Miguel de Cervantes escritor español. Hijo del cirujano Rodrigo de Cervantes y de Leonor de Cortinas, su infancia se caracterizó por estrecheces económicas, frecuentes cambios de residencia y tristes episodios, como el encarcelamiento de su padre en Valladolid.
Importancia del Quijote
Poco se sabe sobre los estudios de Cervantes, que, desde luego, no alcanzaron el grado universitario. Recibió lecciones del catedrático de gramática Juan López de Hoyos; éste, en un libro que publicó en 1569 incluyó tres poesías de circunstancias de «Miguel de Cervantes, nuestro caro y amado discípulo».
El 7 de octubre de 1571 tomó parte en la Batalla de Lepanto, peleando en la galera Marquesa con extraordinario valor y recibió una herida en el pecho y otra en la mano izquierda.
Seguramente entre los años 1581 y 1583 escribió Cervantes su primera obra literaria de volumen y consideración, La Galatea, que se publicó en Alcalá de Henares en 1585.
Hasta entonces solo podia considerársele un mero aficionado a la poesía, que habia publicado algunas composiciones en libros ajenos y romanceros y cancioneros que recogían producciones de varios poetas.
La Galatea y su prosa
La Galatea apareció dividida en seis libros y en calidad de «primera parte», que nunca tuvo continuación. Se trata de una novela pastoril que Cervantes califica de égloga, al estilo del género que habia instaurado en España Jorge de Montemayor.
La prosa de La Galatea es bella, matizada y artificiosa y sus numerosas poesías intercaladas, la mayoría de las cuales son lamentaciones amorosas, revelan el influjo de Garcilaso, Herrera y fray Luis de León.
En 1613 publicó en Madrid un tomo de narraciones en prosa titulado Novelas ejemplares, que es, después del Quijote, su libro de interés más permanente.
Tras el prólogo y la dedicatoria siguen doce novelas: La Gitanilla, El amante liberal, Rinconete y Cortadillo, La española inglesa, El licenciado Vidriera, La fuerza de la sangre, El celoso extremeño, La ilustre fregona, Las dos doncellas, La señora Cornelia, El casamiento engañoso y El coloquio de los perros.
Algunas de estas novelas son de tipo italiano, aunque ello no supone imitación de un modelo preciso y todas sean de auténtica originalidad.
El poema de Cervantes que dista mucho de tener un valor intrínseco, es interesante por la información y juicio que nos da sobre escritores de la época.
Se cierra con cierta «Adjunta al Parnaso» en prosa, que tal vez despierta mayor curiosidad porque en ella Cervantes habla de sus obras literarias, algunas de ellas perdidas, y se defiende de ciertas críticas de que fue objeto el Quijote.
En 1615 Cervantes publicó un tomo titulado Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados.
El éxito del Quijote
Permitía al escritor ir publicando estas piezas dramáticas que habia compuesto en diversas ocasiones de su vida. Las ocho comedias son las siguientes: El gallardo español, La casa de los celos, Los baños de Argel, El rufián dichoso, La gran sultana doña Catalina de Oviedo, El laberinto del amor, La entretenida y Pedro de Urdemalas. Y los ocho entremeses son: El juez de los divorcios, El rufián viudo llamado Trampagos, La elección de los alcaldes de Daganzo, La guarda cuidadosa, El vizcaino fingido, El retablo de las maravillas, La cueva de Salamanca y El viejo celoso. Las comedias están escritas en verso y algunos entremeses en prosa.
La actividad de Cervantes como autor teatral tuvo una primera etapa entre los años 1582 y 1587, que se define por su carácter de transición.
Entonces estrenó obras «con general y gustoso aplauso de los oyentes», según él mismo afirma e intentó dar mas lógica y racional estructura a la tragedia de tipo clásico. Estos intentos de teatro de empaque se derrumbaron ante el ímpetu de Lope de Vega, que introdujo en la escena española una nueva fórmula que fue de general agrado y se aceptó sin reservas.
El mismo Cervantes da fe de este hecho al escribir, no sin cierta melancolía: «Dejé la pluma y las comedias, y entró luego el monstruo de la naturaleza, el gran Lope de Vega, y alzóse con la monarquía cómica».
De la primera época del teatro de Cervantes solo hay dos obras: El trato de Argel, que ofrece impresionantes datos del cautiverio, y El cerco de Numancia, hábil síntesis de los datos que sobre este heroico hecho han conservado los autores clásicos. El mayor de los aciertos del teatro de Cervantes se halla en sus ocho entremeses, breves cuadros de vida española, con trama tenue y poco consistente, pero con variada matización en cuanto a los personajes, su habla y su viveza.
En 1617, muerto ya Cervantes, su viuda hizo publicar una extensa novela en la que estuvo trabajando hasta poco antes de su muerte, Los trabajos de Persiles y Sigismunda.
