Uno de los más grandes poetas árabes de todos los tiempos. Su padre había sido soldado de Marwän, el último califa omeya. Por su madre era de origen iranio, del que se sentía orgulloso. No le avergonzaba la humildad de su cuna: “mi talento decía, es mi título de nobleza”. Llegado muy joven a Basora, comenzó en ella su educación, que continuó en Küfa, donde estudió poesía y filología.
Parece seguro que pasó una temporada en el desierto, lo que había venido a convertirse en una tradición, con el fin de perfeccionar su lengua entre los beduinos, guardadores de las más puras esencias y del legado de la poesía de la poesía antigua.
Se presentó en Bagdad, con el ánimo de ganarse al califa Harun al-Rasid con el oropel de un panegírico, pero en este primer contacto con la brillante corte, solo logró el favor de los barmakíes, hasta que, tras la caída brutal de la poderosa familia, optó por huir de Egipto. Volvió a Bagdad para convertirse en comensal y poeta favorito de Harun al Rasid y, después, de su hijo y sucesor Al-Amin, del que había sido preceptor. Obligó en ocasiones a uno y otro a que extremara la dureza con él, cuando arremetía burlón contra todas las instituciones islámicas.
Hay diferentes versiones en cuanto a su muerte, que fue violenta en todo caso, con seguridad motivada por alguna invectiva del poeta. Abú Nuwás destaca como panegenerista e introduce en el género innovaciones que, dentro de la literatura árabe, ferozmente conservadora, pueden calificarse de revolucionarias.
Sus elegían revelan un profundo sentimiento. Fue igualmente un gran poeta en sus composiciones cinegéticas, que se desgajan con él de la casida clásica y pasan a constituir un género independiente. Sus sátiras son de una crueldad inaudita.
Hacia el final de su vida, a lo que parece, cultivó también la poesía ascética, aunque, sin duda, de modo circunstancial. Habría constituido, en otro caso, un corte demasiado brusco con sus temas preferentes de inspiración. Porque, aunque todos los géneros que cultivaba los llevó a la perfección, donde verdaderamente sobresalió como maestro indiscutible y donde su genio eclipsó a los poetas en quienes puedo inspirar es en la poesía que canta al amor y en sus poemas báquicos. En ellos convertía, en materia poética sus múltiples vivencias, en una forma nueva, con un realismo lleno de humor; reconoce sin sonrojo sus vicios, desalienta a los que le censuran y se burla de sí mismo cuando sale malparado de algún trance.
Abu Nuwas es un auténtico poeta pese a los reparos que pueda oponer la moral más tolerante y un poeta moderno no solo en el sentido técnico que la crítica literaria de a los de su generación, sino porque muchos versos suyos tienen acentos que pueden llegar hasta nosotros. Su fama ha ido creciendo con el paso del tiempo. El gran poeta entró también en la leyenda, por la puerta grande de las Mil y una noches y todavía hoy presta su nombre al bufón de los cuentos populares en el mundo árabe.
Un artículo excelente que me recuerda que todavía no he leído a este poeta.
Alberto Mrteh (El zoco del escriba)