la Investigación (CRAI), un modelo que nos llegaba de los sistemas universitarios anglosajones. La solución no diré que no haya funcionado en algunos casos, pero en el de nuestra universidad su aplicación estricta había provocado una fractura muy fuerte entre los departamentos universitarios -de entre los que casi una veintena reconocían la existencia de una biblioteca departamental- y la Biblioteca; por otro lado, se había construido un gran contenedor, la Biblioteca General, que colocaba a la UA en una posición de vanguardia para caminar hacia el modelo CRAI. Pero el éxito sólo se puede garantizar si se consigue el mayor de los consensos.
Planteado el problema, se tomaron dos decisiones estratégicas. La primera fue la creación del Archivo de la UA, ligado a Registro General, atendiendo de esta forma al concepto renovado de archivo que debe atender a toda la vida de los documentos, desde su entrada en el proceso administrativo hasta su eliminación o incorporación al archivo histórico -el único existente hasta ese momento y el que guarda una relación más estrecha con la biblioteca-. La segunda fue dar con una definición de biblioteca universitaria que permitiera conseguir un objetivo común entre los excelentes profesionales de biblioteca con los que contamos y sus usuarios (docentes, investigadores y alumnado de la propia universidad, pero también la sociedad, puesto que sí o sí somos una biblioteca pública). Con ello contesto a la segunda pregunta también, cómo defino una biblioteca universitaria: la biblioteca universitaria es la propia universidad; lo importante es saber dónde están los fondos y con quién; la biblioteca participa y comparte así los objetivos comunes de la universidad, aunque tenga algunos que le son plenamente propios. He comparado en muchas ocasiones esta definición con un taller mecánico: éste debe saber cuántas herramientas tiene, cuántas ha de reponer, las que debe adquirir, quién las maneja, etc.; debe realizar todo ello con el asesoramiento de quienes las emplean e incluso puede darse el caso de que alguna herramienta sea tan sofisticada que raramente la utilizará más de un empleado; lo importante en tal caso, es que la herramienta esté junto a quien la usa. Pongamos ahora que ese empleado tiene un grupo de aprendices que deben usar la misma herramienta: si esto es puntual, deberá prestársela; si es reiterado, deberá adquirirse otra u otras.
A partir de ese principio se reorganizó todo el Servicio: se constituyeron las Comisiones de Usuarios; se estableció un criterio de reparto presupuestario transparente con la obligación de adquirir Bibliografía recomendada para los estudios de la universidad, junto con un presupuesto de investigación, siempre supervisado por las bibliotecas de Centro y sancionado por las citadas comisiones; se establecieron los criterios de préstamo de acuerdo con la definición establecida; se definieron las normas para las bibliotecas de departamento -que así de manera ‘natural’ se redujeron a tres- y de los depósitos departamentales -fondos bibliográficos compartidos por los docentes e investigadores de un departamento-. En plena reforma decidimos solicitar la auditoria de calidad de ANECA y se consiguió. Gracias a formar parte de ese grupo escogido de bibliotecas con sello calidad, pudimos concurrir a una convocatoria de proyectos que fue el origen del Repositorio Institucional de la UA (RUA), y permitió el desarrollo de todos los servicios de apoyo a la investigación y la docencia, una moderna mediateca, etc. Veinte años después, con los ajustes que han sido necesarios, por supuesto, el modelo sigue vigente.
