Es larga, la trayectoria que se ha recorrido ya, sobre el estudio de la mujer en la literatura, encontrándose en la tercera década o oleada feminista que indica en los inicios de la crítica literaria norteamericana, en la presencia, mediante las intervenciones patriarcales, que la literatura no era univesal, sino más bien dominada por el sexismo y el patriarcado, donde la mujer quedaba en silencio.
De base, se empleaba el concepto de literatura de modo tradicional y los términos binario masculino o femenino, como estructura de análisis.
En el siglo XVI a pesar de la educación humanística de algunas mujeres urbanas privilegiadas, los estudios no le dieron acceso a los mecanismos del poder estaban excluidas de las universidades, jerarquía eclesiástica y los puestos administrativos que ocupaban los letrados.
Incluso para dejar su nombre en la Historia literaria, a las mujeres que escribían poesía o prosa, les hacia falta un pariente o protector que les facilitara la publicación de sus obras, quedando en el anonimato el de la mujer.
Sin embargo, Exímenes, se muestra partidario de enseñar a las niñas a leer y a hacer cuentas, aunque no para la autodefensa de la mujer, sino como una ayuda, por ejemplo, si el marido era viajante podia escribir a su letrada mujer sobre los secretos de los negocios. No todas las obras, podían ser leídas por las mujeres, sólo unas seleccionadas.
La visión de las mujer, se fue transformando de patriarquismo del siglo XVI a la educación femenina en el Siglo de Oro, es una de las más interesantes aportaciones a la Historia de las mujeres españolas.
Se establece entre los que los moralistas pretendían y lo que las mujeres hacían realmente, se demuestra que estos moldes no conseguían los propósitos que los habían dictado.
Por otra parte, el amor a las letras que aporta el humanismo se refleja pronto, en los modos de las clases altas, y la nobleza empieza a considerar la cultura como una de las formas de cortesía y la buena educación.
En España la llegada al trono de Isabel la Católica, supone un cambio en la visión del saber, esta reina que aprende latín y posee una estupenda biblioteca de 253 títulos, hace que sus hijas aprendan también a leer, escribir latín. Una de ellas Catalina, la esposa de Enrique VIII de Inglaterra, será una mujer cultísima, a quien dedican sus obras de educación femenina tanto Erasmo como Vives.
Por tanto en un dicho atribuido a Aristóteles dice: <<No hay mujer buena si le falta crianza y doctrina, ni hallarás mujer mala, sino la necia>>.
En este siglo XVI-XVII, se tiene conocimiento como escritora a María Zayas, también se hace mención en dicho siglo a Sor Juana de la Cruz, además de las más significativas de las escritoras españolas de la época, Santa Teresa de Jesús.
Después de la época del Romanticismo, cambia el derecho a la propiedad y el prestigio del Romanticismo literario alcanza su época en 1840, cambiando la desigualdad jurídica y económica de la mujer.
La poeta catalana es posiblemente la primera mujer dentro de la tradición literaria hispana, a plantearse el derecho femenino de escribir. Entre los cientos de escritoras que siguieron el camino, que habían abierto para las mujeres, de la década de los 40 destacan dos importantes: Rosalía de Castro y Pardo Bazán; en el amanecer de nuevo siglo Rosa Chacel.
Haré mención finalmente en la actualidad de la tercera mujer española Ana María Matute que ha conseguido entrar en la <<Real Academia Española>>, haciendo eco y no para el olvido de su último libro publicado Olvidado Rey Gudú como nos dice: de los cuentos de hadas que es la voz del pueblo.
Entre otras cosas nos dice que a los niños les están quitando la capacidad de imaginar, y que el niño no es un proyecto del hombre, sino que el hombre es lo que queda de un niño; frase relativa a la que decía Menéndez Pelayo <<todo hombre tiene horas de niño y desgraciado del que no las tenga>>.