Miguel C. Muñoz Feliu es Profesor asociado del área de Biblioteconomía y Documentación en el Departamento de Comunicación Audiovisual, Documentación e Historia del Arte (DCADHA) en Valencia y Técnico Responsable de Difusión de la Biblioteca Valenciana Nicolau Primitiu (Plaza con destino definitivo. Grado consolidado: 24). ¿Quién es Miguel C. Muñoz Feliu y cuáles son sus sueños? Soy un bibliotecario, docente e investigador valenciano, al que le gusta la vida, y que querría un mundo más feliz, más justo, más culto y más libre, una sociedad en la que el prejuicio, el fanatismo y la estupidez desaparecieran.
¿Desde qué momento supo que su dedicación iría destinada al mundo de la cultura? A mí siempre me han gustado las Ciencias Sociales en general, y la Historia en particular, con lo que desde muy pequeño saber más sobre el conjunto de actividades humanas, la cultura o culturas de una época o de una sociedad, me ha interesado mucho.
Sin embargo, mi relación con la cultura valenciana actual es mucho más próxima en el tiempo. Desde 2006, la coordinación de las actividades culturales en la Biblioteca Valenciana me ha obligado -con mucho placer- a tratar con instituciones y asociaciones culturales de todo tipo, así como con ilustradores, editores, escritores, guías, talleristas, periodistas o músicos.
¿En qué lugares ha ejercido su función como bibliotecario? ¿Qué ha aportado a cada uno de esos lugares?He tenido la suerte de poder trabajar como bibliotecario o archivero en instituciones muy diversas que me han enriquecido mucho y a las que espero haber también ayudado con mi trabajo. Comencé en 1991 haciendo prácticas en una biblioteca municipal (Benetússer); en 1992 fui becario en el Archivo del Reino de Valencia, y tras aprobar oposiciones a finales de ese mismo año, he ocupado puestos como funcionario de carrera en Sanidad y en Cultura, desde hace ya casi 25 años. Por no hacerlo muy largo, te comentaré aquí solo algunos de los puestos o responsabilidades ejercidas.
Entre 1993 y 2001 fui bibliotecario del Instituto Valenciana de Estudios en Salud Pública. En colaboración con Manuel Arranz, documentalista, sentamos las bases de un centro de documentación en salud pública que durante años estuvo acreditado por la OMS: elección de un tesauro adecuado, diseño de una base de datos adaptada a la normativa española e internacional de catalogación, establecimiento de un sistema de signaturas topográficas válido para una biblioteca especializada en estas materias, o elaboración de productos de distribución de todo tipo. Y todo ello, a la vez que atendíamos todo tipo de consultas de investigadores de las Ciencias de la Salud, un tipo de usuario muy exigente pero también muy agradecido.
Otra faceta muy diferente fue mi colaboración en el movimiento asociacionista como miembro de la junta directiva de l’Associació Valenciana d’Especialistes en Informació (AVEI) entre 2001 y 2008, una labor muy necesaria en una profesión desdibujada como la nuestra necesitada de reconocimiento social, y que culminaría con la creación del Colegio Oficial de Bibliotecarios y Documentalistas de la Comunitat Valenciana.
Finalmente, no puedo dejar de sentirme orgulloso de la labor desarrollada desde mi puesto de coordinador de la unidad de difusión de la Biblioteca Valenciana desde donde, pese a las dificultades presupuestarias y el entorno espacial hostil, hemos impulsado y consolidado una sólida oferta cultural estrechamente relacionada con la Cultura Escrita: exposiciones, jornadas, presentaciones, visitas culturales, y un ciclo de animación lectora desarrollado en estrecha relación con el mundo educativo.
¿Qué nos puede contar de su tesis sobre “Bibliotecas y desamortización en la ciudad de Valencia (1812-1844)”? Hace ya más de 20 años, mi antiguo profesor Vicent Pons localizó en un archivo privado un catálogo de 1671 de la librería del Monasterio de la Murta de Alzira y me propuso que este podría ser un buen tema para una tesina y quizás para una tesis. Al intentar saber qué había sucedido con sus miles de volúmenes, que no estaban en la Biblioteca de la Universitat de València, donde en teoría deberían haber ido a parar con la desamortización, me di cuenta de que la bibliografía escrita hasta entonces no daba respuesta a ese y a otros muchos interrogantes. Tampoco la daba a la desaparición de otras importantes colecciones bibliográficas como la del Monasterio de la Valldigna.
