A diferencia de los restantes géneros literarios, la poesía no suele experimentar mutaciones espectaculares y la clasificación por siglos o épocas es, más que nada, una comodidad cronológica para el crítico y para el lector.

Si bien es cierto que se puede hablar de escuelas como el romanticismo o movimientos como el surrealismo, la verdad es que los grandes poetas siempre son individualidades descollantes que trascienden los límites de una determinada tendencia y son leídos por sí mismos en cualquier tiempo o lugar. No obstante, es posible hacer algunas generalizaciones sobre una u otra época en particular.

Por ejemplo, el predominio de las tendencias clásicas han producido siempre una poesía de tono más sosegado y directo y de comunicación más inmediata con el lector, así como, por lo contrario, los períodos revolucionarios o vanguardistas tienden a una expansión hermética, por la que el poeta se desentiende en buena medida del lector, a la búsqueda de una comunicación directa con la poesía.

El siglo XX ofrece un amplio abanico por lo que hace a esta polaridad los nombres de sus poetas más significativos que sobresalen por encima de los movimientos o escuelas que en apariencia los contienen.

Es necesario hacer dos consideraciones en este singular apartado, que por fuerza ha de ser sintético dada la vastedad del propósito que abarca. La primera es que se pasan por alto los nombres de grandes poetas ya incluidos en espacios o consideraciones más generales. La segunda es que la poesía pertenece en esencia a la lengua en que se expresa y no a ningún país determinado, por lo que los autores son presentados aquí desde ese punto de vista.

LOS POETAS ANGLOSAJONES

El momento finisecular de la poesía británica estuvo dominado por dos poetas muertos prematuramente (W. Owen y R. Brooke) antes de la aparición del que es posiblemente el mayor poeta inglés de la centuria, el norteamericano de origen Thomas Stearns Elliot (1888-1965: La tierra baldía, Cuatro cuartetos, La canción de amor de J. Alfred Prufrock, Miércoles de ceniza, además de sus decisivas contribuciones al renacimiento de la dramaturgia lírica, como es el caso de Asesinato en la catedral o Reunión de familia).

Encabezando el llamado «grupo de Oxford» hay que mencionar a W.H. Auden, junto con sus compañeros de generación Stephen Spender y Carl Day Lewis, opuestos a la poesía más cientificista y desvitalizada del «grupo de Cambridge».

Entre los poetas que alcanzaron difusión posteriormente destacan dos personalidades singulares que no es posible adscribir a ninguna escuela: la del también novelista y ensayista (Yo, Claudio; La diosa blanca), Robert Graves y sobre todo la del galés Dylan Thomas, profundo renovador de la lírica y la métrica en lengua inglesa, además de notable dramaturgo y prosista.

LOS POETAS HISPANOS

El español es posiblemente la lengua por excelencia de la poesía de la presente centuria, por la diversidad y calidad de voces que ha producido.

Sin salir de España, ya en las primeras décadas se produce el fenómeno de la llamada «generación del 27», que por la densidad y los aportes de los individuos que la integraron mereció ser considerada como una suerte de segundo siglo de oro español. En ella sobresalen los nombres de Federico García Lorca (1899-1936: Romancero gitano, Poeta en Nueva York, pero también sus fundamentales aportes a la renovación de la dramaturgia con títulos como Bodas de sangre, Yerma, La casa de Bernarda Alba, Mariana Pineda); Rafael Alberti (1903: Marinero en tierra, Sobre los ángeles); Vicente Aleixandre (1900-1984: Espadas como labios, La destrucción o el amor, Sombra del paraíso); Luis Cernuda (1902-1963: Donde habite el olvido, La realidad y el deseo, Desolación de la quimera); Pedro Salinas (1892-1951: Seguro azar, La voz a ti debida, Razón de amor); Jorge Guillén (1893-1984: Cántico, Clamor, Aire nuestro) y el más joven del grupo el prematuramente desaparecido Miguel Hernández (1910-1942: Perito en Lunas, El rayo que no cesa, Viento del pueblo, Cancionero y romancero de ausencias).

También a esta prolífica generación pertenecieron Gerardo Diego y Dámaso Alonso, así como en la inmediatamente posterior hay que destacar las voces de Luis Rosales, Leopoldo Panero o Gabriel Celaya.

Por lo que hace a la riquísima producción poética hispanoamericana, la tradición aconseja comenzar por Chile, el «país de los poetas» y patria del que es acaso el mayor de ellos de este siglo, en el área de la lengua, por la vastedad, variedad y difusión de su obra: Pablo Neruda (1904-1973: Veinte poemas de amor y una canción desesperada, Residencia en la tierra, Canto general, Las uvas y el viento, Estravagario, La barbacola) que tocó todos los registros de la lírica a la épica, y consolidó en todos ellos perdurables monumentos verbales. La trinidad poética chilena se completa con los nombres de Gabriel Mistral y Vicente Huidobro, apóstol del creacionismo y una de las cimas de las vanguardias.

