En la Península turca había una ciudad relativamente alejada de la costa del mar Egeo, al norte de Éfeso, frente a la isla de Lesbos, llamada Pérgamo (que significa la ciudadela alta, la colina donde estaba situado el centro de la ciudad tenía 335 m de altura); hoy sus ruinas rodean a la actual ciudad de Bergama, construida sobre sus cimientos.
Esta ciudad adquirió importancia cuando el general macedonio Lisímaco, eligió su acrópolis como fortaleza para sus tesoros, los cuales confió al gobernador Filetairo.
Al morir Lisímaco, Filetairo se convirtió en dirigente. Su sobrino Eumenes I, que reinó en 263-241 a.C., contribuó a la prosperidad del reino.
Su sucesor, Atalo I, que reinó en 241-197 a.C., tras obtener el dominio del noroeste de Asia Menor y su alianza con Roma, convirtió su capital en el centro artístico y literario de Asia Menor construyendo una biblioteca en Pérgamo y un altar dedicado a Zeus.
Su hijo Eumenes II continuó con la política prerromana de su padre por lo que prolongó la alianza con Roma, controló la mayor parte de Asia Menor y fomentó la biblioteca, donde llegó a acumular hasta 200.000 volúmenes.
Allí se estableció una escuela de estudios gramaticales, como había sucedido en Alejandría, pero con una corriente distinta.
Mientras en Alejandría se especializaron en ediciones de textos literarios y crítica gramatical, en Pérgamo se inclinaron más a la filosofía, sobre todo a la filosofía estoica, a la búsqueda de la lógica en lugar de hacer análisis filológicos.
Biblioteca de Pérgamo
Fue una de las más importantes de la Antigüedad, perteneció al período helenístico.
Sus agentes, no repararon en medios para conseguir y copiar obras para la biblioteca, empleando medios ortodoxos, y otros; como los de Alejandría, aunque no tanto (por ejemplo, al parecer, la biblioteca legada por Aristóteles tuvo que permanecer muchísimos años escondida para evitar ser capturada por los agentes de la Biblioteca de Pérgamo).
Su gran ambición fue convetir su capital, Pérgamo, en una ciudad como Atenas en la época de Pericles.
Al principio los manuscritos de Pérgamo eran copiados en papiro, pero según cuenta una leyenda, Alejandría dejó de exportar papiro a Pérgamo para evitar que su biblioteca pudiera competir con la de Alejandría, respecto al número de volúmenes.
Esto hizo que utilizaran el producto de pellejo de bovinos, al cual llamaron pergamino. Los historiadores aseguran que eligieron voluntariamente el pergamino por el hecho de ser éste un material más cómodo, duradero y que permitía escribir por ambos lados.
Sin embargo, el fin de la Biblioteca de Pérgamo fue el resultado de dos grandes regalos.
El primero consistió en una de las mayores declaraciones testamentarias que se conoce en la historia: Atalo III (138-133 a.C.) legó en testamento todo su reino a Roma, lo que evidentemente no gustó mucho a su pueblo, el cual tuvo que conformarse al ser aplastado por las fuerzas de Roma.
El segundo regalo fue, en el año 47 a.C. ya dentro de la órbita romana, el que hizo Marco Antonio a Cleopatra, dándole al parecer, casi la totalidad del contenido de la biblioteca de Pérgamo, casi 200.000 rollos (ya que los pergaminos seguían guardándose, en forma de rollos, como los papiros), para compensarla por las pérdidas que había sufrido en el incendio de la más importante de las bibliotecas de Alejandría.
Lo que, teniendo en cuenta los antecedentes entre ambas bibliotecas, es de suponer que fue muy bien recibido. Por lo que la biblioteca de Pérgamo acabó absorbida por su mayor rival.
(Fuente. Revista Cejillas y Tejuelos. Articulo escrito por Mª del Carmen Agüera Marín)
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