Aunque traumatizado por la noticia del brutal asesinato de su padre, Dostoievski entonces estudiante de la escuela de ingenieros de San Petesburgo, terminó sus estudios pero se encontró solo y sin recursos. Su primera novela fue Pobres gentes (1846) y ante su buena acogida, publicó sin éxito El doble (1846) y Corazón débil (1848).
Decepcionado se interesó por la política, pero fue arrestado, encarcelado y condenado a muerte, pena que le fue conmutada por cuatro años de deportación a Siberia, de donde regresó profundamente marcado y preso de frecuentes ataques de epilepsia.
De regreso a San Petesburgo publicó El sueño del tío (1859), Recuerdos de la casa de los muertos (1861) y Memorias del subsuelo (1864), cuyas descripciones realistas del presidio le valieron la celebridad.
Muy afectado por la muerte de su mujer y la de su hermano, así como por las dificultades económicas, encontró en sus sufrimientos la inspiración de Humillados y ofendidos (1861) y de Crimen y Castigo (1886).
Casado por segunda vez, agobiado por las deudas y tras perder a su hija, se refugió en Alemania, en Suiza y en Italia, donde frecuentó los casinos, perdió su escaso peculio y escribió febrilmente El jugador (1867), El idiota (1868), El eterno marido (1869), Los endemoniados (1870), a los que siguieron El adolescente (1875), Diario de un escritor (1876) y Los hermanos Karamazov (1879-1880).
A partir de entonces su gloria eclipsó incluso a Tolstoi. De regreso a Rusia, continuó una obra que sería siempre una misma búsqueda del absoluto, a través de un minucioso estudio sicológico, una gran diversidad de perspectivas y un misticismo que recoge la experiencia humana y religiosa del autor y sus exploraciones del mundo del subconsciente y del sueño. Cuando murió, se le consideraba el profeta de Rusia, en la cual veía una síntesis de todas las culturas.
Me han entrado unas ganas enormes de volver a leer a Dostoyevski.