¿Existe un estereotipo de bibliotecario? Le devuelvo la pregunta: ¿cree que existe un estereotipo de latinista o de filólogo clásico, o de profesor universitario, o de funcionario público? Pues claro. Irene Vallejo dedica a ello muchas páginas de El infinito en un junco, subrayando esa visión contemporánea que se ha tenido y que identificaba el bibliotecario con “mujer, soltera, con moño y cascarrabias”. El otro estereotipo es el del enfrentamiento entre el investigador, que quiere subrayar, abrir el libro y desgastarlo, y el bibliotecario, obsesionado por la conservación de sus fondos y que, para ello, quizá desearía poder meter al lector en la misma jaula que empleaba Hernando de Colón para quienes permitía que consultaran alguno de sus valiosos ejemplares. Y como sucede con todos los estereotipos, esa visión es falsa, por eso le he devuelto al principio la pregunta. La clave es seguir con nuestro trabajo, desarrollar los modelos de colaboración y, con ello, contribuir paulatinamente a la destrucción de esos modelos trasnochados, pero sin dedicarle demasiado tiempo, porque la sociedad tarda mucho en romper con los estereotipos. Fíjese, muchos de mis amigos y familiares siguen pensando que los profesores universitarios tenemos vacaciones en julio; nunca las hemos tenido.
¿Qué proyectos ha llevado a cabo como Decano de la Facultad de Filosofía y Letras? Al tener relación con las bibliotecas, ¿se ha esforzado por darle el lugar que se merecen en la Universidad? ¿Tiene proyectos en marcha o está abierto a propuestas de mejora? Los seis años ya transcurridos como Decano han supuesto una experiencia muy enriquecedora. Ha habido que concluir toda la implantación de EEES, seguir articulando la organización de las Comisiones Académicas de las titulaciones, ajustar los sistemas de seguimiento de calidad,… Hemos logrado acreditar la totalidad de nuestras titulaciones de Grado y Máster Universitario, hemos incrementado nuestra internacionalización, hemos puesto en marcha titulaciones simultáneas de filología -en la práctica dobles grados-, en Humanidades y Filología Catalana con Educación, y de nuestros Másteres Universitarios con el Máster Universitario de Profesorado. Hemos puesto en marcha dobles titulaciones de Máster con Lyon y Sanghai, o con la Universidad de Bamberg hemos desarrollado una titulación múltiple de Grado y Máster en Románicas. Las prácticas externas también han tenido una dedicación especial, junto con la atención a las salidas profesionales, las docentes y muchas otras, por medio de Jornadas, Seminarios, cafés-tertulia con profesionales y empresarios, etc. En este sentido quiero destacar el apoyo decidido al emprendimiento de nuestro alumnado, participando en el Certamen de Nuevas Ideas Empresariales de FUNDEUN. Sólo puedo decir que nuestro alumnado responde muy satisfactoriamente a los retos y han obtenido unos excelentes resultados; por ejemplo, en la última edición, de las 10 categorías que se premian, 3 fueron ganadas por egresados o alumnos de nuestra Facultad. Las Humanidades son una factoría de ideas muy poderosa.
En cuanto a la relación con las bibliotecas subrayaré que se ha mantenido y reforzado. La relación de la Facultad con la Biblioteca es estrechísima. Me gusta decir que para nosotros es nuestro principal laboratorio y, como a tal, lo atendemos. Por señalar un elemento sobresaliente citaré la creación de la Sala de Investigadores Rusell Sebold, gracias a la donación de este importante hispanista. Es una muestra clara de la colaboración a la que me refería. Ese es el espacio en el que hemos ubicado El poder de las palabras, que presenta la producción de la facultad, la científica y la literaria. Insisto, la relación es excelente y en sintonía de objetivos.
¿Qué asignaturas imparte como docente en la Universidad de Alicante y con cuál se siente más cómoda?Homo sum, nihil a me alienum puto. Esta cita de Terencio, con una pequeña variación, me permite decir que, como latinista, como filólogo clásico, me siento cómodo con cualquiera de las asignaturas o las materias que pueden impartirse. Soy docente por vocación. Obviamente, la gestión que desempeño en la actualidad no me permite tanta dedicación docente. Por esta razón, la docencia se centra en el Máster Universitario en Historia del Mediterráneo y sus regiones de la Prehistoria a la Edad Media y en la asignatura Drama latino medieval y moderno. Subrayaré el acierto que me parece la inclusión de la lengua y la literatura latinas en el Máster, porque justamente, ante el naufragio al que desde muchos sectores pareciera que se quiere empujar a los Estudios Clásicos, justamente por ello suponen un hecho diferencial en la formación integral de nuestro alumnado. La asignatura de Drama es una apuesta muy clara del Área de Filología latina, ya que es la única asignatura de estas características en toda la oferta universitaria española.