El del género que se suele denominar bizantino, pues en cuanto a su trama, sus complicadas peripecias, sus navegaciones, naufragios, piratería, raptos y vagabundeos se halla dentro de la tradición de las antiguas novelas de aventuras griegas y bizantinas, que en el siglo XVI se habían vuelto a poner de moda, en gran parte gracias a los erasmistas, que veían en ellas el dechado de narración novelesca, en contraposición a los libros de caballerías.
Es posible que con Persiles, Cervantes pretendiera simbolizar la historia de la humanidad y que encierre una clara intención contrarreformista y por esto su final y su verdad se hallan en Roma, donde finaliza su narración.
En cierta ocasión, Cervantes confesó que el cielo no le habia concedido la gracia de ser poeta, en lo que se revela cierta amargura de quien, sabiéndose un gran prosista, comprendía que no podia compararse con los grandes poetas de su tiempo.
La poesía grave de Cervantes hay que buscarla en las composiciones intercaladas de La Galatea y en algunas de Quijote, como la «canción de Grisóstomo«.
Obra maestra de la Literatura Universal
El Quijote, obra maestra de la literatura universal se publicó, en su primera parte, con el título de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, en Madrid en 1605 y en su segunda parte con el título de El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, en 1615.
El asunto de la obra es de una sencillez extraordinaria: un hildago llamado Alonso Quijano, que vive en una aldea de La Mancha, pierde el jucio a causa de la lectura de libros de caballerías, cuyas fantásticas e inverosímiles aventuras cree que sucedieron de veras y decide hacerse caballero andante y lanzarse por el mundo en demanda de aventuras. Pone en práctica su propósito y sale tres veces de su aldea, las dos últimas en compañía de su labrador, Sancho Panza, al que contrata en calidad de escudero.
Las tres salidas de Don Quijote, que transcurren por lugar conocidos de La Mancha, Aragón y Cataluña, se caracterizan por el desajuste entre los ideales arcaicos que pretende resucitar don Quijote, y la realidad actual, inadecuada para tales aventuras y refrectaria a aquellos ideales.
Cervantes expresa con gran insistencia y a lo largo de toda su novela cuál ha sido su propósito al escribir el Quijote: desarraigar del público la costumbre de leer libros de caballerías. Los personajes del Quijote son seres ficticios creados por Cervantes, producto exclusivo de su fantasía en los más de los casos, pero uno de los méritos mayores de la novela consiste en que poseen tal vida y tan acentuada personalidad, que el lector tiende inconscientemente a creer que lo que está leyendo es el relato fiel de algo que ocurrió a personas que realmente existieron.
La lectura de los libros de caballerías llevó a Don Quijote a la locura, y al querer imitar en todo a los héroes de sus novelas predilectas se vio forzado a crearse una dama a la que amar y a la que dedicar todo su esfuerzo.
De ahí surge la difícil, complicada, vaga, sutil y genial figura de Dulcinea del Toboso.
Así como de los molinos de viento don Quijote hizo gigantes, de una moza labradora del Toboso, llamada Aldonza Lorenzo.
Entre las dos partes del Quijote hay una diferencia fundamental, pues mientras en la primera la acción principal de la novela se ve interferida por episodios marginales, en la segunda parte, sin duda atendiendo críticas contemporáneas, la acción se limita rigurosamente a narrar las aventuras de don Quijote y Sancho, lo que sin duda alguna, hace que el interés se acreciente y que esta segunda parte sea, por lo general, considerada la mejor.
Aunque el Quijote tiene algunos precedentes por lo que afecta a algunos episodios la originalidad de la creación cervantina es inatacable. Cervantes escribe totalmente desvinculado de una tradición literaria que pudiera haber creado o prefigurado a sus personajes.
El estilo de la prosa del Quijote responde a la diversidad de personajes y episodios que transcurren en la novela y alcanzan su máximo primor en las pausadas y lentas conversaciones entre don Quijote y Sancho cuando vagan por los caminos de España.
La ironía da al Quijote un tono muy peculiar, pues jamás hemos de olvidar que Cervantes lo escribió como un libro de entretenimiento y que sus contemporáneos vieron en él una obra divertida y provocante a risa.
Lo cómico del Quijote es a veces obvio y mantiene sus valores a través del tiempo; pero hay en él otro tipo de comicidad, mucho más sutil, que el lector actual no advierte o sólo percibe a medias.
En la segunda mitad del siglo XX está a punto de perderse una nota cómica de la fantástica indumentaria de don Quijote, o sea la bacia de barbero con que se toca, tan tradicional en las representaciones gráficas del personaje.
Como sea que los barberos ya no usan bacía y este adminículo ya no se emplea como emblema o reclamo de las barberías, son muchos los lectores del Quijote que no pueden hallar comicidad en tal singular cubrecabezas.
En cambio, paisajes de la novela que debieron interesar de un modelo particular en siglos pasados, adquieren en nuestro tiempo un nuevo valor, como ocurre con la figura del caballero del Verde Gabán, descrito por Cervantes no del todo favorablemente, y convertido en un ser que muchos lectores de hoy admiran pura y simplemente porque parece un personaje de Azorín.