Los serbios tuvieron desde la Edad Media una literatura original, como lo prueban numerosas biografías (Vida de San Simeón, de San Sava, finales del siglo XIII). La conquista turca, a fines del siglo XIV, retrasó el desarrollo de la vida intelectual durante varios siglos. Los serbios emigrados al sur de Hungría a fines del siglo XVII fueron quienes dieron un nuevo impulso a la literatura.
A fines del siglo XVIII la literatura se abrió a las ideas occidentales como Dositej Obradovic. En la primera mitad del siglo XIX, Vuk Karadzic consiguió imponer la lengua hablada como lengua literaria y editó cantos y cuentos de la literatura oral, cuya influencia fue determinante para los escritores románticos entre los que destacan Sima Milutinovic, Pedro II Petrovic, entre otros. Por lo que respecta al realismo, éste tuvo como principales representantes a Jovan Sterija Popovic y Simo Matavulj.
La tendencia realista prosiguió en el siglo XX con el cuentista Petar Kocic, las comedias de Branislav Nusic y las novelas de B. Stankovic. A fines del siglo XIX la poesía, olvidada por el realismo, se abrió a influencias extranjeras y en particular francesas. Esta transformación aparece en las obras de Milan Rakic y J. Ducic. Tras la primera guerra mundial, la literatura se abrió aún más ampliamente a las corrientes llegada de Occidente, como por ejemplo el surrealismo. Florecieron nuevos talentos mientras que tras la segunda guerra mundial, predominó una inspiración social y militante. Sin embargo, la literatura se liberó pronto de las normas del realismo socialista con D. Cosic. Las obras aparecidas después de 1960 se zafan de las últimas tutelas ideológicas. Una tendencia intelectualista, muy europea representada por D. Kis, coexiste con una corriente neorrealista cuyo principal representante es Dragoslav Mihailovic.