Como la más trascendente de cuantas, hasta la fecha, figuran en los anales del arte dramático en Alicante es, sin duda, la del 25 de septiembre de 1847 cuando, por primera vez, fue alzado el telón del Teatro Principal. Día, en verdad, extraordinario para el entusiasta público alicantino, que, desde enero del año anterior, había ido registrando y comentando el crecimiento del gran coliseo hasta su terminación. Todos ansiaban ser testigos de su estreno y todos, también sentíanse legítimamente orgullosos de  aquel templo del arte.

¿Vas esta noche al teatro? Esta es la pregunta que se repetía en todos los círculos y por todas las personas, y de todas las clases de la sociedad de Alicante.  Llegó por fin el instante deseado y tuvimos la gran fortuna de poder penetrar en el Teatro: aquí se veían todos los semblantes llenos de tal entusiasmo y alborozo que embargaban todos los sentidos y no quedaban ojos para mirar, ni  oídos para escuchar, ni habían más palabras que de alegría y aplauso.

El autor elegido fue don Antonio Gil y Zárate nacido 1793 en San Lorenzo del Escorial y fallecido 1861 en Madrid. Hijo de Bernardo Gil, tenor y de la actriz Antonia Zárate, el dramaturgo se educó en Francia, donde residió hasta 1805 año en el que regresó a su patria sin saber su idioma nativo.

Gil y Zárate tomó parte activa en la guerra contra Napoleón. Luego ocupó los cargos de Secretario del Ministerio de la Gobernación, Director General de Instrucción Pública, Consejero de Estado, etc. Fue académico de la Real Española de la Lengua y de las Bellas Artes de San Fernando.

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Escribió poemas, tragedias y dramas históricos. Vista su obra en relación con las ideas literarias de su tiempo se puede afirmar que Gil y Zárate empezó escribiendo al modo neoclásico para finalizar adoptando y defendiendo una postura ecléctica entre las tendencias neoclásicas y romántica, criterio que fue seguido por la mayoría de los dramaturgos españoles de la época.

La obra elegida para ser representada en tan solemne función fue el drama histórico en cuatro actos y en verso Guzmán el Bueno, que Gil y Zárate publicó en 1842.

Según Allison Peers, esta obra, una de las mejores de su autor, representativa del espíritu estético por el que tan insistentemente abogó tiene un <<asunto fuerte, basado en el conflicto psicológico entre el amor del padre y el deber y apoyado por algunos personajes hábilmente dibujados y bien equilibrados. Se acomoda exactamente al tipo ecléctico de drama. Como dijo Piferrer cuando la obra apareció por primera vez, es romántica en su intención general y en la concepción y ejecución de sus escenas caballerescas, pero es clásica en su atildamiento y regularidad. Hubiera podido agregar que es romántica en la riqueza de sus formas métricas y clásica en la perfección técnica de éstas, incluso en detrimento del sentido y de la melodía en algunos casos>>.

Para el gran estreno, el Empresario don José Tormo contrató a la compañía dramática de don Enrique Arjona, hermano de Joaquín, ilustre actor de la escena española, en cuya agrupación figuraban Inés Cantos, Rosa Llorens, Antonia y Cayetana, Bagües, Enriqueta Pavía, Florentina y los señores, además de Arjona, Romagosa, Soriano, Sain, Pasos, Robreño, Castelló, Sabater, Belloc, Bru, Tormo, Candi, Gilabert, Torrecilla, Montañés, Gomalbo, Jauregui, Corina y Miguel Antonio.

Acerca de la interpretación, leemos en la Revista del Teatro (26,IX, 1847) <<no sería justo ni acertado detenernos mucho para decir de su ejecución: era la primera noche en que se presentaban los actores en un Teatro enteramente nuevo y con una entrada de 1.159 personas, sin contar 500 abonadas y 150 niños>>.

Creemos que el Sr. Arjona había comprendido el carácter y la altura del personaje que representaba porque es un actor de talento y con las dotes necesarias: pero el sobresalto no le permitió hacer lo que él había comprendido: en algunos momentos estuvo en su papel, pero muy pronto se pasaba a cualquier otro caballero de la edad media; rebajando así la elevación de ánimo y gravedad caballeresca de Guzmán el Bueno. Este es un personaje muy especial y a quien representa el Sr. Zárate como el sublime de su género, y llenando todo su drama. La señora Cantos participaba también del mismo pavor que los demás actores, solo el Sr. Castelló estuvo más desembarazado y cumplió en su papel de D. Nuño.

Por los originales Libros de Cuentas sabemos que a  la Compañía de Arjona se le abonó, por función, 639 reales de vellón. Los demás gastos remunerados con la misma moneda fueron: alumbrado 194, orquesta 150, alquiler del teatro 120, guardarropa 24, vestuario 24, cobradores 33, asistencias 32, limpieza y peluquero 14, autoría 4 y por fijar carteles 6. La suma total asciende a 1.240 reales de vellón.

El teatro Principal en la Historia de Alicante (1847-1947) por Vicente Ramos

Inauguración del Teatro Principal en Alicante
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Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
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