La escritura es un proceso solitario, pero necesita ir bebiendo de otros cuerpos para no desecarse.
En esta ocasión me encuentro con una mujer luchadora, fiel, constante y eficiente en su trabajo. Su dedicación la escritura y a sus pies un mundo entero por descubrir. Ella es Marina Perezagua y hoy concede esta entrevista para Alquibla.
¿Desde que momento supo que queria dedicarse a la escritura? En mi caso nunca vi la escritura como profesión, sino como algo mucho más interno, un marcador que definía mi identidad al igual que la definía mi rostro o el nombre con que me conocen. Escritora no era lo que quería ser. Quería ser otras cosas, pero el modo en que me acercaba a esas cosas otras cosas era a través de la escritura. Escribiendo comprendía mis aspiraciones y, a base de tantas letras, la herramienta se ha convertido en el mejor fin.
¿Cuál es su forma de trabajar y en qué se inspira al escribir? Soy muy metódica. Trabajo mucho mejor por la mañana muy temprano, cuando el sol no ha salido. Nunca sé por qué vías me llega la inspiración, pero intuyo que tienen que ver con esos canales que nos comunican a todos, el amor, el erotismo, el dolor. Como en gran parte de las ocasiones mis ideas surgen a partir de un estímulo visual, ciertos pintores tienen una gran importancia en mi proceso creativo, como Walton Ford o Aron Wiesenfeld.
¿Qué mensaje quiere transmitir en sus libros? No quiero transmitir ningún mensaje. Mis personajes dicen lo que tienen que decir, no son mis marionetas. Opino que sólo así se consigue la vida. Me alegra que la crítica vea en mi escritura una responsabilidad ética, es una suerte, porque si tuviera que ser peor persona para escribir mejor no me lo pensaría dos veces. Esto último es una broma, pero lo que más me interesa es el valor literario.
¿Qué nos puede contar de su último libro de cuentos Leche? «Leche» es un libro de cuentos prologado por Ray Loriga. Toma su título del testimonio de una superviviente de la masacre de Nanking, como contrapartida a la historia principal, que se desarrolla en Hiroshima a través de la voz de una mujer intersexual. El trauma biológico acompaña al trauma atómico en la era contemporánea. Intento que cierto lirismo ayude a la digestión de temas sociales amargos, de modo que cualquier lector pueda sentirse identificado con la mayoría de los conflictos que se exponen.
Ha tenido unos padrinos de lujo en las presentaciones de sus dos libros de cuentos: Sí, mi primer presentador fue, en España, Julio Ortega, mi primer lector. Más tarde Antonio Muñoz Molina presentó mi libro en la librería McNally Jackson de Nueva York, con gran generosidad, teniendo en cuenta que yo acababa de publicar.
¿Fue difícil encontrar editorial para que le publicaran sus libros? No. Envié el manuscrito a dos editoriales, pensando que tardarían en contestar meses, si contestaban. En poco tiempo tuve respuesta de una de ellas, «Los libros del lince», de Enrique Murillo. Me faltará vida para llegar a explicar cuánto he crecido gracias a su apoyo y sugerencias.
¿Cree que el lector se hace o se nace? Ambas cosas. Aprender a escribir es fácil. Uno puede escribir bien a pesar de no tener nada que decir. Ahí está el problema, en qué decir, y esto procede del nivel de imaginario que tenga cada cual. Aquí está la mayor dificultad. No todo el mundo es lo necesariamente «poroso» como para recibir los estímulos que quiere comunicar. La técnica se hace, pero tengo mis dudas de que pase igual con la parte principal: el imaginario.
¿Es importante que el libro esté compuesto de principio a fin con un buen equipo de personas…desde la cubierta, prologuista si hiciera falta, etc.? Sin duda. Mi libro no es sólo mío, sino de todos aquellos vinculados a Los libros del lince, y por supuesto de Ray Loriga y Walton Ford. La escritura es un proceso solitario, pero necesita ir bebiendo de otros cuerpos para no desecarse.
¿Ha recibido algún premio por sus libros? Nunca me he presentado a un premio.
¿Por qué la presentación de su novela en Nueva York? Vivo allí y me parecía lógico compartir mis relatos con la ciudad que me acoge.
¿Qué consejo le daría a un escritor novel? Honestidad literaria y ambición. Que sólo se decida a publicar cuando esté seguro de que no puede mejorar lo que haya escrito. Y que cuando se decida a publicar no se obsesione con esta idea, porque podría afectar negativamente a su escritura.
Aparte de escribir libros, publica artículos en diferentes revistas… No me interesa escribir crítica. Todo lo que he publicado en revistas es ficción. Quizás no debería decir que no me interesa escribir crítica. Creo que la escribo, pero a través de la ficción.
¿Qué destacaría del mundo anglosajón en cuanto a la literatura? Que va más allá del estilo, de la floritura. Los mejores no se pierden por las ramas de su propio canto, sino que intentan tener algo que contar, no sólo cantan, sino que cuentan.
¿Cree necesaria en los libros la figura del prologuista? No, pero un prólogo bien pensado y escrito supone cierto estímulo, mayor compañía en la carrera solitaria del escritor.
¿Cuál es su labor dentro del Instituto Cervantes? Durante mi tiempo en Francia estuve trabajando en el Instituto Cervantes de Lyon durante algo más de dos años. El ambiente de trabajo era excelente y fui muy feliz tanto con mis compañeros como con mis estudiantes. Ahora, en Nueva York, pienso que colaboraré con algunos cursos, aunque mi trabajo principal estará este año en la Universidad de Nueva York y Fordham University.
Un sueño, un deseo. Serenidad para escribir.
¿Qué piensa de Alquibla, https://www.alquiblaweb.com como página de difusión de la cultura? Como iniciativa es tan buena como cualquier iniciativa de difusión de la cultura, pero lo bueno de alquibla es que es eficiente. Completa y magníficamente diseñada. Un placer navegar por ella.