Sin salir del llamado «cono sur» hay que detenerse en la importante poesía argentina, que arranca en el siglo con la obra de los tres más destacados postmodernistas de la región: Enrique Banchs, Baldomero Fernández Moreno y Alfonsina Storni. A ellos siguieron los maestros que, por diversos caminos, mayor influencia tendrían en la poesía argentina contemporánea: el intimista y secreto Juan L. Ortiz, el vanguardista y subversivo Oliverio Girondo y el revolucionario social Raúl González Tuñón. A partir de mediados de siglo comienza a publicar su obra un nutrido grupo de poetas, la mayor parte de ellos todavía en activo, entre los que sobresalen: Enrique Molina, Alberto Girri, Edgar Bailey, Raúl Gustavo Aguirre, Francisco Madariaga, Mario Trejo, Juan Gelman y Francisco Urondo.

En el ámbito rioplatense destaca también la obra de los uruguayos Juana de Ibarbourou, J.J. Casal, Carlos Sabat Ercasty y Juvenal Ortiz Saralegui, y entre las generaciones posteriores las de Mario Benedetti, Idea Vilariño e Ida Vitale. Sin abandonar Sudamérica corresponde mencionar asimismo al colombiano León de Greiff, cabeza visible del grupo de los pánidas y de tendencia hermética, al ecuatoriano Jorge Carrera Andrade, al paraguayo Herib Campos Cervera, a los peruanos J.M. Eguren y César Moro y, sobre todo, el más grande de los poetas de su país y uno de los mayores de la lengua, el también peruano César Vallejo, poseedor de una voz sin antecedentes pero que dejaría una perdurable influencia en el siglo y autor de Los heraldos negros, Trilce, Poemas humanos, póstumo, al igual que España, aparta de mí este cáliz, el más depurado y conmovedor testimonio poético sobre la guerra civil española.

En Centroamérica, por otra parte, tras el estímulo incomparable que significó la obra de Rubén Darío, hay que señalar la ruptura vanguardista del también nicaragüense Pablo Antonio Cuadra, el sacerdote Ernesto Cardenal, así como las voces del hondureño Rafael Heliodoro Valle, los salvadoreños Roque Dalton y Maribel Alegría y el guatemalteco Luis Cardoza y Aragón (1904), también agudo ensayista.

Dos de los países más ricos literariamente de Hispanoamérica son sin duda México y Cuba, y la poesía no podía ser una excepción a este aserto. En la isla, la figura mayor surgida tras la cumbre modernista de José Martí es sin duda la de José Lezama Lima, poeta barroco y en ocasiones hermético, pero también singular novelista y ensayista, en cuyas antípodas se encuentra la propuesta lírica de Nicolás Guillén, recuperador de los ritmos populares afrocubanos a los que llevó a la dignidad de gran poesía. En México, por otra parte, a la figura solitaria de Ramón López Velarde sucedió el movimiento estridentista (M. Maples Arce, M. Quintanilla, A. Vela) y los poetas reunidos en torno a la revista Contemporáneos, (Xavier de Villaurrutia, José Gorostiza, Salvador Novo, Jaime Torres Bodet, Carlos Pellicer), hasta desembocar en el grupo Taller Poético, donde hizo sus prikmeras armas la figura más importante de la literatura mexicana de este siglo: Octavio Paz (1914), no sólo por su extensa y variada producción poética (Libertad bajo palabra, Salamandra, Ladera este, La centena, Postdata), sino por su vasta labor como crítico y ensayista, disciplinas en las que tiene pocos paralelos en español (Los signos en rotación, Conjunciones y disyunciones, Cuadrivio, El laberinto de la soledad, Corriente alterna). Entre las generaciones posteriores destacan asimismo las voces de Alí Chumacero, Rosario Castellanos, Tomás Segovia, Jaime García Terrés, Marco Antonio Montes de Oca y Homero Aridjis.

POETAS DE OTRAS LENGUAS LATINAS

Además de los ya mencionados al tratar de la revolución surrealista, la lengua francesa dio otros grandes poetas al siglo, comenzando por los nombres fundamentales de Paul Claudel (1868-1955: Partición de mediodía, La anunciación de María, El zapato de raso, Juana de Arco en la hoguera) y Paul Valéry (1871-1945: La joven parca, El cementerio marino, La velada con el señor Teste, Charmes y volúmenes de ensayo como Analecta, Tal cual, Eupalinos o el arquitecto), que representan  por sí solos la oficialidad literaria de Francia durante la primera mitad del siglo XX. Pero la lista sería muy incompleta si no se incluyese en ella por lo menos al uruguayo Jules Supervielle, al belga Henri Michaux, al caribeño de origen Saint-John Perse y a los franceses Jacques Prévert y René Char.