«Toda actividad laboral es una actividad económica, pero debemos ser cuidadosos con el hecho de que la economía no acabe por desvirtuar el objetivo real; y justamente a ello contribuye esa corriente de superespecialización que se ha extendido en nuestros estudios. Dicha corriente no se compadece con la flexibilidad y mutación permanente del mercado laboral».
¿Con que dificultades se encuentra un profesor de la Universidad a la hora de impartir sus asignaturas en la Universidad? ¿Hay buen nivel del alumnado o cree que hay muchas carencias debido al acceso tan directo de las nuevas tecnologías? Con sinceridad, no creo que haya ninguna dificultad especial. Lejos de ello, los medios de los que disponemos en la actualidad permiten el desarrollo de nuestras capacidades y competencias con una mayor rapidez, y pone a nuestra disposición un caudal de contenidos de tal magnitud que el auténtico reto es su selección. Así pues, el acceso a las nuevas tecnologías no es ni bueno ni malo en sí mismo; lo que realmente sucede es que la velocidad en la que se produce su avance supone una necesidad de actualización permanente, para conseguir que la brecha entre el docente y el discente en el uso de dichas herramientas no sea muy pronunciada. Claro que hay que conocer la gramática y aprender a usar un diccionario en papel, pero en la actualidad hay plataformas como Collatinus-web que ponen al alcance de cualquier usuario una colección de diccionarios, reconocedores morfológicos y un motor de escansión métrica. ¿No deberíamos incluir estas herramientas en nuestra docencia con todas las consecuencias metodológicas que este paso implica? He ahí, sí, la dificultad. Tradicionalmente el método variaba poco de una generación a otra de docentes; ahora, cada generación o varias veces en una misma generación se ha de proceder a actualizaciones. Por no hablar de los cambios en la metodología, donde la irrupción de la metodología de latín vivo merece una atención especial.
Los métodos de latín activo suponen una llamada de atención al hecho de que la lengua latina es eso, una lengua. Al decirlo resulta muy evidente, pero, en tal caso, hay que preguntarse por qué no se emplean métodos compartidos con la enseñanza de otras lenguas, o por qué no se cuida la progresión en las competencias lingüísticas que deben adquirirse. En este punto topamos con el desarrollo de los contenidos en los planes de estudio y la propia legislación: se ha condenado a las lenguas clásicas a un eterno comienzo en casi cada curso académico, tanto en Secundaria, como en Bachillerato, como en la Universidad; comparten el mismo grupo grandes principiantes, falsos principiantes y alumnado avanzado. En consecuencia, un excesivo estrés normativo y la constante amenaza de desaparición de nuestros estudios han contribuido a que, a cambio de nuestra propia existencia, se haya renunciado a la progresividad en el aprendizaje. Para que me entiendan quienes no están familiarizados con el sistema: en un sistema bien organizado el latín de primeros cursos universitarios debería ser una continuidad de lo aprendido en Bachillerato, lógico ¿no? Sin embargo, puesto que no es imprescindible haber cursado dichos estudios para acceder a una titulación de románicas, se tuvo que procurar una vía de acceso para quienes no hubieran cursado nunca esta lengua clásica. La presión era muy fuerte, pues mantenerse en la coherencia de la progresividad abocaba a nuestros estudios a la desaparición.
Concluyo, pues. El reto del profesor universitario de filología latina hoy en día es, junto con la actualización permanente en metodología docente, en investigación y en herramientas tecnológicas, mantener la existencia de su propia disciplina.
«La cultura siempre ha encontrado caminos para sobrevivir; y que hemos asistido a un proceso creciente de banalización».
