Hoy entrevisto a José Salento, escritor y poeta que hoy viene a hablarnos de sus novelas y de cómo ve la situación de la cultura y la enseñanza en nuestro país. ¿Quién es José Salento y cuáles son sus sueños? Pues José Salento es a ratos muchas cosas, pero que al final son la misma: una persona con muchas inquietudes, que detesta los horarios y que intenta ser creativa cada vez que la ocasión lo permite. En lo que se refiere a los sueños, yo creo que todo se centra en la idea de que un día esto acabará y, llegado ese punto, querré girar la cabeza y pensar que todo mereció la pena sin tener que arrepentirme de no haber hecho algo.
Un día José sintió la necesidad de escribir poemas, ¿en qué momento sintió ese empujón para lanzarse al vacío y escribir unas letras salidas del corazón? En realidad, llevo escribiendo desde que era un crío, aunque es verdad que por entonces uno no se planteaba si lo que hacía era una cosa u otra, solo era una forma de expresión. Supongo que no es hasta la etapa de estudiante universitario cuando realizo una aproximación más seria a la poesía, no solo como texto sino también como canción. Ya sabes, esa época en la que uno empieza a leer con otros ojos y por gusto a los poetas que años atrás, en el instituto, eran lecturas obligatorias.
Si tuviera que definir la poesía ¿cómo lo haría? ¿y la novela? Con esta pregunta me haces empatizar con mis estudiantes. Suelo empezar ciertas asignaturas con esta cuestión, y, desde luego, nunca llegamos a ningún consenso. La propia naturaleza de la palabra ya deja abierta la puerta para un abanico enorme de definiciones, y no me arriesgaría a concretar de manera específica lo que es o lo que deja ser. Lo que si me puedo atrever a decirte, y no suelo perder la oportunidad cuando me dan la ocasión de expresarme, es lo que me parece la seudopoesía. Me refiero a estos autores salidos al calor de la explosión de las redes sociales (hablo de Marwan, Elvira Sastre y demás personajes clónicos) que por desgracia abanderan la poesía actual en tanto en el canon poético los vende como pipas, y en mi opinión solo son un producto posmoderno, barato y de ínfima calidad. Para más inri, se atreven a decir que lo que hacen es neopoesía, como si la poesía se hubiera mantenido inmutable desde el siglo V a.C. hasta ahora. He visto mucha más poesía —con todas sus letras y en todos sus significados— en varios alumnos míos con los colaboro en el proyecto «Entre cenizas y locura» que en cualquiera de estos vendedores de humo.
En cuanto a lo que es una novela, bueno, en sí la pregunta es más concreta. La novela, por definición, es una obra de contenido narrativo y de una extensión más larga que el relato. Ni más ni menos.
Ahora se ha aventurado a escribir novela, ¿qué nos podría contar de primera publicada Luciérnagas en la ciudad? ¿podría compartir un fragmento con los lectores de Alquibla? ¿hay algo de biográfico? ¿tuvo problemas a la hora de encontrar editorial que publicara su novela? Cuando escribí Luciérnagas en la ciudad tenía como intención hacer una novela que tuviera un contenido social crítico, pero que al mismo tiempo fuera un homenaje a la propia literatura. Su estructura tiende hacia el género negro, sin embargo, esto creo que solo representa la fachada, ya que su desarrollo es coral y no existe un suspense más allá del provocado por las acciones de los personajes.
Sí, claro, aunque la elección sea un poco al azar. No sé qué fragmento se puede entender fuera de contexto. Lo intentaré con este:
No sé cuántas estaciones pasaron, pero al final solo quedó un cuerpo sobre una cama y el ruido de la máquina de respiración asistida. Desde que entramos en el hospital, los días se iban entre el vaivén de las enfermeras que daban los cuidados básicos al convaleciente y comprobaban su estado. Me entretenía leyendo los libros que iba robando de otras habitaciones y, cuando no había nada nuevo que leer, miraba a través de la ventana, intentando comprender el funcionamiento de la ciudad. La perspectiva desde mi posición era la mejor para apreciar el verdadero rostro de la vida moderna: la gente no tenía nombre e iba de un lado para otro con prisas, se detenían en los escaparates con rótulos brillantes y gastaban su dinero en aquellos negocios. Todo era velocidad, el ritmo dependía de la hora, aquello era una visión grotesca que me provocaba asco por el género humano, luego giraba la cabeza y lo veía a él y pensaba
«aquí yace la última esperanza de la humanidad».
Sobre lo autobiográfico de la novela, no considero que la novela tenga nada en este sentido más allá de lo que inconsciente haya volcado sobre las páginas, algo inevitable en cualquier proceso creativo.
La búsqueda de editorial sí fue difícil. El mercado está como está, y está orientándose hacia lo que ya sabemos, pero bueno, uno no puede pretender llegar y besar el santo. Entre otras cosas porque hacer eso en el actual mundo literario resulta imposible. Tras muchos intentos fallidos y muchas ofertas de todo tipo, finalmente publiqué con Ediciones Alféizar. De momento estoy muy contentos con ellos.