Por lo que hace a la poesía italiana, una vez disminuida la influencia del grandilocuente decadentismo de Gabriele D’Annunzio y del futurismo protagonizado por Filippo Tommaso Marinetti, se hacen sentir las voces de Umberto Saba y Dino Campana, dos poetas tan originales como opuestos, que preanuncian la obra de los tres grandes líricos italianos del siglo: el alejandrino Giuseppe Ungaretti, el genovés Eugenio Montale y el siciliano Salvatore Quasimodo. Mención aparte merece la obra de Cesare Pavese, no sólo por la admirable síntesis de tendencias que consiguió en su poesía, sino porque también como narrador abrió caminos todavía fértiles y transitados.

La poesía en lengua portuguesa está denominada por la enorme figura de Fernando Pessoa y de sus heterónimos que configuran por sí mismos toda una literatura.  A distancia, cabe mencionar también la obra del jefe del saudosismo, Teixeira de Pascoäes, M. Torga y los grupos Poesía 61 y Poesía experimental. En Brasil, por otra parte, es inexcusable mencionar a Manuel Bandeira y a Carlos Drummond de Andrade.

OTRAS GRANDES VOCES POÉTICAS

A la cabeza de los poetas de otras lenguas no reseñadas hasta ahora figuran sin duda el checo de habla alemana Rainer Maria Rilke y el ruso Vladimir Maiakovski. Otras tantas cimas de la poesía de la centuria son el alemán Stefan George, el griego Constatinos Kavafis, el lituano O.V. de Lubicz-Milosz y los rusos Sergei Esenin y Ana Ajmátova. Entre las promociones más recientes sobresale el también ruso Evgueni Evtushenko.

 

La poesía en el siglo XX: autores principales
Comparte en:
Etiquetado en:                        

7 pensamientos en “La poesía en el siglo XX: autores principales

  • 22/04/2013 a las 10:33
    Enlace permanente

    Hola Eva, felicidades por tu blog. Estas haciendo un gran trabajo. He mirado algunas de tus entradas, pero me he parado en las de poesia. Echo de menos un articulo completo dedicado a Miguel Hernandez. Quizas se deba a que no he leido mucha poesia, aparte de la MH, pero me parece tan grande la injusticia sufrida por este poeta en su persona y en el reconocimiento de su obra, que creo que todos los alicantinos tendriamos que aportar algo en su memoria.

    No muchos saben que MH, despues de Lorca, es el poeta español mas estudiado en los US y en Latinoamerica. Aqui poco menos que lo tenemos como un simple propagandista politico de la guerra. Esta claro que las sus ideas politicas y las vivencias de la guerra influyeron muchos de sus poemas, pero el trasfondo general en todos ellos no es este. MH narro su vida en sus poemas, desde lo que veia en el campo de joven a lo que sentia por saber que su familia sufria hambre, pasando por la muerte de un amigo o las fiestas de su pueblo. E hizo estas narraciones de la mejor forma que alguien pudo hacerlas nunca. Cuando lees sus poemas de sufrimiento, la amargura es total y cuando lees sus poemas de desconcierto, la desorientacion que sufres es completa. Todo el mundo tendria conocer mas o menos su obra, y si eres alacanti esto se convierte en un deber.

    Un abrazo,
    Carlos Sanchez (si, soy yo)

  • 16/05/2014 a las 04:54
    Enlace permanente

    si hablamos de poesía en el sXX, y no nombramos a pessoa, es bastante raro! Es como hablar de historia de la novela y no nombrar al quijote. entre él y vallejo está el siglo xx, el resto es un conjunto bonito, pero no mucho más.
    lindo blog!
    saludos

  • 03/12/2018 a las 22:51
    Enlace permanente

    Que pena que en tu trabajo exista un error, por lo que debo indicarte que el poeta JORGE CARRERA ANDRADE, ES ECUATORIANO Y NO VENEZOLANO

  • Pingback: El Siglo de Oro español y Cervantes - Alquiblaweb

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

En calidad de Afiliado de Amazon, obtengo ingresos por las compras adscritas que cumplen los requisitos aplicables.
Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos y para fines de afiliación y para mostrarte publicidad relacionada con sus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos.
Privacidad
Una mirada al mundo de las bibliotecas