¿Qué importancia le da a la lectura? ¿Qué libro se está leyendo actualmente? ¿Se ha planteado escribir novela histórica? Toda, leer es como respirar una vez que se ha cruzado el umbral del interés por la lectura. Siempre me encuentro leyendo varios libros; los últimos han sido El infinito en un junco de Irene Vallejo, Ordesa de Manuel Vilas, la Guía del Museo del Prado e Historia de dos pintoras. Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana (Catálogo de la exposición del mismo nombre en El Prado). Y, ligado a todo ello, entiendo la última pregunta en el sentido de si he sentido la necesidad de escribir ficción o ensayo, porque la novela histórica, aunque trabaje sobre argumentos científicos es ficción. La respuesta es que sí, pero esas son carpetas que aguardan el día en que el tiempo permita desarrollarlas.
¿Qué experiencia nos puede contar como presidente de la Sociedad Española de Estudios Clásicos (SEEC – delegación de Alicante)? ¿De qué se encarga dicha Sociedad? ¿y del Proyecto“Héroes y Damas” de La Alcudia? La SEEC tiene la misión de defender y difundir los Estudios Clásicos en nuestro país. Y es que deberíamos sentirnos todos herederos de la tradición grecolatina, porque es lo que ha conferido a la civilización occidental todo su carácter. Son muchos años de trabajo continuo y, poco a poco, se da conocer cada vez más gracias a su colaboración con librerías como 80 Mundos; o con Casa Mediterráneo o el MARQ, con quienes, junto con la Universidad de Alicante, celebramos el III Congreso Internacional de Estudios Clásicos de la Comunidad Valenciana con el título de Mare Nostrum: en los límites del tiempo y el espacio el pasado mes de noviembre. No obstante, el reto también es aumentar el número de socios, de amantes de nuestros estudios, de la mitología, de nuestras lenguas románicas, las hijas del latín, de nuestra cultura y nuestra forma de vida, de nuestro ser mediterráneo. Nuestra sociedad está abierta y cuantos más seamos mejor defenderemos nuestro rico patrimonio cultural. Y el proyecto “Heroes y Damas” trata justamente de esto, del Patrimonio, pero ahora del arqueológico. La Universidad de Alicante es la única que posee un yacimiento arqueológico en propiedad: La Alcudia de Elche, el lugar donde se encontró la Dama, pero donde también se ha localizado el único ejemplo de una centuriatio romana; a saber, un fragmento de bronce donde aparece el nombre de diez legionarios a los que, en su licenciamiento, se les conceden tierras en Ilici; ¡y el decurión se llamaba Lucio Aneo Séneca! Este proyecto se propuso excavar en el lugar donde apareció la Dama en su día y todavía se continúa, puesto que los hallazgos están siendo muy relevantes, especialmente un lienzo de muralla, que es probable que lleve a modificar importantes datos y dataciones de los que se disponía hasta ahora.
¿Qué proyectos a nivel personal ha culminado? ¿Con cuál se siente más orgulloso? Su investigación se centra en la lexicografía latina medieval dentro de ISIC-IVITRA. He ido desgranando algunos de los proyectos a lo largo de la entrevista. Ahora me centraré en tres. El primero está relacionado con mi tesis doctoral y su publicación posterior, El deseo y el subjuntivo; el mero hecho de que aparezca referenciado en los estudios sobre la modalidad verbal latina y romance y en las grandes obras de referencia sobre la sintaxis latina actuales, supone la culminación del trabajo científico. El segundo fue haber sido el primer traductor a la lengua española de una obra de la Antigüedad clásica latina: Saturnales de Macrobio. Finalmente, el trabajo en la lexicografía latina desarrollado dentro de ISIC-IVITRA ha dado lugar al Corpus Documentale Latinum Valencie (CODOLVA), que está integrado en la Red de Excelencia Corpus Documentale Latinum Hispaniarum (CODOLHisp). Este proyecto aúna el trabajo paciente con los documentos a la utilización de las tecnologías de tratamiento documental y desarrollo de motores de búsqueda y ha supuesto, me refiero a la red, un hito en la filología latina medieval española y un reconocimiento de ésta a nivel internacional. Como proyecto, que pretende la incorporación de toda la documentación latina del Reino de Valencia medieval y, por extensión, de la cancillería de la Corona de Aragón, y pretende ofrecer el panorama de Latín Medieval en dicho reino, estoy convencido que me acompañará en todo lo que me queda de mi trayectoria profesional. Ahora bien, pese a las muchas satisfacciones obtenidas con este proyecto, me quedo sin duda con el reconocimiento de los colegas al nombrarme vocal para España en el International Medieval Latin Commitee.