Conforme iba sumergiéndome en la documentación de la época, descubrí que la política bibliotecaria había estado siempre presente en los momentos en los que el liberalismo tiene el poder: la ocupación francesa y el régimen bonapartista, las Cortes de Cádiz, el Trienio Liberal o la llamada desamortización de Mendizábal. Estos proyectos, enfrentados a un contexto económico, político y organizativo muy adverso, desembocarían en 1838 en el nacimiento de las llamadas Bibliotecas públicas-provinciales-y-universitarias, un modelo nacido en Valencia que se extendería desde aquí al resto de España y que caracterizaría el sistema bibliotecario español del siglo XIX. A la vez, gran parte de los fondos bibliotecarios reunidos eran vendidos a peso al mejor postor por el propio Estado, lo que, junto a las obras robadas u ocultadas previamente, harían de España un paraíso para bibliófilos como los Salvá, o para numerosos extranjeros.
Fue una investigación larga, sacrificando vacaciones y días de permiso, que me llevó a consultar más de 20 archivos y bibliotecas. Pero también ha sido una experiencia muy satisfactoria, en la que estuve apoyado por mi familia y por mi pareja. Algunas partes de la tesis han sido ya publicadas. Otras, como los proyectos bibliotecarios bonapartistas, verán pronto la luz en el prestigioso Bulletin Hispanique.
¿Cree que en este mundo de las bibliotecas es imprescindible la difusión tanto a nivel online como presencial? Sin duda alguna. Una biblioteca del siglo XXI es un lugar de socialización que debe aprovechar todas las oportunidades que ofrece la Sociedad de la Información y estar presente en Internet y en redes sociales de todo tipo.
¿Qué piensa del trato que se da a la cultura en España? Desgraciadamente, ha habido muy poca sensibilidad hacia la Cultura. Basta recordar que hasta hace poco el IVA soportado por los productos culturales era de los más altos de Europa.
Esta escasa atención es muy palpable en bibliotecas y archivos, reducidos a servicios residuales, con escasísima inversión y graves carencias en medios humanos y materiales. Una situación que, si no va a peor, es por la actitud y esfuerzo de muchos profesionales que luchan por sacar adelante sus centros con muy poco.
¿Qué nos puede contar de su trabajo como bibliotecario en una de las bibliotecas más bonitas de Valencia? Estoy muy orgulloso de poder trabajar en la Biblioteca Valenciana Nicolau Primitiu, la biblioteca nacional de la Comunitat Valenciana. Pese al devastador efecto de la crisis y la falta de soluciones al deterioro del entorno urbanístico que la rodea, desde la Biblioteca Valenciana hemos conseguido mantener una programación cultural intensa y disponemos de presencia en las principales redes sociales (Facebook, Instagram, You Tube, Pinterest y Twitter). El año 2016, casi 50.000 personas pasaron por el Monasterio de San Miguel de los Reyes, un espacio también abierto a otras entidades para que desarrollen en él actividades culturales de diverso tipo.
¿Qué es lo que transmite a sus alumnos como profesor asociado en la Universidad Politécnica de Valencia en el área de Biblioteconomía? Desde 2005, colaboro con la UPV como profesor asociado y actualmente imparto clases en el Máster Interuniversitario de Gestión Cultural y en el Máster CALSI. Intento hacer clases participativas con enfoques interesantes en que los alumnos tengan un papel esencial y en el que puedan conocer de primera mano, de la manera más práctica y real posible, la realidad para la que se están formando.
Más difícil es la cuestión de los ánimos en tiempos como los que corren; ahí insisto en que la formación es el mejor bien que tendrán, un bien que los acompañará el resto de su vida.
¿Qué piensa de Alquibla www.alquiblaweb.com como página de difusión cultural? Todo lo que se haga en pro de la cultura me parece muy bien. Y más si se hace con rigurosidad y continuidad, tal y como Eva Galán y Alquibla vienen haciendo.
Algo que añadir… Su web personal www.miguelcarlos.es