La Casa Museo Lope de Vega se ubica en el edificio donde el escritor vivió los últimos 25 años de su vida. A finales del siglo XIX historiadores y cronistas como Mesonero Roma- nos documentaron la historia de la vivienda. En 1929 se inicia la historia del museo, en el inmueble que durante tres siglos había mantenido su uso como vivienda. http://www.casamuseolopedevega.org/es/
La casa, situada en la antigua calle de Francos, hoy de Cervantes, se encuentra en pleno barrio de las Musas o de las Letras de Madrid. A escasos metros, en la calle León, se encontraba el célebre “mentidero de representantes” donde se reunían dramaturgos, actores y poetas.
La última propietaria del mismo, Antonia García, viuda de Cabrejo, dispuso la creación de la Fundación Docente García Cabrejo para crear un museo y la Real Academia Española asumió el patronato de dicha fundación y se encargó de la restauración de la casa. En 1935, coincidiendo con el tercer centenario del escritor, se declaró Monumento Histórico Artístico y se abrió al público como casa museo.
El inventario de sus bienes y el testamento de Lope de Vega de 1627, el legado de su hija Antonia Clara de 1664 y la documentación histórica sobre la finca fueron las referencias que se utilizaron para dotar al museo de objetos personales, mobiliario y obras de arte que recreaban los diferentes ambientes. Se incorporan objetos a través de depósitos, donaciones y compras.
En 1990 la Real Academia Española y la Comunidad de Madrid firmaron un convenio de colaboración para la restauración e impulso de la Casa Museo Lope de Vega y, desde diciembre de 2007, la Comunidad de Madrid asume su gestión.
“D.O.M. PARVA PROPIA MAGNA /MAGNA ALIENA PARVA” Esta inscripción, que se encuentra en el dintel de la entrada, se hizo muy popular en el Madrid de su tiem- po. Calderón la tradujo así: “que propio albergue es mucho, aún siendo poco/ y mucho albergue es poco, siendo ajeno”.
Un zaguán da acceso a los visitantes al museo y al jardín, el “güertecillo” de Lope, un oasis de paz en pleno centro de la ciudad.
Subiendo por las escaleras a la planta primera se encuentra el pequeño oratorio donde el escritor, tras ser ordenado sacerdote, empezó a celebrar misa diaria. Está presidido por un retablo del siglo XVII con una imagen de San Isidro, patrón de Madrid. Imágenes, ropas de culto, pinturas, relicarios y diversos objetos de uso religioso completan la estancia.
El estudio, espacio privado, fue testigo de lo mejor de su obra literaria y no es difícil imaginar al escritor en compañía de sus visitantes, sentado en una silla de brazos y escribiendo en una sólida mesa castellana del siglo XVII, rodeado de escritorios y de braseros y tapices para combatir los duros inviernos. Y rodeado de libros, porque esta estancia, la más amplia de la casa, alberga un importante patrimonio bibliográfico del siglo XVII, depósito de la Biblioteca Nacional, además de pinturas procedentes del Convento de las Trinitarias y del Museo del Prado.
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