Tras leer su biografía me doy cuenta que tuvo claro desde siempre que quiso dedicarse a las letras por eso realizó una tesis sobre la hegemonía de los poetas de la experiencia en el campo poético español, e imparte sus clases como profesor en la Universidad de Jaén ¿cuál es su objetivo para y con los alumnos que diariamente asisten a sus clases? En ese sentido lo tengo muy claro, aprender y que aprendan. No resulta fácil levantar la atención de los alumnos y alumnas en un área tan densa como la teoría de la literatura, pero si consigues empatizar con ellos y dar con la clave, la docencia se vuelve uno de los oficios más agradecidos y gratificantes.
¿Cree que los adolescentes de hoy en día no valoran la literatura, que ha cambiado la prioridad a la hora de coger un libro y sentarse a leerlo, causado y debido al alcance de las nuevas tecnologías? Me temo que sí. El acto de leer requiere de una capacidad de concentración que los más jóvenes hoy en día raramente tienen. Es algo tan extendido que incluso en los estudiantes de filología cuesta encontrar lectores habituales. Por supuesto, no achaco esta la carencia en la práctica de la lectura a lo más jóvenes, el problema es de la sociedad donde se prima el consumo rápido y no se pone en valor lo cultural. De ahí que la poesía que consumen los adolescentes (y no tan adolescentes) tenga forma de tweet o de post. Es cierto que las nuevas tecnologías invitan y facilitan nuevas formas de ocio mucho más «cómodas» que la literatura, pero todo radica en el contexto de los chavales: por lo general, el niño que crece sin que los padres le estimulen hacia la lectura probablemente, cuando crezca, opte por otras alternativas más sencillas y digitales.
¿Para qué tipo de público va destinado Entre el salitre y Luciérnagas en la ciudad? ¿cómo animaría a los lectores para que escogieran sus novelas para leerlas? Mira, cuando uno hace un poemario en España el público objetivo son tus amigos. La gente no lee poesía en este país. Vivimos en una sociedad donde hay muchos más escritores que lectores. La consecuencia de esto la vamos a descubrir en unos años, cuando el modelo literario y el editorial colapse. La prueba de ello es que si vas a la estantería de poesía de El Corte Inglés (por decir un establecimiento al azar) no encontrarás a Leopoldo María Panero ni a Miguel Hernández, verás a Defreds, Elvira Sastre y demás vendedores de libros de poesía de autoayuda.
En lo referente a Luciérnagas en la ciudad, bueno, el público al que le puede gustar en complicado de definir, ya que es una novela bastante singular en cuanto a forma y desarrollo, llena de guiños culturales. He podido escribir una mejor o peor novela, pero siempre he querido posicionarme en los márgenes para no escribir otra obra más del montón. A los lectores los animaría a leer Luciérnagas en la ciudad si quieren encontrar algo diferente. Si buscan vampiros adolescentes, sexo sadomasoquista o mensajes de autoayuda, no, esta no es la novela.
¿Qué metodología utiliza para escribir? ¿tiene alguna manía o algún lugar en especial para realizarlo? ¿está leyendo algún libro actualmente? La única metodología que uso es la de escribir en mi tiempo libre y, dada mi profesión, me temo que no dispongo de mucho. Siempre pensé que, si algún día llegaba a profesor universitario, me iba a sobrar el tiempo y el dinero. Me equivoqué en ambas premisas.
Actualmente estoy leyendo Ordesa de Manuel Vilas. Me gusta mucho su estilo, pero tengo la impresión de que, si un lector acaba la novela y lleva ante un juez a Vilas por utilizarlo de psiquiatra indirecto, ganaría el juicio.
¿Qué piensa del trato que se da a la cultura en el mundo? ¿y a las bibliotecas? Un mundo sin cultura es un mundo terrible, lleno de verdades absolutas y vacío de pensamiento crítico. Parece que vamos directos hacia los peores presagios de Huxley combinados con las más inverosímiles predicciones de Orwell. No estamos ante un cambio de paradigma cultural, estamos ante la destrucción del pensamiento libre. Lo más triste de todo es que el propio individuo es el agente activo que participa voluntariamente y sin quejarse en esta debacle cultural.
La biblioteca acabará asumiendo un papel de museo de la palabra, donde los más románticos — aquellos que no nos gusta leer en formato digital—, pero menos prácticos, acudamos para consultar clásicos de la literatura universal que hoy en día podemos encontrar en la mayoría de catálogos de cualquier librería, pero que, en unos años, dejarán de venderse por no ser rentables para el negocio editorial.
¿Qué piensa de Alquibla www.alquiblaweb.com como página de difusión cultural? No conocía Alquibla, pero me parece un gran descubrimiento. Tengo que darte la enhorabuena, es un proyecto valiente en estos tiempos. Ojalá en los próximos años surjan más plataformas de este tipo. Son necesarias como lugares de resistencia cultural.
Algo que añadir… Poco más, te agradezco la oportunidad de darme voz y visibilidad en Alquibla. Espero poder tener la oportunidad de volver por aquí en un futuro cercano.