Hoy entrevisto a José Antonio Olmedo López-Amor escritor de la novela El cuadro negro entre otras. ¿Quién es José Antonio Olmedo López-Amor y cuáles son sus sueños? La respuesta a quién soy, no la tengo. Creo que parte de esa respuesta es un puzle que los poetas vamos desvelando a través de nuestra carrera artística; también nos revelamos en aquello que hacemos por convicciones y por interés, sobre todo a través de lo que no hacemos. No me obsesiona saber quién soy, en la preocupación por conocer verdades absolutas prefiero ser paciente, prudente e intuitivo. A la pregunta ¿quién creo que soy? Respondería: alguien apasionado, con ganas de vivir y de aprender, alguien algo filósofo con algo de artista que busca algo indeterminado y teoriza sobre todo ello. Es decir, un feliz ignorante muy inquieto. Mis sueños, no caben en esta hoja. No sé si eso es bueno o es malo, de momento, no estoy frustrado por no conseguir muchos de ellos, no me desanimo y permanezco en una constante lucha. No es malo anhelar, incluso cuando se desea más de lo que se merece; en mi caso, el deseo es un motor que empuja a la acción. Algo me incita a escribir y en ello encuentro una forma de ser y de vivir que no rechazo. Me gustaría persistir en ello y en algún momento sentir que todo el esfuerzo invertido sirve para algo más de lo mucho para lo que ya sirve.

¿Por qué firma bajo el seudónimo Heberto de Sysmo? Esta es una de las preguntas con las que creo que lidiaré toda mi vida. Comenzó como requerimiento para participar en un certamen literario: firmar con otro nombre para no ser reconocido por el jurado. Después, se unió a ello una necesidad por diferenciar de mi mitad mundana el aporte al mundo de esa otra mitad artística e idealizada que parecía hablar a solas sobre temas aparentemente más trascendentales. Ahora, casi puedo afirmar rotundamente que desearía, no solo llamarme, sino ser Heberto de Sysmo a tiempo continuo y firmar de vez en cuando como José Antonio, algo imposible, salvo en las ficciones que trasladamos al papel.

Se dedica a la crítica literaria y cinematográfica, es ensayista, cronista, articulista, divulgador científico, ¿Desde qué momento sintió la necesidad de plasmar en un escrito sus pensamientos? Escribir me ayuda a ordenar, cribar y ahondar en mis pensamientos. La escritura no solo los moldea, influye sobre ellos y algo añade; esta relación de nosotros y el lenguaje es una de mis preocupaciones actuales. Creo en la labor de un crítico que es neutral y justo con una obra que admira y trata de acercarla a los lectores. Creo en la labor de un divulgador y un cronista que se esfuerzan por dar a conocer un hecho o un descubrimiento relevantes. Escribir artículos es una forma de expresar pensamientos y opiniones de manera coloquial, generalmente vinculados a una actualidad sociopolítica y cultural. Escribir ensayos es profundizar más académicamente en un tema y exponer sus características, extraer conclusiones sin dejar de teorizar sobre ello. A través de todos estos géneros, como lector, he aprendido mucho. Me decidí a practicarlos cuando creí que podía aportar algo a sus lectores. A fin de cuentas, escribir es compartir.

He observado que está adscrito a varias redes de escritores, ¿Qué es lo que le aporta cada una de ellas?Toda agrupación cultural estrecha lazos —o debería hacerlo— con personas afines, por lo menos, con interés por la cultura. De igual modo el círculo de contactos se amplía, se crea una sinergia que no solo favorece la creatividad, también la divulgación de aquello que se lleva a cabo. Aquí, en Valencia, pertenezco con orgullo a CLAVE (Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios), quienes se encargan de gestionar los Premios de la Crítica Literaria Valenciana, entre otras cosas. Es curiosa la capacidad de gestión cultural y convocatoria que puede alcanzar un colectivo de escritores. Es más necesario que nunca sugerir a la sociedad la importancia de las humanidades y su capacidad transformadora. Creo que como ciudadanos debemos dirigirnos a esas plataformas no pensando en lo que nos pueden ofrecer, sino pensando en qué podemos aportar a su proyecto.


¿Qué nos puede contar de la Asociación Literaria Crátarroja?
Pues que fue fundada por un grupo de poetas y amigos, residentes en Valencia, con la —hasta ahora, única— finalidad de auspiciar la publicación de “Crátera. Revista de Crítica y Poesía Contemporánea”, una apuesta editorial de periodicidad trimestral y con proyección internacional de la que nos sentimos verdaderamente orgullosos que ya va por su cuarto número.