«La Cultura es la que nos hace libres todo el tiempo»
¿Qué les diría a esas personas que cuando les dices que has estudiado la Licenciatura de Historia, o has estudiado Biblioteconomía te dicen “¿y eso para qué sirve? ¿hay que estudiar para eso?” Vamos a ver, quien realiza ese tipo de preguntas no merece respuesta. En primer lugar, no la merece porque está demostrando su más que profunda ignorancia; en segundo lugar, no la merece porque denota igualmente una soberbia que le hará impermeable a cualquiera de nuestras argumentaciones. Y no queremos perder el tiempo, ¿verdad?
Otro aspecto diferente es la defensa del papel que nuestras disciplinas deben desempeñar en la sociedad y la cobertura que han de tener en la formación integral de un ciudadano. Esa es la auténtica batalla, porque el tiempo me ha convencido que hay una orientación social muy clara en esta cuestión: ¿qué motiva a adelgazar cada vez más en los estudios las disciplinas de humanidades en la educación pública -que incluye lo concertado-, mientras que las élites, en sus centros privados, mantienen esta formación e incluso la intensifican? La pregunta contiene la respuesta: se pretende mano de obra -por muy sofisticada que ésta llegue a ser- y no formación de ciudadanos críticos. Tal es la presión, tal el dirigismo hacia principios económicos y empresariales que sólo apuntan a la cuenta de resultados que lo hemos llegado a aceptar sin pestañear: ¿cuál es la razón del propio nombre de la otra titulación sobre la que me preguntaba, Biblioteconomía? Me gustan más otras denominaciones que hablen de Ciencias de las Bibliotecas. Toda actividad laboral es una actividad económica, pero debemos ser cuidadosos con el hecho de que la economía no acabe por desvirtuar el objetivo real; y justamente a ello contribuye esa corriente de superespecialización que se ha extendido en nuestros estudios. Dicha corriente no se compadece con la flexibilidad y mutación permanente del mercado laboral.
¿Tuvo claro de siempre que se quería dedicar a la Filología y a las humanidades? A las humanidades desde luego que sí, desde muy pronto. Y lo focalicé en los estudios de historia, que siguen siendo, junto con los idiomas, las disciplinas que más se asocian popularmente con éstas. No obstante, dos profesores, Gormaz de latín y Agud de griego, me abrieron las puertas de las lenguas clásicas; y, claro, lo que nos hace humanos es el lenguaje que, además, contribuye a nuestro modo de pensar y la interpretación que damos del mundo. En consecuencia, ¿cómo es posible entender plenamente una época y una cultura sin acceso directo a la lengua -y, por tanto, al pensamiento- en la que se expresó. Así es como llegué a la Filología Clásica. Retomando lo que decía en la anterior pregunta, es una pena que en aras de la especialización temprana pueda prescindirse de la lengua y la literatura en los estudios de historia, de la historia en los estudios de filología, y así sucesivamente.
