El libro de la memoria de las cosas es una novela de Jesús Fernández Santos publicada en 1971.
Drama interior de un grupo protestante que asiste a su decadencia por la transformación de la sociedad rural en urbana, y también por el proceso de secularización al que llevan los tiempos.
La atormentada experiencia acarrea también otros conflictos de integración individual y colectiva no ajenos al tema religioso y existencial. El título está sacado de la Biblia, del Libro de Ester, capítulo sexto.
El narrador, un personaje más lejano a los hechos, recoge las declaraciones de <<las de Sedano>>, esencialmente de una de las hermanas, Margarita.
Y las deja plasmadas en 122 apartados que componen la historia de la comunidad religiosa, iniciada cuando llega a España un misionero inglés, Mr. Baffin, se establece en Castilla y funda la Iglesia de los Hermanos en Rivera de Negrillos (León) ayudado por Lucio Sedano y su esposa Cecil, misionera inglesa.
A pesar de las dificultades que ponen la tradicional creencia romana del lugar y de la hostilidad general de la gente, Mr. Baffin funda una iglesia y una escuela en el pueblo. Muere Cecil víctima del cólera y Sedano vuelve a casarse y tiene dos hijas, Virginia y Margarita. Las normas religiosas y morales de la comunidad son severas.
El hermano Muñoz explica que no fuman, ni beben, no van al cine ni al baile, y que excluyen de la comunidad a quienes trabajan habitualmente en domingo, a quienes se muestran rebeldes con los padres o hacen vida marital sin estar casados, o dejar de asistir a los cultos seis meses consecutivos.
La narración se centra en los últimos días de vida de Margarita cuando asiste con su hermana, con Emilio y con Agustín a un congreso de protestantes en Barcelona. Margarita prefiere los paseos con Agustín a las reuniones, hecho que desata la cólera de su hermana Virginia que considera inmoral tal conducta.
Margarita vuelve sola y deja de asistir a las ceremonias y vive apartada del mundo religioso activo, que es el mundo que la rodea, y se refugia en su soledad y reflexiona sobre el sentido de la religión. El hermano Muñoz dirige las reuniones y quiere fundar un colegio y no se atreve a tomar decisiones sobre la expulsión de Margarita.
Tras el problema de Molina, que los abandonó para vivir con el que llaman <<su demonio>>, se plantea ahora el problema de su hija Adela que se hace testigo de Jehová convencida en la universidad por quien ha de ser su marido. Pero la junta decide expulsar a Margarita y ésta se ve abocada al suicidio.
Son los conflictos y presiones que afligen al individuo perteneciente a un grupo minoritario. Margarita viene a mostrar los efectos destructivos de la práctica rutinaria y exagerada de la religión en la personalidad humana porque las normas puritanas de su Iglesia le han impedido desarrollar normalmente su personalidad y su carácter.
La secta en cuestión es la de los Plymouth Brethren, llamados en España los Hermanos Plymouth, que llegó a tener unos seis mil seguidores.
El grupo fue formado en Inglaterra en 1830 por John Nelson Darby y su doctrina fue propagada por algunos países europeos.
El tema es de gran originalidad, y también la técnica, pues el narrador (el autor) cumple su labor como un periodista que investiga unos hechos y se acerca tanto a los personajes quienes evocan los largos monólogos, dirigidos a sí mismos o a otros y colocan al novelista como el testigo que anota lo que ellos dictan.
El hermano Muñoz es ahora el responsable de la comunidad y habla así al narrador: <<En fin, si a usted le interesa, puede llevarse los libros que guste, aunque ya le advierto de antemano que sobre nosotros no hay nada escrito. En alguna que otra revista general se puede encontrar algo, mezclado, claro, con la historia de otras comunidades>>.
La soledad es una situación trágica en la existencia humana en la que el individuo, prisionero de sí mismo, no puede compartir sus sentimientos y Margarita ha llegado a ella por la crisis de sus creencias religiosas y la pérdida de la confianza en los demás, de su familia y del hombre del que se había enamorado.
Ese deseo de la muerte tiene sus raíces en el sentimiento de alineación, en la angustia que le produce la carencia de sentido de su vida, el sinsentido de su existencia.
Dura crítica, al fin y al cabo, de esos grupos religiosos que mutilan la alegría de vivir y que se constituyen en enemigos de otros grupos religiosos. En ese mundo pesimista, que presenta el autor reina la injusticia, el egoísmo, la enajenación, la soledad y, lo más grave, la carencia de coraje para enmendar su vida.
El lenguaje está dignamente cuidado y convertido en vehículo singularmente eficaz para configurar la voz interior de la conciencia, pero el ritmo resulta algo lento, sobre todo en la primera parte cuando refiere las monótonas vidas de los personajes.