Cuando un bibliotecario realiza una descripción catalográfica convencional, la ilustración de la cubierta es un dato secundario de escasa relevancia.
Sin embargo, en la descripción de bibliófilo, estos elementos de la ilustración, tanto de la cubierta como del interior, sí se tienen en cuenta como unidades descriptivas específicas de indudable importancia.
Descripción de la cubierta
Es posible que lo que se intenta realizar en una descripción catalográfica convencional sea dar al usuario una información general acerca de un libro, pero ¿por qué dejar en el tintero datos del libro que para muchas personas pueden ser interesantes? La ilustración, sin lugar a dudas, es lo primero que el posible lector verá de un libro y lo que transmitirá a este lector en potencia una serie de sensaciones que pueden hacerle que se interese realmente por la otra y la lea.
Ilustraciones hay diversas, y no solo en la cubierta. Puede haberlas en el interior de un libro, cuya finalidad es la de dar una explicación a la temática del texto. Puede haberlas al final del libro, como documentación adicional del trabajo realizado. Pero es la ilustración de la cubierta lo que centra este artículo.
Lo cierto es que hoy todos los editores rivalizan por convertir el libro moderno en una verdadera obra de arte, incluso olvidando a veces su función básica como tal.
La importancia de la ilustración en la cubierta
Viene dada por el elemento decorativo y económico relacionado con la elaboración.
Este elemento resulta prioritario por cuanto el libro puede ser comprado sólo mirando la ilustración de la cubierta. En ella, el dibujante plasma gráficamente las ideas de un escritor, editor, etc.
El editor de un libro encarga a un dibujante, una o varias ilustraciones para la cubierta de su libro. Puede que el editor dé vía libre al dibujante para que pinte las ilustraciones o que le marque «a priori» las pautas que debe seguir. Pero, aunque el editor le dé libertad en la concepción de las ilustraciones, el dibujante tendrá en mente unas reglas a la hora de realizar los dibujos, según la clase de publicación.
Si el editor pretende sacar al mercado un libro infantil, el artista deberá realizar un dibujo sencillo y ágil, con colores vivos.
En cambio, si se pretende publicar un libro para lectores adultos, el dibujante podrá optar por otro tipo de dibujos y colores.
También es muy conveniente que, escritor y dibujante, se reúnan e intercambien ideas en cuanto a la producción de las ilustraciones de la cubierta. Cuando el dibujante ha temrinado las ilustraciones, el editor elige cual de ellas sacar al mercado.
Si para la publicación de un libro, la ilustración de la cubierta es importante, mucho más lo es para los «tebeos» (llamados comúnmente en la actualidad «cómics»), donde una cubierta impactante puede hacer comprar el tebeo a un lector casual.
Las grandes editoriales de la industria del tebeo tienen un editor de cubiertas, un profesional que se encarga de supervisar todas las ilustraciones para las cubiertas.
Procedimiento para las cubiertas
Casi todas las cubiertas empiezan con un boceto a lápiz hecho por el dibujante. A veces se presentan una serie de bocetos, y el editor de la serie selecciona el mejor.
En un boceto de cubierta, el editor busca ilustraciones ágiles e impactantes, es decir, que se «vendan» bien, todo ello debido a la cantidad de títulos que aparecen en el mercado y a la necesidad de dar salida a los ejemplares.
Después de que el editor de cubiertas y el editor de la serie del tebeo aprueben el boceto, el artista completa los lápices. Cuando se presentan los lápices acabados, ambos editores se reúnen para asegurarse de que todos los elementos visuales requeridos estan presentes.
Luego, los lápices los recoge el entintador, que los delineará en tinta negra y añadirá sombras y negros. Puede darse el caso que el artista a lápiz y el entintador sea la misma persona.
Después, la ilustración entintada, vuelve a manos del editor de cubiertas, que hará un boceto sugiriendo la colocación de textos.
Él también se encargará de picar el logo, los créditos, etc., o mandará que lo haga un colorista que distribuirá los colores y proporcionará los códigos con los que trabajarán los técnicos.
Cuando la ilustración ya está coloreada, se corrigen los errores que pueden haber surgido, y se envía la ilustración al separador. cuando los fotolitos estén acabados, la prueba va a la imprenta, y después todos vemos las ilustraciones de las cubiertas en todos los quioscos y librerías.
(Fuente. Revista Cejillas y Tejuelos. Artículo escrito por Javier González Yuste y Sebastián Martínez Almagro)
sin ser experta en este campo he encontrado reflejada la actitud que muchas veces he tenido ante la ilustración. Me ha interesado