Y de sus libros publicados, ¿qué nos puede contar? ¿Qué evolución se presenta del primero al último? ¿Piensa seguir escribiendo? He participado con poemas en más de una docena de antologías; he publicado un relato de terror titulado “El cuadro negro” en un libro de varios autores; un ensayo en un libro conjunto y también un libro de crítica y ensayo, “Polifonía de lo inmanente. Apuntes sobre poesía española contemporánea 2010-2017”. Pero centrándonos en los libros de poesía, que son cinco, te diré que el primero, “Luces de antimonio” fue un recopilatorio de poemas de juventud, mientras que el siguiente, “El testamento de la rosa” ya mostraba una preocupación existencial más elaborada que incluía tintes sociales. El tercer poemario, de título “La soledad encendida” es un libro de haiku, breves poemas de origen japonés sobre nuestro asombro ante la naturaleza que supuso toda una experiencia. Mi cuarto poemario, “La flor de la vida. Elogio de la geometría sagrada” es el que considero más mío, quizá porque representa una organicidad temática y estructural que trata de aunar forma y fondo en lo que podemos considerar un estudio muy particular sobre la geometría sagrada, algo que me llevó varios años. Y por último, “Maldito y bienamado bibelot” es un ensayo lírico acerca del lenguaje y su relación con nosotros. Por lo que puedo afirmar que he ido de una preocupación formal por la métrica, ya manifestada en el primer libro, del verso libre al verso medido en un proceso de pulido acorde a la organicidad de la obra: son importantes las elecciones parapoemáticas como el léxico, los títulos, el orden de los versos, el número y nombre de las secciones, el metro; nada es aleatorio y todo debe respirar el tono y gravedad del poemario. En lo temático, cada libro es diferente al anterior, la horquilla es amplia. Quizá predomine lo reflexivo a lo expresivo o narrativo, en cualquier caso, creo que no soy la persona indicada para etiquetar lo que hago.

¿Qué es para usted la poesía? Respondiendo a esta pregunta, como se suele decir, podríamos amanecer a un nuevo día y continuar citando los argumentos. La poesía, que en mí empezó como una inquietud, se ha desarrollado hasta convertirse en una necesidad vital, una vocación que es a la vez filosofía y una forma de entender y sentir las cosas. Te diré lo que no es: no es algo que venda sus principios, no es moneda de cambio, nunca ha sido de interés general, no es una moda ni un circo, no un círculo cerrado ni un patrimonio exclusivo. La poesía es mucho más que un género literario, más que la esencia y armonía como cumbre del lenguaje, hay algo atávico y perturbador en ella, capaz de ejercer en los seres humanos su influjo, que para mí es algo más que el goce estético. Definir la poesía es poner puertas al campo, no seré yo quien lo haga.

Ha obtenido diversos premios, ¿Con cuál se queda? El más valioso hasta ahora, para mí, no es un premio, sino la nominación como finalista a los Premios de la Crítica Literaria Valencia por mi libro “La flor de la vida. Elogio de la geometría sagrada” (Lastura, 2016). Valencia es tierra de grandes poetas y estar entre los nominados es ya un premio en sí.

¿Qué piensa del trato que se da a la cultura en España? ¿Y a las bibliotecas? En España confundimos la cultura con el ocio, no hay más que ver el orden sintáctico de las secciones de un periódico. Llaman cultura a ciertos hábitos de tortura animal, sobre todo en los programas de festejos de muchos pueblos, y en cambio ningunean otras disciplinas cuyos autores dignifican con su trabajo. En algunos países, como Francia, por no ir más lejos, la cultura es una de las principales fuentes de ingresos, eso no significa que yo apueste por una mercantilización del arte, pero sí por un apoyo de la administración a la cultura y los artistas, una inversión que garantice su continuidad y buen estado de salud. Estamos demasiado acostumbrados a ver relacionadas la cultura y la gastronomía en folletos para turistas y a veces olvidamos el verdadero valor de la cultura como pilar ilustrador, didáctico y educativo en un mundo acusado de deshumanización.

En cuanto a las bibliotecas, aquí, en Valencia hemos sufrido la desaparición de algunas bibliotecas debido a recortes en los presupuestos. También son tiempos difíciles para las librerías, cuando alguna cierra, la ciudad acusa sensiblemente la pérdida de un pulmón cultural. Para que las bibliotecas se conviertan realmente en esa puerta hacia la democratización de la cultura en la Sociedad de la Información es necesaria una política de estado que apueste por ello. Pero, como digo, aún queda un largo camino por recorrer.


¿Qué piensa de Alquibla
www.alquiblaweb.com como página de difusión cultural? Pienso que lleva varios años haciendo una gran labor divulgativa y dinamizadora. Su actividad se centra en el universo de las bibliotecas pero abarca muchas más cosas, me interesa lo interdisciplinar y creativo de su propuesta. Creo que es una plataforma pionera en cuanto a la diversidad y actualidad de lo que ofrece: información sobre presentaciones, entrevistas a autores, artículos, etc. Un portal didáctico y divulgativo que ha conseguido la difícil tarea de ser un referente y la más difícil aún, de mantenerse.

Entrevista a José Antonio Olmedo escritor de la novela El cuadro negro
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Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
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