Si tuviera que escoger un periodo de la historia, ¿con cuál se quedaría? y ¿por qué? Con el que me ha tocado vivir, y que, además, es objetivamente el mejor que ha vivido la civilización occidental. Es una desgracia que desde finales del siglo XX se esté poniendo en jaque la Sociedad del Bienestar que con tanto esfuerzo construyeron nuestros abuelos y a la que España, por cierto, se incorporó tan tarde por desgracia. El siglo XXI, con hitos como las Torres Gemelas, la crisis de 2008 o la actual pandemia COVID-19, está poniendo a prueba nuestro sistema y ha puesto en cuestión el futuro. No debemos dejar que todo ello anule los logros obtenidos, si bien coincido en la communis opinio de que cuando todo vuelva a la normalidad será otra normalidad. ¿Cuál? He ahí el reto: si entendemos la economía como un sistema cerrado en sí mismo donde una cuenta de resultados no es más que el anuncio de la siguiente, esto es, que el objetivo único es ganar dinero para seguir ganando dinero, la involución y la contestación social estarán servidos; si, por el contrario, se entiende la economía en su vertiente humanista, como ya nos recordaba José Luis Sampedro, como una disciplina que contribuye decisivamente a la felicidad objetiva -recordemos colectiva, compartida y global- conceptos como renta básica, redistribución, objetivos sostenibles, etc. se abrirán paso y seguiremos avanzando como civilización.
¿Qué piensa del trato que se da a la cultura y a las bibliotecas en el mundo? ¿Cree que se encuentran en el lugar que les corresponde? Le respondo a la segunda pregunta: No. No redundaré en un concepto economicista que he dejado claro que no comparto y que considera a la Cultura un bien prescindible. Claro, alguien me dirá que no es así, que hay grandes espectáculos culturales y que son rentables. Por supuesto, desde mi punto de vista, esto se debe a dos hechos: que la cultura siempre ha encontrado caminos para sobrevivir; y que hemos asistido a un proceso creciente de banalización. Una banalización que no sólo afecta a la cultura, pero que la tiene entre sus víctimas principales. Se cae en la superficialidad y en la prisa convirtiendo todo en un mero objeto de consumo; la cultura, la de verdad, exige tiempo, pausa, asimilación, aprendizaje, … La cultura se ha sustituido por el espectáculo -maravilloso en ocasiones, sin duda, sobre todo cuando hay un fundamento sólido tras él-, pero la cultura no es sólo espectáculo. ¡Si hasta se ha convertido en un espectáculo la información de los telediarios!
Insistiré en el concepto de banalización. Nos han querido hacer creer que la Cultura es una actividad del tiempo libre; y claro, desde una visión centrada en el beneficio económico, el tiempo libre no conducente a la obtención de un beneficio crematístico o a la realización de un gasto que lo produzca en terceros, carece de sentido. Por eso, nos hemos visto en la obligación de defender La utilidad de lo inútil, como título su éxito de ventas Nuccio Ordine, o, en mi caso, a tener que defender de modo constante nuestros Estudios Clásicos, como hace Mary Beard, Premio Princesa de Asturias 2019, en cada uno de sus escritos, siempre mostrando su rabiosa actualidad. Debemos defender justamente lo contrario: la Cultura no es una actividad ociosa, como mucho es otium cum dignitate; la Cultura es la que nos hace libres todo el tiempo.
En este sentido, en la medida en que las bibliotecas han trascendido la función de almacén y despensa de libros, para asumir tareas de difusión cultural a partir de los más diversos soportes de la escritura y la lengua, se convierten en uno de los principales agentes de la Cultura, así con mayúsculas. Por ello, merecen mucha mayor atención y un mejor trato.
¿Qué piensa de Alquibla www.alquiblaweb.com como página de difusión cultural? Pues que es un interesante proyecto, bien desarrollado, que traslada al entorno virtual la función de la biblioteca a la que antes hacía referencia. Se divulga, se informa, se orienta, al objeto de que posteriormente el ciudadano tome sus propias decisiones. Es la tarea auténtica a la que debemos dedicarnos.
Algo que añadir… Agradecerle su invitación a mantener esta conversación. Ha sido muy agradable. Me permitiré terminar con una de las frases favoritas de Cicerón al final de sus cartas desando que su interlocutor cuide primorosamente de su salud: valetudinem tuam cura diligenter.